Manifestación contra la corrupción en Madrid / Jorge París
“Pero, Spain is different?” Nos hemos preguntado siempre los españolitos de a pie. Que aquí no dimite ni Dios, que nadie tiene este sol, que no hay forma humana de beberse un cubata decente fuera de las fronteras ibéricas o que en casi ninguna parte se come a las tres de la tarde. ¿La corrupción es diferente? ¿Sólo somos nosotros los grandes expertos en el arte del mangoneo? Pues no señores y señoras, no estamos solos en el universo. Aunque ‘mal de muchos consuelo de tontos’, podemos empezar a buscar aliados en cualquier país del mundo para limpiar las instituciones.
A grandes rasgos, podríamos decir que todo el planeta percibe la corrupción de su gobierno como un problema bastante extendido, en mayor o menos medida. En la lista, elaborada por Freedom House en 2013, aparecen incluso países en los que la libertad de prensa es real. Entre ellos, destaca por la alta percepción de la corrupción la República Checa (agárrense, el 94%) y por lo bajo, cómo no, Suecia, donde sólo el 14% de la población cree que hay corruptos en el gobierno. Y parece hasta un poco alto para ser Suecia, ¿no?
Si se tienen en cuenta los países con una libertad de prensa lejos de lo ideal, la cosa cambia. Es lo que afirma la consultora Gallup en su informe sobre corrupción en el mundo. En los países sin libertad de información, los resultados no se pueden tener muy en cuenta porque quienes responden pueden estar evitando criticar a su gobierno.
Si nos quedamos en los Estados con una prensa libre, los europeos son los que menos perciben que la corrupción esté extendida. A los suecos les siguen los daneses, que juntos son los que menos ven el fraude como problema endémico. Los escandinavos, tradicionalmente, ven a sus gobiernos relativamente libres de corrupción. Pero al mismo tiempo, República Checa o Lituania, también europeos, están en el top 10 de percepción de un gobierno podrido de billetes de dudoso origen honrado. Lo de Lituania no es nada nuevo, Transparencia Internacional (TI) ha criticado muchísimas veces la falta de progreso del país báltico en la lucha contra la corrupción en varias instituciones: desde el sector sanitario a la policía.
Fuera de Europa, Ghana, Sudáfrica, Costa Rica y Corea del Sur son los países donde la población percibe niveles más altos de corrupción. Estados Unidos no está entre los primeros puestos de la lista, pero el 73% de los estadounidenses estima que la corrupción está cada vez más presente en sus gobiernos. ¿Y España?
Ocupamos el puesto 40 de la clasificación mundial en percepción de la corrupción, donde 1, Dinamarca, es visto como el menos corrupto y Somalia como el más. Empresarios y analistas le dan a España 59 puntos en corrupción del sector público (100 significa muy corrupto y 0 muy limpio). Por delante de nosotros está Polonia y por detrás, Cabo Verde.
TI considera que nuestro país necesita una regulación más dura en materia de financiación de los partidos políticos y que se destinen más recursos a los mecanismos de vigilancia. ¿Cómo? Modificando la ley electoral con una reforma “que acabe con las listas cerradas” y mejore la proporcionalidad. El control interno de los partidos debería ser neutral y más democrático. Por ejemplo, la organización recomienda que las primarias “estén abiertas a la gente”.
En cuanto al poder judicial, TI urge a la despolitización del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional (los independentistas catalanes tienen aquí un argumento estupendo). Y en el acceso a la información, la entidad ve necesaria más transparencia, que podría adaptarse mediante un plan estratégico que estimule la participación ciudadana. Para eso, imprescindible “una ley de protección a los denunciantes”. Regeneradores del mundo, tomen nota.