Revista Infancia
El día amaneció frío. Ya en el punto de encuentro se intuía una jornada senderista en la que se iban a agradecer los tramos soleados y las ombrías nos recordarían la época en la que nos encontramos. Nos esperaba el pueblo de Eslida tras una carretera con hielo en el asfalto en algunas zonas. Aparcamos cerca de un conocido restaurante de la localidad y, tras cargar nuestras mochilas, paseamos por el pueblo hacia el inicio de la ruta; bajo la Ermita del Santo Cristo del Calvario.
Con mucho cuidado transitamos por la CV190 dirección a Chovar, puesto que la senda que nos va a llevar al primer punto de interés de esta corta pero bonita ruta, se encuentra en esa dirección, a unos 500 metros de la subida al calvario.
Las paletas indicadores, a mano derecha, nos llevaránpor una empinada senda camino de la Font de Les Escaletes.
Mientras ascendemos podemos ver a nuestra derecha las ruinas del castillo de Eslida, fortaleza medieval, cuya estructura actual -visible y deducible- data de la invasión musulmana.
Tras la subida decidimos parar a tomar nuestro merecido almuerzo, puesto que hay que aprovechar el llano que nos encontramos bañado por el sol, cuya presencia se agradece.
Continuamos recto por la pista que avanza en ligero descenso, ignorando así la senda situada a la izquierda, que nos llevaría al Puntal de L’Aljub (conocido por muchos como “Las Antenas”).
Desde este momento la ruta transcurre por una pista muy amplia y cómoda que hace que se convierta en un agradable paseo. Tenemos además la gran suerte de encontrarnos con la Font de Les Escaletes manando agua en cantidad generosa gracias a la aportación de las recientes lluvias.
Unos cientos de metros más adelante pasamos bajo la que está catalogada como “la tirolina más larga del Mediterráneo”. Queda pendiente disfrutar de ella en otra ocasión. Seguro que volveremos.
Algunos tramos helados en la pista sirven a nuestras niñas y niños de improvisadas pistas de patinaje, lo que hace muy ameno y divertido todo el camino, pese a las bajas temperaturas.
Pero sin lugar a dudas la parte de la ruta que más ganas tenemos todos de ver es nuestro objetivo de hoy, la Cova de L’Oret.
Desde el Club32 llamamos a la prudencia y desaconsejamos encarecidamente la visita por cuenta propia tanto a cuevas como a minas. Cada vez que en una de nuestras excursiones hemos visitado alguna cueva o mina siempre ha sido acompañados por personas que conocen el lugar y extremando las precauciones.
La Cueva de L’Oret forma parte de un grupo de cuevas cercanas a la población, siendo esta la que mayor interés tiene, tanto por la belleza de sus formaciones como por los hallazgos arqueológicos que sus entrañas escondían y datados en el eneolítico. Su entrada es pequeña y baja y se accede al fondo de la cavidad por una colada. Esta cueva es un antiguo sumidero, de ahí que la piedra esté tan pulida y resbaladiza en su acceso. Dejamos de lado las bifurcaciones y gateras laterales y nos dirigimos directos a su parte baja. En ella nos encontramos las formaciones más bellas. Nos reciben espectaculares estalactitas, estalagmitas, más coladas y la que quizá sea la columna más grande que se pueda ver en toda la provincia de Castellón, sin necesidad de utilizar equipo de espeleología.
Llama mucho la atención el pequeño “lago” que hay en esta parte más baja, creado por las continuas filtraciones producidas por las recientes lluvias.
Pero sin lugar a dudas la formación que más nos llama la atención a todos, que más impresiona e incluso asusta a algunos, es el enorme gour de tres metros de diámetro otros tres de profundidad y en el que puede ver el inicio de la galería que continúa durante dieciocho metros por debajo de nosotros.
Por desgracia la huella del hombre también ha llegado hasta aquí, destrozando parte de sus estalactitas y marcando con grafitis sus paredes de roca.
Salimos de la cueva y nos dirigimos de nuevo a Eslida. En un principio íbamos a subir a ver el molino de viento que corona una pequeña loma pero por desgracia se nos ha hecho tarde y la hora de comer ha llamado repentinamente a los estómagos de nuestros pequeños senderistas.
Decidimos volver a los coches y comer en el paraje de la Ermita de Santa Cristina, camino de Artana en el que disfrutamos tanto de la calma del lugar como del reconfortante sol que nos acompaña.
Autor: S. Lleó
Nota: No publicamos track de la ruta para ayudar en la preservación de la Cova de l´Oret.