Amy Ryan y Ed Phoerum están enamorados. Aunque la diferencia de edad es muy grande esto no impide que ambos se sientan perdidos el uno sin el otro. Pese a que muchas veces están separados en la distancia, los mensajes y videos que se mandan consiguen unir sus corazones y almas. Una enfermedad llevada en secreto por uno de ellos con posterior fallecimiento hace que todo cambie, bueno todo no. El encuentro físico ya no va a darse pero siguen comunicándose a través de regalos, disquetes y videos que previamente se han grabado anticipándose a la muerte. Amy visitará los lugares que compartía con Ed, recordando los buenos y malos momentos que se sucedieron allí. Conocerá aspectos de la vida de Ed que él mantenía en secreto o que al menos no reveló en persona. Toda una serie de indagaciones y pesquisas que llevarán a Olga Kurylenko al fondo de la verdad de su profesor y a enfrentarse con algunos episodios de su vida pasada que trata de olvidar como el accidente automovilístico que causó la muerte de su padre y que le llevó a aceptar papeles de alto riesgo en el cine como especialista. Aun se siente culpable de tan terrible desgracia.
Ed ya no está pero eso no evita que desee ayudar a su querida enamorada. Consigue colarse en su vida con mensajes que intentan evitar que nunca se sienta sola, apoyándole en los mejores y peores momentos de su vida como si en el fondo estuviera a su lado, como si no hubiera cambiado nada. Por desgracia como la vida misma los bajones existen y un riña entre ambos consigue separarlos por un tiempo cortándose el grifo de la comunicación. Nadie parece ayudar a Amy, nadie se pone de su lado siguiendo fielmente las instrucciones que Ed dio. Al final un incidente inesperado consigue arreglarlo todo reestableciéndose la relación a distancia, entre un vivo y el recuerdo de un muerto.
Gracias a su ayuda final, consejo, comprensión y compañía, Amy acabará sus estudios de astrofísica doctorándose con muy buena nota. Parece que el plan ha funcionado. Los deseos de Ed han triunfado y han derrotado a la misma muerte.
La correspondencia me recuerda en cierta manera a Postdata, te quiero en el tema de ese amor verdadero que rompe las barreras de la muerte y que se convierte en infinito. Aquí sucede lo mismo pero el guion es más complicado, menos USA. El gran cineasta Giuseppe Tornatore, ha usado el drama como complemento de una historia que podría catalogarse como casi de ciencia-ficción con un misterio inicial que se soluciona demasiado pronto y que luego se transforma en una historia de uso de kleenex a mansalva. Todo lo que sucede, todo lo que acontece es movido y promovido por el amor y un cariño desmedido entre un hombre y una mujer. Una lección que sirve de ejemplo y que marcará la vida de Amy ayudándole en su futuro, con reconciliación con su madre de propina. Solo con la superación de la pérdida de Ed, en cuerpo porque su alma y recuerdo es inmortal, podrá pasar página. La música del genio Ennio Morricone abarrotada de temas a piano pone banda sonora a una etapa en su vida que no quiere olvidar, coronando una relación perfecta en donde los sentimientos son lo más importante, donde el sentido y la sensibilidad se respiran en el aire. Donde manda el corazón y no la cabeza.
Jeremy Irons no pierde nunca su potente halo de magnificencia. Es padre sustituto, amante y amado y en todos esos papeles cumple a la perfección. Jamás se le reconoce debilidad alguna pese a que está a punto de abandonar este mundo. Tal es así que en sus peores y últimos momentos siempre hay algo que no permite verle. O bien la cámara está rota o bien él ha decidido conscientemente no mostrar su verdadera cara, acosada por la enfermedad. De esta manera su bella imagen y su recuerdo no serán afeados por extraños males y pesares. Así es La correspondencia. Belleza infinita sin mácula.
Tags: Amy Ryan, Estrenos 22/07/2016, Giuseppe Tornatore, jeremy irons, Olga Kurylenko, Shauna Macdonald