¡Hola, amig@s!
Nos trasladamos en nuestra máquina del tiempo particular, la literatura, hasta el Madrid de 1805-1807, a los preámbulos de la invasión francesa y de la Guerra de la Independencia. No temáis, no estaremos solos. Gabriel de Araceli nos hará los honores. No podríamos contar con mejor anfitrión.
Y sus vivencias en Madrid, centrándose en los acontecimientos de 1807, serán el centro de su narración..."Sin oficio ni beneficio, sin parientes ni habientes, vaga por Madrid un servidor de ustedes."
Tras la batalla de Trafalgar viene a dar Gabriel a la Corte en busca de fortuna. Pronto le tomará a su servicio la sin par Pepita González, la González, cómica del Teatro del Príncipe, muchacha sensible, caritativa, de buen corazón y, en cuanto a gustos teatrales, declarada miembro del bando antimoratinista. De hecho, entre las muchas y variadas ocupaciones diurnas y nocturnas que su ama le encomienda se encuentra la de participar de forma activa, y ruidosa, en la manifestación que ella misma y otros cómicos y autores fraguan con el fin de boicotear el estreno de El sí de las niñas, empresa que, para el bien de Moratín y del teatro español, será un fracaso.
"¡Perdón mil veces"... No lo quiero decir: que comprenda el lector mi ignominia y me juzgue."
A través de su ama entrará Gabriel en contacto con miembros de la Corte y podrá estar al tanto- es un muchacho de entender rápido y un muy buen observador- de lo que se está gestando. Entre los habituales de las reuniones en casa de Pepita se encuentra Isidoro Máiquez, actor del Príncipe como Pepa, y dos bellas damas, Lesbia y Amaranta- nombres fingidos, ya que prefiere por decoro mantener su anonimato-, condesa y duquesa respectivamente. Es la condesa partidaria del Príncipe de Asturias, Fernando VII, y la duquesa amiga de los Reyes padres. También se unirá al grupo el ridículo señor marqués, tío de Amaranta, "personaje que no podía estar en sosiego si no realzaba a todas horas su personalidad, sacando a relucir a tontas y a locas los negocios diplomáticos, en que se creía un experto", y el jovial y bullanguero don Juan de Mañara.
A través de las vivencias de Gabriel con estos personajes en Madrid y en el Escorial, en donde se cuece la conspiración contra Godoy y los Reyes padres por parte del Príncipe heredero, iremos descubriendo las intrigas palaciegas y políticas- además de otras intrigas amorosas- y las opiniones que se tienen de los protagonistas del momento: Carlos IV y la reina María Luisa, Godoy, Fernando y el emperador Napoleón.
El ministro Godoy, los Reyes padres, Carlos IV y María Luisa, y el príncipe heredero, Fernando VII
Pero además Gabriel está en contacto permanente con el pueblo, que también tienen sus pareceres al respecto de la situación y que resultan irónicamente cómicos a la vista del desarrollo posterior de los acontecimientos. Por un lado los adjetivos con los que se refieren a Godoy, aparte del oficial de Príncipe de la Paz, son de lo más elocuentes: choricero, polígamo, corrompido, un acá y allá, pelambrón, enredador,... y otros del mismo jaez. Y la visión que de Napoleón y los acontecimientos por venir muestran puede calificarse quizá de un tanto ingenua...
"¡Van a conquistar a Portugal! Es para volverse loco de alegría."
Gabrielillo, ya con dieciséis años en 1807, es un muchacho bien dispuesto, diligente, servicial y con evidentes ganas de medrar. Si otros han medrado al contar con los favores de una dama poderosa- haciendo clara alusión a la relación de Godoy con la reina- por qué el no. Al entrar al servicio de Amaranta- que pretende manejarlo a su conveniencia- ya se ve convertido en un gran hombre, gobernando algún país o con "un reinito chico" que le pueda caer. El cuento de la lechera en el siglo XIX."(Napoleón) quiere mucho a España y se desvive por hacernos felices."
Pero Gabriel, que anda dando tumbos entre su amor a Amaranta y a Inés, se dará cuenta que la honestidad y la virtud han de ser su bandera. Inés es una humilde y sencilla costurerilla que vive con su madre doña Juana y su tío, el padre Celestino, que sin desfallecer en su ánimo se halla a la espera de un puesto de clérigo que Godoy le prometió a su subida al poder, hace ya catorce años. La sensatez de Inés va templando el carácter apasionado, ingenuo de Gabriel, no exento de cierta vanidad que se muestra como marca de la casa, como vicio nacional. No tengo del todo claro que lo hayamos erradicado...
La gallina ciega, de Francisco de Goya
Pero se logra empatizar y simpatizar con Gabriel. Es, quiere ser, básicamente honesto con el lector, al que con frecuencia interpela y al que no desea ocultar sus propios errores. Y se le agradece.A decir verdad, después de haber leído el año pasado el primero de los Episodios Nacionales, Trafalgar, emprendí la lectura de este segundo con entusiasmo. Y don Benito no me ha defraudado. Es más, puestos los dos títulos en la balanza diría que este segundo me ha gustado incluso más. La mezcla que el autor hace en este volumen de la novela realista, de la que es claro representante, y de la novela bizantina- huérfanas humildes que resultan ser de noble origen, intrigas amorosas, ardorosas cartas que se desvían de su objetivo,...- da como resultado una obra amena, entretenida,... a la par que muy instructiva."Lector: cuando leas esto, te suplico que te despojes de toda benevolencia para conmigo. Sé justiciero, implacable (...)"
De la maestría y genialidad de Galdós poco o nada queda ya por decir, así que solo me resta animaros a probar. Crea adicción.
Mi agradecimiento a Mónica por organizar esta magnífica lectura conjunta y a Isi que el año pasado nos inició en este proyecto con los Episodios Nacionales.
¡Gracias a tod@s por vuestros comentarios! Nos leemos...
Marcapáginas 208