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La
creación del mundo está mal hecha. No me extraña que no salga bien
algo que se hace deprisa y corriendo, a lo loco, en seis días… Los
buenos trabajos llevan su tiempo.
Además
tengo mis dudas, mis interrogantes…
El
día que se le ocurrió a Dios hacer la cebra ¿había bebido? Y la
jirafa, ¿para qué hacerla con ese cuello tan largo? ¿para que
alcanzase las hojas más altas de los árboles? ¿Por qué no hacer
los árboles más bajos y así ahorrarse del tirón cuello y madera?
Más
dudas.
Dicen
que el viento se produce por diferencias de presión, y que sopla de
las altas a las bajas. Bien, pero el viento huracanado para qué
narices sirve. Por qué tanta prisa. Dónde está el fuego. La
lluvia, por ejemplo, que está bien y todo eso para que haya agua y
las plantas crezcan, blablabla; pero… ¿por qué no llueve solo de
noche para no molestar? Si yo fuera Dios prohibiría por decreto que
lloviera de día y menos los días festivos, que hay que salir para
dar gracias al creador por su obra y, sobre todo, tomar el vermut.
Más…
Los
gusanos están bien, vale, pero qué vida más arrastrada.
¿Era
del todo necesario crear las cucarachas?
Y
esos peces de los fondos abisales. ¿Por qué tan feos si no los ve
nadie? ¿A quién van a asustar?
Dominamos
la tierra, pero la especie humana sale mal parada: dos ojos, dos
orejas, dos brazos, dos testículos… ¿Por qué no dos corazones,
dos hígados… con lo necesarios que son? ¿Para qué queremos el
ombligo? ¿De adorno? ¿Y el dedo meñique de los pies? Aparte de
para pegarte golpes con los muebles cuando vas descalzo, no le veo
otra utilidad. ¿Por qué tenemos uñas o pelo si siempre andan
creciendo y hay que cortarlos? Anda que si nos creciera continuamente
la cabeza íbamos a estar bien.
El
único animal inteligentemente pensado es la rana de las charcas. El
diseño de las patas posteriores para saltar, la membrana natatoria,
técnicas de camuflaje, dos sistemas de respiración para adaptarse a
dos medios diferentes a lo largo de su vida, ojos grandes con buen
campo visual, el pedazo de lengua proyectable para capturar sus
presas… Un animal bien hecho, será por eso que es el más
utilizado por los escritores para desencantar a los príncipes
encantados de los cuentos.
Ahora
que el que más me gusta de todos es el camaleón. Ya quisiera para
mí esos ojos que apuntan uno para un lado, otro para otro; sobre
todo para poder camuflarte y pasar desapercibido cuando viene el
cartero a traerte un certificado sospechoso de la Dirección General
de Tráfico.
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Texto publicado originariamente en lacharcaliteraria.com