La Coquito es un libro escrito por Joaquín Belda en 1915 y pertenece al género de la literatura popular en tono erótico. Como dirían en aquella época, picante.
Belda (1883- 1935) alcanzó el éxito literario directamente con su primera novela, La suegra de Traquino (1909) y desde entonces, su elenco literario es de los más vastos de la época. Su estilo se caracteriza por el uso del castellano de la época (con sus expresiones y vocablos propios), el sentido del humor (muy presente) y el erotismo (a veces muy loco).
El libro que yo leí data del año 1919, está amarillo y tuve que pegar la portada con celo para que no se despegase. Una antiguedad. Lo descubrí en casa de mis abuelos y me gustó la portada, en realidad, pensaba que era un libro típico costumbrista de fácil lectura, que era lo que yo quería en ese momento (y sí, corroboro que es de fácil lectura). Fue mi abuela la que me dijo que era "picante", así que sus palabras agudizaron mis ganas de leerlo.
La Coquito cuenta la historia de Adela Portales, quien irrumpe en la vida teatral madrileña en los años 20. Trae consigo un baile que muchos calificarían del infierno, y es que se trata de la rumba, un baile que aprendió en Puerto Rico (de hecho, Coquito es un licor típico de la Navidad en Puerto Rico, compuesto de crema de coco, ron blanco, leche evaporada y leche condensada, canela y vainilla)bastante subido de tono. Cada noche, La Coquito, quien tiene un cuerpo de niña y una sensualidad arrolladora, volverá loco al público. La madre de La Coquito, Mikaela, tiene un papel muy destacado, es la que organiza las citas de su hija (con señores mayores generalmente ya que son los que mejor pagan, los jóvenes son más pobres), lo que cobra a cada señor, con quién se irán de cena etc etc Es como la madame de su hija en realidad.
A lo largo de la historia veremos como un viejo notario pierde literalmente la cordura por La Coquito, cómo ésta organiza un encuentro con una modista desprevenida o cómo Julio, el joven que lleva ahorrando años para tenerla una noche, ve sus planes no salen como esperaban.
En las partes picantes, hay veces que las escenas rozan el surrealismo (ahí podemos ver cómo el Belda utiliza el humor hasta en las escenas eróticas festivas) pero el trasfondo de la historia, a mí me parece triste. La Coquito puede parecer un personaje frívolo, simplona o con poca inteligencia, pero al final de la historia el autor nos muestra una visión más profunda de la muchacha.
En 1977 se adaptó esta historia al cine de la mano del productor y director Pedro Masó. Parece ser que no escatimaron en gastos para la producción de la película, y que tuvo más éxito fuera de nuestras fronteras (Nueva York incluida). La actriz en dar vida a La Coquito sería Ileana Ross, una joven modelo de 17 años de Puerto Rico que acabaría casándose con Masó y teniendo tres hijos con él. Después del éxito de La Coquito, Masó no quiso que su mujer siguiese haciendo película del estilo, así que Ross tuvo que hacer otras dos películas (por obligación del contrato) que pasaron sin pena ni gloria y nunca más se supo de esta sensual mujer. Mencionar que en la película la madre de la protagonista fue encarnada por la gran Amparo Rivelles, quién ayudó a dar el peso "serio" a la película.
Abajo dejo el tráiler de la peli. No he visto la película entera, pero por lo poco que deja traducir el tráiler, ya noto bastantes diferencias respecto al libro. Pero bueno, es algo bastante normal en cuanto a adaptaciones.
Lector, ¿conoces a La Coquito? No digas que no, porque te pones en ridículo; ¿quién no la ha visto alguna vez bailar esa danza infernal que ella creó, y que llaman la rumba, debiendo llamarla el motor eléctrico de la lujuria?
Dos sitios hay, dice el sabio, en que la mujer hermosa no debe dejarse contemplar por sus adoradores: uno es el tocador; el otro… es ese camarote reservado donde es costumbre entrar solo y donde todas las grandezas humanas vienen a finar en una misma podredumbre.
El cerebro humano, lo mismo el del pensador que el del vendedor de camarones, es una curiosa devanadera; es admirable ver cómo dentro de esa ensaimada cefálica que tenemos por corona de nuestro ser se enlazan unas ideas con otras, y de una incongruencia brota una idea genial, y de un chiste de almanaque nace el proyecto de un túnel gigantesco, obra maestra de la ingeniería.