Confieso que no había oido hablar de «La cortesía de España» hasta que, hace unos meses, la Compañía Nacional de Teatro Clásico presentó su programación para esta temporada; en mi descargo, hay que recordar que su autor, Lope de Vega, escribió centenares de comedias (mil ochocientas, según Juan Pérez de Montalbán, su editor). Soy de los que cree que, salvo excepciones muy contadas, si una obra no ha trascendido a través de los siglos. No creo en las «recuperaciones» o los «descubrimientos» milagrosos. Pero no es un dogma, claro.
El de «La cortesía de España» no es un desenterramiento propiamente dicho. Es un texto conocido; Laila Ripoll, que la ha adaptado para la puesta en escena de La Joven, contó en la presentación del espectáculo que ella misma había participado en un montaje realizado en la RESAD hace unos años. El texto es, como ha dicho mi admirado Javier Villán, un Lope de Vega menor. Pero, en todo caso, es un Lope de Vega, así que el calificativo de «menor» es cuando menos relativo.
La obra cuenta una historia de amores cruzados, con un personaje, Don Juan (el protagonista masculino), que presenta virtudes radicalmente opuestas a las de su tocayo más famoso, el personaje de Zorrilla. Don Juan (el de Lope) conoce a su dama, Lucrecia, cuando ella está siendo víctima de un ataque felón y traidor. La salva de la muerte y en ese momento -su condición de español le obliga- se convierte en su servidor y protector; hasta tal punto lleva esta actitud que, aun enamorándose de ella, renuncia a su amor por ese espíritu servicial.
Es difícil sacar de su contexto esta obra, en la que se mezclan además temas propios de la época como el honor o la venganza. De hecho, cuando Don Juan justifica su actitud el público recibe sus palabras con risas burlonas, por lo huecas que suenan hoy en día la mayoría de sus frases. Aun así, sobre una versión limpia y directa de Laia Ripoll y con la complicidad entusiasta de los actores de La Joven, Josep Maria Mestres ha moldeado un espectáculo dinámico y muy entretenido, con los personajes perfectamente dibujados y definidos, y el doble relato de sus idas y venidas bien resueltos.
La Joven Compañía de Teatro Clásico es un proyecto sobresaliente, de cuyas filas han salido actores como Eva Rufo o David Boceta. En «La cortesía de España» la interpretación fue de menos a más, tanto en la forma de decir el verso como en la encarnación de los personajes, tan alejados de lo actores (y por ello tan complicados). Me gustaron Álvaro de Juan, Natalia Huarte y Francesco Carril; no me gustó, sin embargo, el concepto del personaje de éste último, al que -supongo que eran indicaciones del director- se le da un aire cómico que por momentos le convierte en una suerte de gracioso, cuando la intención del autor, supongo, era destacar su nobleza y su hidalguía. Pero esta «Cortesía de España» es recomendable y nos muestra otro rostro de Lope de Vega.