El limonero en su ciclo anual nos ofrece su puntual cosecha
arracimada en las ramas abatidas ya por el peso del fruto. He aliviado la
cabellera del árbol que ahora, tras la colecta de las pomas, se aligera y
contento se encara con el viento en su continua tertulia de vientos señalando augurios.
Las cajas colmadas de limones recogidos son un tesoro de luz
que iremos agotando hasta la próxima cosecha de verano en nuestro limonero de
cuatro lunas, siempre vibrante de vida durante todo el año, generoso en sus frutos refulgiendo desbordadas todas las ilusiones.