Me acerqué a este libro después de leer la reseña de nuestra compañera Kayena, ya habíamos comentado por diversas vías que el libro estaba resultando interesante, un novelón según sus palabras que no me podía perder. Y es que la blogosfera está llena de tentaciones, en forma de libros, de historias crudas, bonitas, almibaradas, pero tentaciones al fin y al cabo que hacen crecer hasta niveles desproporcionados nuestras listas de pendientes y de deseos lectores.
Sin embargo no me resistí al influjo de esta novela por dos motivos, porque me gustó la prosa de su autor en La bailarina y el inglés y porque el tema de fondo de esta novela siempre me ha apasionado y llevo muchos años tras su pista, así que ¿cómo me iba a resistir a un caramelo de semejantes proporciones? Pero sinceramente lo que no esperaba es la crudeza de la historia que me iba a encontrar, la realidad sin maquillar, sin concesiones, un relato tan aséptico y crudo que me erizaban el vello del cuerpo mientras me tenía atrapada entre las líneas de su texto, en el devenir de la trama y en el carácter y sicología de sus personajes, a cada cual más interesante y atractivo.
A pesar de haber charlado sobre la novela, debo reconocer la habilidad de Ana para sembrarte el gusanillo de la lectura sin revelarte cosas importantes de la historia, así que su lectura constituyó un golpe de efecto, porque me dí cuenta hasta que punto las informaciones internacionales en prensa, radio y televisión resultan insuficientes para hacernos una idea del conflicto árabe-israelí trasfondo de esta historia. Pero no adelantemos acontecimientos, vayamos paso por paso porque merece la pena.
El autor
Emilio Calderón, nació en Málaga en 1960, es historiador, editor y escritor. Durante diez años se dedicó exclusivamente a la literatura juvenil con títulos como "Romeo sin Julieta, o Continúan los crímenes en Roma.
En 2006 llega su primera novela para adultos El mapa creador, por la que recibió la beca de la Real Academia Española en Roma, que fue publicada en veintitrés países.
En 2007 publica El secreto de la porcelana y un año después El judío de Shangai con el que consiguió el premio Fernando Lara, que ya se ha traducido al inglés y cuyos derechos se han vendido también en Alemania, Holanda, Croacia, Rumanía y Ucrania.
En 2009 queda finalista del Premio Planeta con La bailarina y el inglés y recibe el Premio Micrófono de Plata.
En 2011 con Los sauces de Hiroshima cierra su trilogía asiática.
En 2012 da el salto a la novela negra, a mi parecer con un gran éxito y mucha aceptación en cuanto a los manejos de las herramientas del género.
Argumento.
En la zona más conflictiva de Jerusalén Este aparece el cadáver de una mujer con hiyab y con signos evidentes de lapidación. Lo que apuntaba a una rápida resolución si no se reavivaban los conflictos en la zona, comienza a enredarse conforme avanza la investigación, y los indicios apuntan a un ensañamiento innecesario con la víctima.
La trama comienza a complicarse con la aparición de un segundo cadáver, en este caso de un judío a las puertas de un hospital de Jerusalén. El periodista presentaba heridas de arma blanca en el tórax y estaba trabajando de incógnito en un articulo sobre el tráfico de órganos en Israel.
Sin embargo las alarmas se encienden definitivamente cuando en un parque de la ciudad aparece el cadáver de un hombre de procedencia caucásica al que se le han extirpado las córneas, y presenta una incisión a la altura del riñón. Todo apunta a que las tres muertes están conectadas y tratan de silenciar una realidad que corrompe altas esferas del Estado israelí.
La inspectora Sarah Toledano y su ayudante Lautaro Heller se ven inmersos a partir de ese momento en una espiral de acontecimientos que amenazarán sus propias vidas ya que ellos mismos serán objeto de la violencia de los grupos organizados. Nada es lo que parece en esta historia, en la que la intriga y la emoción están servidas pero también la crudeza de la realidad que se ofrece sin anestesia ni paliativos de ningún tipo.
El telón de fondo.
Decía al principio, que la principal razón para leer esta novela se encontraba en su ambientación, en el conflicto árabe-israelí. Mi interés por este tema se remonta a mis años universitarios, tuve la suerte de estudiar una carrera que me apasionaba, con unos profesores jóvenes y llenos de inquietudes. El temario era amplio, en ocasiones demasiado teórico e incluso aburrido, pero ellos encontraban la forma sin salirse de los márgenes establecidos, para hacernos trabajar por nuestra cuenta los temas y al mismo tiempo ofrecernos algún aliciente.
Creo que fue en la asignatura de documentación, se nos planteó la posibilidad de hacer un trabajo que sería una nota más de la materia, la verdad es que sobrados de tiempo no íbamos pero nos atrajo el estudio de los principales conflictos mundiales en ese momento, y aceptamos encantados, todos teníamos una fecha establecida para presentar el trabajo, maquetado en forma de revista y con informaciones interesantes sobre el conflicto a estudiar.
Pero mi tema no fue el conflicto árabe-israelí, sino el Ulster, que en aquella época comenzaba a vislumbrar un entendimiento que se produjo unos meses después. Tuve suerte de poder consultar una revista que editaba Renfe, Paisajes, y que traía unos reportajes trabajados con un rigor impresionante. Y en una de sus revistas también trataba el conflicto árabe-israelí que estaba estudiando mi mejor amiga.
A la entrega de mi trabajo, me zambullí de lleno en el de ella, mucho más apasionante que el mío y también mucho más complejo por la tremenda desinformación que practicaban tanto palestinos como israelíes. De aquella época y de aquel reto que salvamos de forma solvente, me quedo esa curiosidad en ocasiones malsana por lo que acontece en esa zona de oriente y que yo no vislumbro solución a corto ni medio plazo, y sin querer parecer muy pesimista, tampoco a largo, porque las diferencias están muy arraigadas incluso dentro de las mismas comunidades.
Y son esas diferencias las que el libro sabe plasmar a la perfección, al principio parece que el autor se muestra pro-árabe, sin embargo conforme va avanzando la trama se estabiliza su postura y nos damos cuenta que Emilio pretende presentarnos en toda su crudeza un conflicto en el que nadie lleva la razón y en la que los mismos protagonistas tienen posturas enfrentadas.
Y es que es posible encontrar entre los judíos defensores a ultranza del Estado de Israel, hasta el punto de intentar aniquilar a los árabes, pero también aquellos que abogan por abolirlo, por disolverlo, porque la Torá dice que la Tierra Prometida llegará después de la llegada del Mesías y no antes.
También entre los árabes hay división de opiniones, están aquellos que no conciben su existencia sin el Estado de Israel y los que cierran filas entorno a Hamas y son partidarios de tirar a los hebreos al mar. Son precisamente estas diferencias insalvables lo que hacen muy complicado un entendimiento, y las que hacen que el odio exarcebado se cobre vidas a ambos lados de las alambradas.
¿Es posible la convivencia en paz de ambas comunidades? Siempre he mantenido que si que es posible, pero sin tanto integrismo religioso por ambas partes, aboliendo alambradas, guetos y sobre todo dejando de invadirse los terrenos, nunca he entendido las colonizaciones hebreas, el porqué de esa necesidad de vivir en un territorio a la fuerza hostil, en el que la presencia de militares es tan necesaria como el aire que se respira, donde la muerte es una protagonista más del día a día. Y quizás lo que más me ha gustado es el apunte que hace este autor, de que la posible solución a este problema provenga de dar un mayor protagonismo a la mujer en política, porque ellas son madres y sabrían ver otras formas de acercamiento que no pasaran por las armas y las luchas, porque a ellas les arrebatan sus hijos y sus maridos.
La forma de exponer las luces y las sombras de este Estado sin duda me ha gustado, la crudeza con la que expone unos hechos que muchos desconocemos y tampoco tenemos ningún interés en conocer porque sacude nuestras conciencias. La opresión de la mujer en el islam, pero también en el judaísmo, la poca relevancia que tienen estas en la vida política y social donde deberían tener voz y voto. Cómo se silencian la voces femeninas que intentan cambiar la situación, movilizar a su género. Cómo se logra convencer a una mujer para que se coloque un cinturón con explosivos y se inmole, el poco valor de una vida femenina frente a otra masculina.
Sin embargo como ya he avisado nada es lo que parece en esta novela, los hechos se nos van presentando de forma cruda, sin piedad, se va desarrollando ante nuestros ojos una realidad que día a día viven muchos palestinos y muchos israelíes, una realidad que vemos de forma sesgada y según que bando mueva los hilos de la desinformación en su afán de ganarse el favor de la comunidad internacional.
Pero aunque este es un telón de fondo sumamente atractivo, el autor enmaraña más el ovillo, y se nutre de un hecho real para denunciar una práctica común en el Estado de Israel encubierta por las altas esferas. Y es que la pobreza y las dificultades terminan corrompiendo hasta a la más moral de las personas. Y este tema no es otro que el Tráfico de ilegal de órganos, que destapó un periodista sueco y que a punto estuvo de crear un conflicto entre ambos Estados.
Al ser publicado el articulo el propio Netanyahu pidió al gobierno sueco que se retractasen de la información, suerte que cayó la demanda sobre un país en los que la libertad de expresión y los derechos sociales están muy protegidos y la respuesta fue no silenciar ni retractarse del tema, y se conminó a Israel a investigar los hechos. Las investigaciones arrojaron luz sobre un negocio que estaba moviendo mucho dinero en el mercado negro.
Y es que tanto la religión judía como la musulmana, prohibe las donaciones y los trasplantes por lo que apenas hay donantes en ambas comunidades. Sin embargo cuando se trata de salvar la vida, la gente tiene pocos escrúpulos y se aferra a un clavo ardiendo, de ahí que sea necesario buscar donantes allende las fronteras, o incluso dentro de estas. Denunciaron los palestinos que cuando uno de los suyos moría en servicio a la patria les era devuelto con síntomas de haberseles practicado una autopsia, ¿que necesidad hay de hacerla cuando se conoce la causa de la muerte? Y de esa denuncia se hizo eco el periodista sueco y como no, también Emilio Calderón.
Pero la red no terminaba ahí, se reclutaban posibles donantes entre gente pobre, de ascendencia judía o musulmana, pero también en países en vías de desarrollo, los posibles beneficiarios gente con dinero que paga lo que es necesario por seguir viviendo. Los que se lucran de ello gente sin escrúpulos que se corrompen poco a poco y que no dudan en cometer delitos por tapar la fuente de ingresos y por seguir manteniéndola y un reflejo de todo ello podemos encontrar en la trama, perfectamente hilvanado y presentado de una forma cruda pero atractiva que mantiene al lector pegado a las páginas del libro, a pesar de ir recibiendo mazazos que le cortan la respiración, y sacude su conciencia cívica.
El titulo
Debo reconocer que cuando vi el título me pareció muy atractivo, pero poco podía imaginar a que hacía referencia, porque nunca me había sumergido en el mundo de los trasplantes de órganos. No se si la terminología médica es muy acertada o no, porque cuando descubrí de que se trataba no pude menos que horrorizarme.
Se que vivimos en una sociedad en la que la medicina ha avanzado tanto que es posible conceder una segunda oportunidad a alguien gracias a la generosidad de personas que han perdido la vida. Yo misma estoy a favor de la donación de órganos y me gustaría donarlos el día que a mi ya no me sean útiles. Pero de ahí a llamar a esa concienciación y ese reclutamiento de posibles donantes Cosecha, y a la persona que se dedica a tratar con los pacientes , o sus familiares cosechador... me parece una burrada y una salvajada.
Máxime si esto se saca del mundo médico y se extrapola al mercado negro donde mueve mucho dinero y no siempre se consigue de forma legal la donación. Después de descubrir el término me he encontrado en más de una novela con él, más recientemente en Deuda de sangre.
Los personajes
Si acertado es el enclave y el trasfondo de esta novela, no menos lo son sus personajes que se pueden palpar y tocar, personajes de carne y hueso con sus luces y sus sombras, llenos de matices, y de luchas internas que le dan un dramatismo y un realismo inusitado a la novela, a la par que fuerza y dinamismo.
Sarah Toledano: llega a Israel en la década de los noventa huyendo del paro juvenil de España, como ella se encarga de destacar su nacimiento en España es un puro accidente porque es judía sefardí y su familia después de ser expulsada de Marruecos emprendía su regreso a Israel cuando la abuela, embarazada, se afincó en Algeciras por no poder continuar camino. Después un cúmulo de coincidencias hicieron que nunca se volviera a emprender ese camino hasta que Sarah huyendo de una situación económica poco propicia decidió probar suerte.
Desde su llegada ha sido testigo de los abusos a los que son sometidos los palestinos por parte de los israelíes, en los que ella como Policía de frontera ha participado y que le han dejado profundas secuelas físicas pero sobre todo síquicas. Su mérito proviene de ser la primera mujer española en lograr un puesto de responsabilidad dentro de la policía. Sin embargo su principal lucha se encuentra en su interior, en esos fantasmas que la visitan por la noche dispuestos a cobrarse una deuda con el pasado.
Mujer dura, a la que le han roto el corazón en pocas ocasiones, busca en el sexo sin compromiso una escapatoria a las sombras que la atenazan y que no es capaz de enfrentar porque significaría un suicidio social. Sufrirá humillaciones en la investigación del caso, su vida correrá peligro y será puesta en evidencia la escasa seguridad de la que goza.
Lautaro Heller: Es judío askenazí, que goza de una mayor posición social dentro del entramado judío. Proviene de Argentina y como la inspectora Toledano es poco religioso y recala en Israel buscando una estabilidad económica que su país de nacimiento le niega. Cínico, irónico y sarcástico en extremo pone las pocas notas de humor de las que goza la novela como válvula de escape ante tanta crueldad.
Su afilada lengua se suelta en las diatribas y diferencias que mantiene con el Comisario Goldiak, diferencias irreconcilliables y cada vez más profundas que le toma limar a la inspectora Toledano.
Comisario Goldiak: Superior de Sarah y Lautaro, un hombre que tiene una seguridad apabullante, propia de haber bregado muchos años en el frente. De moralidad poco integra, si no existe un caso lo fabrica a su gusto, a la opinión publica hay que movilizarla... Me ha resultado un personaje poco atractivo y empático desde le principio, pero conforme avanza la narración se reafirma esa primera impresión y el golpe de efecto final es impresionante.
Entre las víctimas destacar dos por el peso que tienen... y la tercera la obviaré para no correr el riesgo de revelar asuntos importantes de la trama.
Elijah Saphiro: Un periodista comprometido, al que no le asusta destapar escándalos afecten estos a quien afecten. Suele investigar de incógnito y es una carga pesada para aquel a quien investiga. Amigo de la primera víctima, se encontraba buscando información y pruebas para demostrar el tráfico ilegal de órganos en Israel y poder denunciarlo en su periódico. Algo salió mal y se convirtió en la segunda víctima. Su pérdida supone un duro golpe para periodismo libre de este país
Aicha Uazir: Nuestra primera víctima y una mina de sorpresas, porque si en algún personaje nada es lo que parece ella lo encarna a la perfección de hecho levanta sentimientos contradictorios en el lector. Nadie merece una muerte como esa, pero indudablemente quien juega con fuego termina quemándose. Hay partes de esta mujer que me han resultado atractivas, y la verdad que las he compartido y otras que me han dejado de piedra y me hubiera gustado pedirle una explicación.
La tercera víctima, el caucásico es un puzle que hay que ir armando conforme la investigación va avanzando, si algo desconocía es que hay una importante colonia judía rusa en Israel, y que estos pueden perfectamente pasar desapercibidos y por lo tanto son un blanco perfecto para las mafias.
Conclusión
Nos encontramos ante una novela 100% negra, en la que aflora la crudeza de una realidad de la que no siempre tenemos datos, ni queremos tenerlos. Una lectura que va dándonos mazazos que nos quitan la respiración, que sacude nuestra conciencia, y que no nos permite mirar hacia otro lado, por lo menos no mientras te encuentras zambullido en la historia.
Emilio Calderon se ha documentado perfectamente y ha creado una historia atractiva en la que pretende situarnos en la realidad que se vive en Israel. Y para ello se vale del conflicto que los enfrenta desde hace décadas, de la situación de la mujer en este país tenga la religión que tenga, y de un hecho real que estuvo a punto de causar un conflicto internacional entre Suecia e Israel. Su estilo es aséptico, sin concesiones, dándonos de vez en cuando un toque de humor de la mano de Lautaro Heller, para permitir al lector una válvula de oxigeno.
Se recrea en las descripciones paisajisticas, y de la barbarie nos da las justas, para que podamos hacernos una idea. Con un lenguaje sencillo nos acerca a una realidad que nos es prácticamente desconocida, o de la que tenemos visiones sesgadas. Y nos permite sacar nuestras propias conclusiones, aunque el apunta una que para mí tiene bastante sentido.
Me ha gustado la incursión de Emilio Calderón en la novela negra, me ha dejado un buen sabor de boca y el alma hecha pedazos, seguro que me acercaré de nuevo al autor, y a alguna de las obras que ya tiene publicadas.
¿Y tú te animas a leerla? Seguro que no te arrepientes, eso sí, ten en cuenta que no es una historia apta para estómagos delicados, es cruda, dura, y a veces desgarrante como la realidad que ellos mismos viven.
Retos
Mes temático: novela negra
reto cruce de caminos: negra y criminal. 10/10
reto 25 novelas de misterio y suspense
reto 25 españoles