Las nuevas tecnologías dan para mucho, a veces incluso demasiado; ahí está el caso del PP que utilizó whatsapp para enviar ánimos al encarcelado tesorero desde la presidencia del gobierno, nada menos; la publicación de tales mensajes debería habser sido suficiente para terminar políticamente con el Sr. Rajoy, como hubiese sucedido en el reino Unido o en cualquier país de más rancia tradición democrática, pero todos sabemos que Spain is different, y así nos van las cosas. Más ruin -al fin y al cabo la nota de D. Mariano suponía un apoyo moral a quien atravesaba un momento complicado- es la actitud del PSOE que utiliza perfiles falsos para denostar vía Twiter a sus adversarios políticos, tanto dentro como fuera de su partido. El Sr. Pedro Sánchez, después de mostrarnos a la hija de una señora, con treinta y cinco años de edad, en paro y con empleo precario, que cambiaba de domicilio y lugar de nacimiento como de camisa, se dedica a inundar las redes con mezquinas afirmaciones anónimas que siembran más dudas que gloria, con perdón. El Sr. Sánchez se va radicalizando en sus posturas, empecinando en sus errores, endureciendo la atalaya en la que resguarda su puesto de Secretario General, que, pese a ello, cada vez es más frágil. El futuro del guapo candidato no es tan atractivo como su físico, y en vez de pasar a la historia como presidente de una democracia, lo hará como el aspirante de la discordia. Incluso entre los suyos.