Los políticos andan revueltos, como siempre, pero sobre todo ahora que parece que ya hemos empezado la campaña electoral de unas elecciones que no se sabe cuando serán, si es que no son en marzo que es cuando toca. A los de derechas o centroderecha (por favor) les basta con remitirse a los datos y los hechos probados: "Estamos así de mal y ahora explíqueme de nuevo de quién es la culpa, a mi que me registren que yo dejé la caja llena...". La izquierda, bueno el partido gobernante que no es toda la izquierda, intentando sumar a quién sea cómo sea a la causa: "pérfidos banqueros (menos cuando nos perdonan préstamos), comprendemos a los indignados, nosotros no fuimos, tenemos la solución (pero no sé dónde la hemos puesto)"...
Mientras tanto parece que el oasis andaluz se está secando, J. A. Gómez Marín comenta un hecho alucinante, el caso de una subvención a una empresa concedida y pagada antes de presentar siquiera la solicitud. Magia de la familia del gobernante por lo visto.
Y de repente me encuentro con la noticia de que la Junta de Andalucía ha dado orden a los colegios de primaria de que los alumnos deben leer, cuanto más mejor. Lo leo de nuevo y no salgo de mi asombro, ¿a qué se dedicaban antes?
El periódico comienza así la redacción de la noticia:
En el mes de junio del año 2011, la Consejería de Educación andaluza considera necesario instruir a los colegios en la necesidad de que los alumnos sepan leer. Tan importante considera el aviso que ha enviado unas instrucciones a todos los colegios andaluces para 'ordenar' leer en Primaria. El razonamiento de la Junta de Andalucía es impecable: la lectura es "clave" para aprender; dicho en sus palabras: para "abrir las puertas a nuevos conocimientos".
Les ha costado darse cuenta de que el fracaso educativo comienza en preescolar prácticamente. Hace que uno se pregunte qué especie de inútiles hemos puesto al cargo de las políticas educativas en los últimos años. Ahora falta que vuelvan a ponerse de moda los diccionarios para que además de leer, entiendan lo que lean, que esa es otra.
Y en los líos de la SGAE no me meto que sería muy largo. Con la que han dado en los últimos años que te pillen con las manos en el tarro de galletas debe dar mucha rabia. Por cierto, ese sumario parece que también dormía el sueño de los justos en un cajón de Garzón, el juez indignado (¿o era indignante?).