La corrupción de los políticos no es un reflejo de la corrupción existente en la sociedad, sino justo lo contrario. Es la clase política la que, tras corromperse hasta extremos nauseabundos, ha contaminado el país y ha infectado a la sociedad, cometiendo un inmenso crimen contra la decencia y la limpieza democrática. ---
Estaba mucho mas hermosa guardando silencio y haciendo como que gobernaba Madrid, sin armar ruido, sin que nadie se diera cuenta que tal vez estaba allí por ser la esposa de José Mari Aznar, pero la muerte trágica de cinco niñas en el Madrid Arenas, instalación alquilada por el Ayuntamiento que usted preside a un amigo del poder, la ha desquiciado como alcaldesa y situado ante las cámaras, donde, lógicamente, pierde los papeles porque carece de altura política. Ahora ha dicho usted la injusta estupidez supina de que "la corrupción de los políticos es un reflejo de la sociedad", como queriendo afirmar que "nosotros, los políticos, no somos peores que ustedes, los ciudadanos".
¡Maldita sea! Los pobres ciudadanos no tienen cámaras ni periodistas que recojan sus protestas y criterios, pero desde este blog disidente, empeñado en regenerar la democracia, vamos a responder con la verdad a la esposa de Aznar, prestando voz mediática a millones de ciudadanos honrados que sentimos repugnancia cuando somos comparados con los políticos.
La sociedad española era decente hace cuatro décadas. La gente devolvía las carteras, cuando se las encontraba, y dormía con las puertas de sus hogares abiertas. Cuando el tendero se equivocaba y te daba una peseta de más en la vuelta, regresabas para devolvérsela. Tu madre te obligaba a hacerlo y tu aprendías aquello de "pobres pero honrados", lema heroico del pueblo durante varias generaciones. Hasta que llegó lo que ustedes llaman la "democracia", sin que nunca lo haya sido, y las cosas empezaron a torcerse. Hoy basta echar un vistazo al país para darse cuenta que el panorama es distinto y aterrador, que la gente aprende ha aprendido a robar, a utilizar trucos y trampas y a odiar a los políticos. Los españoles saben que vuestros privilegios son hirientes, que habéis olvidado la obligación de ser ejemplares que conlleva el liderazgo, que la corrupción ha anidado en casi todos los rincones de España y que la ley, aunque el monarca diga lo contrario, no es igual para todos, sino benévola y olvidadiza con los poderosos e implacable con los débiles.
Ante el desolador panorama español, donde un día si y el otro tambien estallan escándalos que demuestran, mas allá de toda duda que la clase política esta infectada de corrupción, afirma usted que "la corrupción de los políticos es un reflejo de la sociedad", pero yo le digo que es justo al revés, que toda corrupción existente en la sociedad es resultado de la corrupción política, que ha descendido desde la cúspide del poder a la base popular y que ha contaminado primero a los partidos y a las instituciones del Estado para terminar infectando hasta a los funcionarios, campesinos, empleadas de hogar y porteros de viviendas.
Este país, el que han construido ustedes, los políticos, que han tenido en sus manos todo el poder, desde el presupuesto a las armas, sin olvidar las leyes, la policía, los servicios de inteligencia y los miles de recursos del Estado, esta plagado de injusticia, violaciones a la Constitución, corrupción y atentados contra los derechos fundamentales. Desde 1978, con mas o menos intensidad y sutileza, la clase política ha estado enviando al pueblo español un mensaje tan obsceno como nítido: "mas importante que estudiar u obtener un título universitario es ser amigo del poder y obtener así privilegios y ventajas de todo tipo".
¿Se acuerda usted de cuando dijo Carlos Solchaga, ministro de Felipe González, que España era el país donde uno podía hacerse rico más rápidamente? La fiesta de la corrupción había empezado antes, en tiempos de UCD, pero con Felipe alcanzó una velocidad de crucero temible y tenebrosa, que pronto empezó a mostrar estragos visibles como el robo de los fondos de los huérfanos de la Guardia Civil, los asesinatos del terrorismo de Estado, las tropelías del gobernador del Banco de España, las fechorías de la responsable del BOE, los FILESAS y decenas de casos mas, sin contar los miles que nadie conoce porque los políticos aprendieron pronto a robar sin dejar huellas.
El pueblo, al ver aquello, abrió los ojos y reaccionó de dos maneras: unos se escandalizaron y dieron un valiente paso atrás para no participar en el festín de los chorizos, pero otros muchos se contagiaron con el ejemplo del liderazgo y cayeron en la tentación. ¿Quien no conoce a empresarios obligados a pagar comisiones para ganar concursos, obtener subvenciones o lograr recalificaciones, concesiones y licencias? ¿Quien no conoce a recaudadores de los partidos políticos que, en nombre del colectivo, pidieron comisiones a cambio de dinero público? ¿Sabe usted que, según algunos estudios hay más de 10.000 políticos españoles con patrimonios tan ricos y crecidos en tan poco tiempo que son inexplicables? ¿Sabe usted que de cada diez casos de corrupción reales, ni siquiera uno ha llegado a los tribunales y que la inmensa mayoría de los sinvergüenza que, como usted, militan en los grandes partidos, han delinquido con impunidad y siguen en libertad, sin que nadie les haya reclamado ni siquiera el dinero que han robado al pueblo?
¿Es el pueblo o son los gobernantes los que indultan a policias torturadores y a kamikazes, desde bufetes gestionados por gente próxima al poder? ¿Es el pueblo o son los políticos los que cometen la indigna injusticia de recortar servicios básicos, subir los impuestos y bajar los salarios antes de cerrar una sola televisión pública? ¿Es el pueblo o son los políticos los que están cerrando miles de empresas españoles a las que no les pagan las deudas? ¿Es el pueblo o son los políticos los que han saqueado las cajas de ahorro, despilfarran sin medida y están endeudando al país por varias generaciones? ¿Es el pueblo o el gobierno el que prefiere rebajar la calidad de la enseñanza y de la sanidad, antes que eliminar los 300.000 puestos de políticos enchufados, con carné de partido, que están colocados en el Estado, sin aportar nada al bien común?
Debería usted recordar que en democracia el pueblo es el soberano y que tiene derecho a la verdad, lo que significa que engañarlo, como usted ha hecho al comparar al verdugo con la víctima, comete usted un delito contra la decencia democrática que aunque en España no esté tipificado, no deja de ser un atentado contra la ciudadanía y el civismo.
No entiendo como tiene usted la desfachatez de decir que la corrupción de los políticos es reflejo de la sociedad, cuando lo que ha ocurrido en España es que la sociedad ha sido contaminada a infectada por una clase política cuyo comportamiento, a juzgar por lo que se está viendo y denunciando, ha sido indecente, indigno y propio de asociaciones de malhechores?
La única explicación para que usted diga lo que dice es la que también explica su escasa pericia como gobernante de Madrid y su torpeza en la gestión del terrible caso del Madrid Arena. Usted puede haber sido una magnífica primera dama, esposa digna de un presidente de gobierno, pero le ha perdido la ambición y ha querido usted emular a su marido ocupando puestos para los que no está preparada. Retorne usted al silencio y a la discreción y verá como España le sigue respetando, pero no participe en las grandes mentiras del poder, no engañe mas al pueblo, que con Zapatero, Rajoy y los medios de comunicación sometidos tenemos ya bastante mentira en la dieta.