Revista Sexo

La corbata

Por Alejandropumarino

La corbata

Esa ridícula prenda supone connotaciones que por diversas, no dejan de resultar curiosas. Por ejemplo: No te tenido ocasión de verla entre los indignados que acamparon o se manifestaron (o ambas cosas) en la Puerta del Sol de Madrid. Autoerigidos en adalides de la democracia y las libertades, la necesidad de una imagen propia y diferente, no deja de ser un atavismo en forma de uniforme políticamente correcto. Si un sujeto con traje y corbata se integrase en una de las interminables asambleas celebradas en Madrid, sería visto como un bicho raro, e incluso invitado a abandonar la reunión, todo ello democráticamente, claro. Si a un indignado con una indumentaria poco fresca, se le sugiriese salir de alguna parte, constituiría un atentado contra las libertades y originaría inmediatamente un debate sobre las medidas que deberían adoptarse contra “el sistema”. Probablemente terminaría diciendo alguien que era imprescindible una vivienda digna para todo el mundo y que se facilitase mediante un aumento de la inversión pública, y en contra de “los mercados”. Pero nadie osa usar corbata entre los asistentes, porque la inútil prenda en cuestión, es un atavismo propio de otro tipo de gente, que no está implicada, ni es comprometida, ni pertenece al mundo de la cultura o lleva impreso el marchamo del progresismo en su indumentaria. Felipe González, que fue un hombre muy inteligente además de un gran político, no solía utilizarla en los mitines populares, pero lucía un traje impecable, como es lógico, en los actos oficiales y donde hiciese falta. Uno, que está mayor para explicar a tanto indignado que el hábito no hace al monje, por más que se empeñe esta juventud mediatizada por sus propios complejos, prefiere, desde luego, la corbata que luce la imagen de nuestra entrada de hoy. Desde luego que es una prenda básicamente masculina, pero le sienta de maravilla a una mujer cuando la luce como nuestra modelo. Seguro que me calificarán de machista o de trasnochado; en fin, que cada cual ponga el sello que quiera, uno ya está hecho a todo.


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