A veces me pregunto cuando pasé a ser un adulto y dejé de ser un niño a grandes rasgos. Ese niño inocente, risueño y sin ese ruido interior que ahora distorsiona mis voluntades más sinceras y naturales. No podría discernir exactamente el momento exacto en el que comencé a preocuparme solo por tener los pies en la tierra y olvidé apreciar aquello que me hacía sonreír como si no hubiera un mañana. Es posible que olvidara al creer conocer los peligros que me acecharían al aspirar conseguir eso, aquello que una vez vi y ya ni me acuerdo. O quizás porque no fui lo suficiente ingenioso para disfrutar de esta vida con la consciencia tranquila de un niño. Pero bueno, supongo que habrá cosas más importantes en las que pensar actualmente que divagar sobre lo bonito que fue la infancia. Por lo menos el hecho de no estar seguro sobre esta suposición, me demuestra en parte que algo de niño queda en mi interior. Y que queréis que os diga, eso es una tranquilidad muy reconfortante.
La cosa pérdida (en inglés, The Lost Thing) fue ganadora de un Óscar en 2011 a Mejor corto de animación. Sus aríificies/directores fueron Andrew Ruhemann, productor principalmente de numerosos documentales y algún que otro otro cortometraje como After the rain (Gaëlle Danis, 2006) o City Paradise (Gaëlle Danis, 2004) y cuya carrera pasó de nivel al producir un videoclip de Gorillaz, y Shaun Tan, el creador del guión de ésta delicia que os trae hoy CineYEAR, basado a su vez en un libro ilustrado del cual es autor también. Y digo delicia porque sus 15 minutos de duración son un mini-viaje de lo más agradable; Mérito principalmente achacado a la calidad de la animación y a la armónica y casi somnífera banda sonora. Una parábola digna de ser vista por aquellos que ven aún cosas perdidas por la calle y por aquellos que ya no recuerdan haber visto ninguna.
Vía: losjuevescorto