Esta céntrica calle, que se ubica a partir de la calle de Santa Clara y llega hasta la Calle de San Pablo, tiene unos orígenes que considero dignos de comentar.
Según el Diccionario de la lengua castellana, la palabra CORTINA es "la parte de muralla que se halla entre dos baluartes".
Teniendo en cuenta que un baluarte es una pequeña fortificación construida en la parte alta de un muro o esquina de un castillo o fortaleza para defender una entrada, montar una guardia, etc. ; tenemos que recordar el tramo de muralla que existió entre las Puertas de Santa Clara y la de San Pablo hasta finales del Siglo XVIII, al que se llamaba "Cortinas" porque, además, fueron terrenos cercados que se sembraron mucho tiempo.
Pero, centrémonos en la definición de los antecedentes más significativos de Las Cortinas de San Miguel: A comienzos del Siglo XIX este lugar fue un cementerio, como queda reflejado en diversos acuerdos municipales, de entre los que extraemos uno de fecha 5 de enero de 1838 "Designación de la renta por ocupación de la Cortina de San Miguel para cementerio: por don Manuel López y vecinos y labradores del arrabal de San Lázaro se manifiesta en cumplimiento de lo acordado por el Ayuntamiento para tasar la renta de la indicada Cortina de San Miguel que reclama su dueño José Pérez Díaz que lo que puede valer por ella atendidas todas las circunstancias es la cantidad de ciento sesenta reales anuales, y enterados dichos señores acordaron: que ésta sea la suma que se satisfaga a don José Pérez Díaz , librándole desde luego la correspondiente a los años de 1834, 35, 36 y 37".
Comprobamos que aquel cementerio, que tenía carácter provisional, había sido tomado en arrendamiento por el municipio a un particular, el cual, transcurridos más de cuatro años, reclamaba que se le pagara una renta cuya cuantía ni siquiera había sido previamente acordada y se recurrió a expertos para que la fijaran.
Establecido ya por aquellas fechas el Cementerio de San Atilano, el Ayuntamiento se apresuró a dar comienzo en éste a los nuevos enterramientos y trasladar a él las sepulturas existentes en las Cortinas de San Miguel, lo que produjo algunas desavenencias con el Obispado que, en enero de 1838 manifestaba en escrito al Ayuntamiento los inconvenientes que podían resultar de la exhumación de los restos de los cadáveres sepultados en las Cortinas de San Miguel, "tanto para la salud pública como por faltarse al decoro debido a los difuntos", porque, a su parecer, no había mediado el tiempo necesario para la completa desecación.
El Ayuntamiento aducía que "haciendo ya cuatro años muy cumplidos que dejó de enterrarse a los difuntos en el Cementerio provisional de las Cortinas de San Miguel, por haberse principiado a verificar en el General de San Atilano, se estaba en el caso de exhumar los restos de dichos difuntos, si se encontraban en estado de poderse desenterrar sin ofensas al decoro que se les debe; tanto por trasladarlos a otro punto más decente, como para evitar gastos municipales de arrendamiento."
Finalmente, indiquemos también que, en las Cortinas de San Miguel estuvieron instaladas dos plazas de toros en el siglo XIX.
Se dice que ambas desaparecieron pasto de las llamas, una se incendió accidentalmente y la otra la quemó el público enfadado porque no les gustó la corrida celebrada entonces.
Articulo de: Balbino Lozano