Revista Opinión

La corná catalana

Publicado el 28 julio 2010 por House

El ser humano es la única especie del planeta cuya capacidad de asombro no tiene límites. Somos capaces de sorprendernos, y de sorprender, por muchos y variados motivos, y por mucho que éstos sean importantes, la capacidad de asombrarse aún puede aumentar en mayor medida. Es suficiente con que se den los ingredientes adecuados.

Esta capacidad de asombro ha tenido hoy un grado superlativo, cuando el Parlament (yo sí soy respetuoso con la cultura catalana) ha aprobado la prohibición de las corridas de toros en Catalunya a partir del año 2012.

La decisión del parlamento catalán ha sido la corná catalana más cruel que jamás se podía asestar a nuestro Estado de Derecho y, más particularmente, a nuestra Fiesta Nacional, cuyos beneficios económicos para las arcas del Estado están ahí. Y eso es innegable. Nadie, con un mínimo sentido común, puede negar este hecho. No obstante, recordaré las palabras que hoy mismo al respecto pronunció Miguel Sebastián, Ministro de Trabajo. Si bien ha mostrado el máximo respeto por la decisión adoptada por el Parlament de Catalunya de prohibir las corridas de toros, también ha advertido del perjuicio económico que tendrá esta medida.

"Tenemos que respetar las decisiones que toman las comunidades autónomas. Así, respeto la decisión de Cataluña, como respetamos la decisión anterior de Canarias, pero a nadie se le escapa que los toros tienen un valor económico y turístico, y por tanto habrá un perjuicio económico de esta decisión". Más claro, imposible.

La decisión catalana ha sido aprobada con los votos de la mayoría de los diputados de CiU, ERC, Iniciativa per Catalunya Verds y tres del PSC. Han votado a favor de continuar las corridas la mayoría del PSC, siete diputados de CiU, PP y Ciutadans.

De entrada, esta decisión me parece ilegal, inconstitucional, intolerable, injustificada, in…, in…, in…

Para empezar, atufa a política, pero no a política de verdad, ni a una verdadera política parlamentaria. No. Esto huele a intereses creados, a un intento estúpido y gilipollas (con perdón) de desmembración territorial del Estado Español. Al trasluz, tras esta corná se aprecia un evidente síntoma de disección autonómica dentro de la ‘España de las autonomías’. Los partidos catalanes independentistas han buscado, al abrigo equivocado y erróneo de la senyera, una forma de intentar que Catalunya se diferencie del resto de las Comunidades Autónomas. Han sido, sencillamente, torpes. Muy torpes.

Con esta medida tan amanerada sólo han logrado que todo el personal que en Catalunya vivía de la Fiesta, en breve pase a engrosar las listas del Servicio de Empleo de Catalunya. Un triunfo que beneficia tremendamente a la economía nacional. Aumentar la lista de desempleados es todo un mérito. Un mérito para la estupidez supina. Un mérito totalmente incompatible con una región vanguardista, industrial, innovadora, cosmopolita. Catalunya reúne estas características pero también tiene una metástasis en sus entrañas: sus partidos independentistas.

Se creen muy liberales porque según ellos velan por los intereses de los animales. Eso no se lo creen ni hartos de sidra. Sólo buscan su interés particular, su minuto de gloria en los medios de comunicación al amparo de medidas estúpidas y sin sentido. Llegados a este punto, supongo que esta caterva de insensatos no consumirán pescado porque para comerlo se ha tenido que pescarlos y arrebatarlos de su medio natural. Y lo mismo, cordero, ternera y toda clase de animales cuya gastronomía esta más que probada. ¿Y qué me dicen también del famosísimo ‘rabo de toro estofado’? De entrada, les recordaré que el toro de lidia, nace y crece para la Fiesta. De lo contrario, esta raza no existiría. ¿Se han enterado?

Pero aún voy a ir más allá. Hay que dar una vuelta más de tuerca. La Constitución Española que abarca a todo el territorio nacional (el catalán incluido) cuenta entre sus derechos más elementales el reconocimiento de libertad de todos los ciudadanos. Libertad de expresión, libertad de movimiento, liberta de decisión. ¿De dónde se sacaron, por tanto, la legislación para prohibir que los ciudadanos de aquella Comunidad asistan a los toros?

La democracia constitucional tiene esta enorme ventaja. La capacidad de libertad. El ciudadano elije y decide: asistir o no asistir; hablar o callar. Pero la democracia es totalmente incompatible con las prohibiciones dictatoriales amparadas en intereses individuales y minúsculos. El ciudadano tiene la obligación constitucional de ser un individuo libre. Si quiere ir que vaya, y si no, que no lo haga. Pero no tiene ninguna ciencia que se lo prohíba de entrada. Es una tremenda contradicción, cuyo peaje asumiremos todos los españoles sin distinciones.

La fiesta de los toros no es propiedad exclusiva de España. Repaso rápidamente la prensa francesa, la portuguesa, y la hispanoamericana. Se percibe un denominador común. Catalunya en el punto de mira. ‘Es una derrota para la fiesta brava, pero que ocurre en un sector de España de mínima tradición taurina. La afición por los toros sigue gozando de buena salud en el resto de España’, ha expresado Víctor Diusabá, autor del libro "El toro de lidia en Colombia".

La lidia de toros llegó a América en el siglo XVI, de la mano del dominio español. Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y, sobre todo, México, son los países donde la fiesta arraigó más y donde sigue gozando de mayor popularidad. En el Cono Sur, el intento fallido de establecer la lidia de toros se ve encarnado en la plaza de Colonia de Sacramento, en Uruguay, un espectro en ruinas que albergó sólo ocho corridas entre 1910 y 1912, hasta que el presidente José Batlle y Ordoñez, nieto de catalanes, prohibió las corridas.

México es el país del mundo con más ganaderías, más de un centenar, y su capital cuenta con la mayor plaza de toros, la Monumental, con un aforo que puede alcanzar las 48.000 plazas (las Ventas de Madrid puede acoger a 23.000 espectadores y la Maestranza de Sevilla a unos 12.000).

Don Neto, seudónimo de Ernesto Navarrete Salazar, de 92 años, es el más veterano periodista taurino de México y considero que la decisión de Cataluña no es una amenaza para el resto: "la fiesta de los toros, que se inició en Creta y que ha tenido a través de los siglos la resonancia que ha tenido hasta ahora, es imposible que desaparezca".

En cambio, Rodrigo Urrego, cronista taurino colombiano, cree que la prohibición es una "decisión muy grave, que amenaza la existencia de los toros y puede afectar en otros países".

Regresemos a España tras este periplo por tierras hispanas. Una eterno rosario de opiniones de diferentes líderes políticos de toda la geografía nacional también han coincido en un mismo punto. No se pueden prohibir tan alegremente una fiesta cuyas raíces están tan afianzadas en la cultura española. A pesar de eso, también se respira un más que sensato respeto a las decisiones adoptadas en el Parlament.

Se puede ser antitaurino o no, pero de ahí a prohibir hay un abismo. Una notable diferencia que es importante considerar. Amén de las repercusiones económicas que lleva aparejada la fiesta taurina. ¿Alguien piensa en prohibir el fútbol porque los estadios suelen ser un nicho que genera violencia? ¿Verdad que no? La gente que quiere asistir al fútbol, asiste. Quién no quiere asistir o a quién no le gusta no asiste. Pero ¿quién se atreve a proponer un debate en torno a la desaparición del fútbol?

Otro ejemplo. ¿Cuánto dinero están costando al erario público los enfermos víctimas del tabaquismo? Mucho, ¿verdad? Pero a nadie se le ocurre prohibir el tabaco. Se les acorta el espacio como es lógico, pero a nadie se le ocurre prohibirlo terminantemente. Bernat Soria, ex ministro y actual director del Programa Andaluz de Investigación en Terapia Celular y Medicina Regenerativa de Andalucía, ha manifestado que el ictus es "la segunda causa de muerte en España y la primera en las mujeres" y ha apostado por adoptar "hábitos de vida saludable" como método de prevención. Pero a pesar de estos datos tan letales, a nadie, absolutamente a nadie, se le ocurre abrir la caja de los truenos. Guárdense bien de intentarlo.

Poderoso caballero es don dinero.

Insisto: la medida que adoptó hoy el Parlament huele a política barriobajera. Si con ello han pretendido separar a Catalunya de España, creo que tomaron la senda equivocada. He leído que el PP está dispuesto a plantear un recurso ante el Tribunal Constitucional. Y no andan desencaminados. Alguna vez tendrían que acertar en sus decisiones.

Sin duda, si me tuviera que quedar con una reflexión final seria la del propio President Montilla. Él votó en contra la abolición de las corridas de toros en Cataluña porque cree en "la libertad" y en la decisión de los ciudadanos antes que en una imposición legal.

Habrá que esperar a mañana. La prensa seguirá vertiendo ríos de tinta. Estoy seguro. Los torpes escribirán a favor de esta ridícula prohibición. Los sensatos, a favor. Pero todos estaremos unidos por un mismo abanico: nuestra Carta Magna, que no separa, aglutina; que no divide, une; que no aísla, reúne.

Y los que no entiendan este lenguaje constitucional, dentro de la idiosincrasia particular que ofrece la diversidad territorial de España, sólo tienen un camino: rectificar y enmendarse. De lo contrario, están abocados al mayor de los fracasos. Sólo es cuestión de esperar. El tiempo los pondrá en su sitio. Seguro.


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