En los casos más conocidos de corrupción en España aparecen empresarios y políticos de distintos grados y partidos, muchos de los cuales han sido maestros o profesores de instituto y universidad, o están relacionados con ellos.
Actualmente se instruyen unas 1.700 causas de corrupción con cerca de 550 imputados con una veintena de ellos en prisión. Andalucía es la Comunidad con más causas, unas 500, y La Rioja con menos, cuatro.
Todos los partidos están implicados, y la suma de lo robado por gente del PP, por ejemplo, incluyendo los famosos casos Gürtel, Púnica o Bárcenas, no llega a la suma de la del PSOE con Mercasevilla, los ERE y similares.
Sobrevolándolos se descubre que dentro siempre tienen enseñantes; un ejemplo es el caso Púnica, cuyo creador, Francisco Granados, fue segundo de Esperanza Aguirre.
Granados era recibido con afecto y admiración en algunos tribunales madrileños: es que su mujer es profesora universitaria.
Como se ha descubierto ahora al levantarse el secreto del sumario, el juez decano de Madrid José Luis G. Armengol, le pidió a Granados que su “famiglia” le echara una mano a su hijo, mal estudiante.
Todos los casos son similares: un juez le lleva al maestro un pollo y/o un jamón para que le apruebe al infante; el director de un banco, además del jamón 5J le concede un crédito excepcional al profesor de su heredero tarambana, y otro padre le presta un local para la agrupación del partido.
Así se forma una gigantesca red de favores que algunos profesores aprovechan para entrar en política y hacer choriceo-jamoneo-suizeo. Como además la enseñanza es muy endogámica, esos enseñantes se ilustran y protegen mutuamente.
La corrupción empieza en algunas escuelas: la enseñanza, sí, es carrera de gran porvenir. Además de a los viejos políticos, que se lo pregunten a los de Podemos.
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