Confía ciegamente en la cosecha. Empapada de gozos, loca de lujuria, la cosecha alumbra prodigios, desoye la admonición del augur, previene al hombre de dioses,
dioses rudimentarios y caprichosos, escala el corazón, lo lame
y prende una luz en su altura más limpia.
En la cosecha residen las virtudes, la plenitud absoluta del amor, el libro de las horas, la noticia de la belleza y la evidencia del tiempo, abriéndose paso sobre el ruido y sobre la ceniza.
En la cosecha está la voz secreta del cosmos,
la que susurra y la que grita,
la voz de la intimidad de lo oscuro
y la voz de lo que a la luz vibra y procrea.
Confía ciegamente en la cosecha.
Entra en su templo y haz tu plegaria.