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Pero le perdió la política y tuvo que abandonar la ciudad por afirmar que "los astros fueron en su orígen masas de materia ardiendo". No era la primera metedura de pata. En otra ocasión había afirmado que el tamaño del Sol no era mayor que el Peloponeso...
Lo cierto es que se retiró a Lápsaco, lugar del Asia Menor y desde allí siguió añorando su ciudad amada.
—¿Tanto amabais a Atenas? -le preguntaron.
—La amo, la amé y la amaré.
Le propusieron llevarle allí una vez muerto a lo que contestó:
—¿Para qué? ¿Qué sentido tiene que me llevéis allí entonces? Sólo se ama en la vida presente. El camino hacia la otra es el mismo desde todas partes.
Anaxágoras, filósofo griego del 500 a. de C., maestro de Eurípides y Pericles.
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