De acuerdo al trabajo de autoras feministas como Martha Nussbaum y Carol Adams - entre otras - hay una serie de puntos fundamentales que estarían entre los criterios que conforman el hecho tratar a una persona como un objeto, es decir, la cosificación. Enumero algunos de ellos, en forma muy concisa, que ya he expuesto anteriormente en algunos ensayos de este blog. Todos ellos están intrínsecamente relacionados y expresan diferentes aspectos de un mismo fenómeno:
INSTRUMENTALIZACIÓN: el tratamiento de una persona como una simple herramienta para los fines de otra persona
NEGACIÓN DE LA AUTONOMÍA: el tratamiento de una persona como carente de autonomía y libre determinación
INERCIA: el tratamiento de una persona como carente de voluntad e intereses
FUNGIBILIDAD: el tratamiento de una persona como intercambiable con otros objetos (mercancías)
VIOLABILIDAD: el tratamiento de una persona como carente de integridad física
PROPIEDAD: el tratamiento de una persona como algo que pertenece a otro (puede ser comprado o vendido)
NEGACIÓN DE LA SUBJETIVIDAD: el tratamiento de una persona como algo cuyas experiencias y sentimiento no deben ser tenidos en cuenta.
REDUCCIÓN AL CUERPO: el tratamiento de una persona reduciéndola a su cuerpo o partes del cuerpo
REDUCCIÓN A LA APARIENCIA: el tratamiento de una persona principalmente en términos de cómo se ven, o cómo le parecen a los sentidos
SILENCIAMIENTO: el tratamiento de una persona como si careciera de la capacidad de expresar sus deseos o emociones
Por tanto, la cosificación aparece cuando consideramos o nos comportamos hacia los demás como si fueran un simple medio para alcanzar un fin, y no como individuos que tiene derecho a que sus necesidades e intereses sean tenidos en cuenta en igualdad de condiciones.
La violencia consiste esencialmente en tratar a personas como si fueran objetos, tal y como expresa el profesor Gary Francione:
"La violencia trata a otros como medios para fines en vez de tratarlos como fines en sí mismos. Cuando actuamos violentamente contra otros - sean humanos o no humanos -, ignoramos su valor inherente. Los tratamos sólo como cosas que no tienen ningún valor, excepto el que nosotros decidamos darles. Esto es lo que lleva a las personas a involucrarse en crímenes de violencia contra la gente de color, mujeres, gays y lesbianas. Esto es lo que nos lleva a cosificar a los nohumanos y tratarlos como recursos que existen solamente para nuestro uso. Todo esto es erróneo y debe ser rechazado."
La incapacidad para percibir a los demás animales como personas es un síntoma del especismo - la inculcación del prejuicio que dice que otros animales merecen ser tratados de forma moralmente distinta simplemente por no pertenecer a la especie humana.
Estas características que conforman la cosificación no se lograrían evitar gracias a la prohibición de una práctica determinada ni van a ser resueltos mediante la eliminación de una forma concreta de abuso. Parece obvio, a mi modo de ver, que la clave para aceptar el derecho de los animales nohumanos a no ser tratados como un medio para alcanzar fines humanos está, en primer lugar, en la educación y no en la prohibición. No tiene pues sentido intentar corregir (mediante regulaciones legales) una sociedad que funciona precisamente bajo el supuesto de que los otros animales - los nohumanos - son medios para nuestros fines, si no se confronta primero esa idea. Todo intento de evitar la violencia sin atender a sus causas se convierte en un imposible y está inevitablemente abocado al fracaso.
Los activistas enfocaremos mejor nuestros esfuerzos si nos dedicamos a participar y ayudar en esta labor, en lugar de tratar de imponer una regulación legal que no aporta nada en absoluto para el proyecto de cambiar nuestra relación moral con los nohumanos. Un tipo de regulación que, en su idea y en su práctica, acepta de base la violencia contra los demás animales al no cuestionar el hecho de que los utilicemos como medios para nuestros fines.Erradicar el problema de la cosificación de los nohumanos es una labor que apenas acaba de comenzar. Respetar y valorar a los demás animales como iguales es una habilidad adquirida, partiendo de la base de nuestro sentido moral, y debería ser tarea de los activistas el instruir a los miembros de la sociedad en su adquisición y práctica. Esto tiene que partir lógicamente de la difusión de un nuevo paradigma moral que desplace la idea de los animales nohumanos como objetos/recursos/cosas hacia la idea de los animales nohumanos como individuos que poseen una mente, conciencia de sí mismos, emociones e intereses propios.
No es suficiente - aunque sí necesario - reconocer que los demás animales animales son seres sintientes. También es necesario reconocer su personalidad - su condición de personas. Sin un cuestionamiento claro y directo de la cosificación nunca lograremos que los nohumanos dejen de ser tratados como objetos y empiecen a ser respetados como personas.