Revista Psicología
En el ser humano hay una necesidad de vivir de manera creativa: si es posible el poema, es posible la vida y si no se logra es probable encontrarnos ante enfermedades como la neurosis, la perversión y/o las enfermedades psicosomáticas. Para hablar de creación es fundamental hablar también del proceso de sublimación porque es la sublimación la que permite la construcción de la cultura. Es un proceso en el que la líbido o fuerzas instintivas sexuales son orientadas hacia otros fines distintos, proporcionando poderosos elementos para todas las formaciones culturales. Las principales actividades de la sublimación son la actividad artística y la intelectual. En el desarrollo del hombre, vemos cómo todo niño que juega se conduce como el poeta, creándose un mundo propio, de manera que las cosas sean gratas para él. Distingue muy bien la realidad del mundo y su juego, a pesar de que se apoya en objetos del mundo real y los carga de afecto. Esto es lo que diferencia el jugar infantil del fantasear. El hombre que deja de ser niño cesa de jugar y en su lugar fantasea, que puede procurar el placer que no se puede obtener en la realidad. Las fantasías y el deseo aunque se lograran comunicar no nos producirían revelación de placer alguno, ni ningún sentimiento o incluso puede llegar a repeler. Pero cuando el poeta nos hace presenciar o nos cuenta aquello que nos inclinamos a explicar como sus fantasías, sentimos un gran placer. Se convierten así la fantasía y muchas emociones penosas en sí mismas como fuente de placer para el auditorio del poeta. Así, el ejercicio del arte es una actividad encaminada a la mitigación de deseos insatisfechos. El artista busca su propia liberación, se aparta de la realidad porque no se resigna a aceptar la renuncia a la satisfacción de los instintos por ella exigida y deja libres en su fantasía sus deseos eróticos y ambiciosos. Lo hace a través de la obra, comunicando así a aquellos que sufren la insatisfacción de iguales deseos. Presenta realizadas sus fantasías de ser o hacer aquello que deseaba sin tener que dar el enorme rodeo que supondría la modificación real del mundo exterior a ello conducente. Esto es una superación de la repugnancia que se alza entre nuestro yo y los otros. A través del placer estético o placer preliminar se facilita el resurgir de un placer mayor, procedente de fuentes psíquicas más hondas. El goce procede de las descargas de tensiones dadas en nuestra alma, sin avergonzarnos y hacernos reproche alguno de nuestras propias fantasías. Entrega con su obra el artista una maravillosa salida de la acumulación narcisista: dar lo que no se tiene a quien no es. Ante la creación puede haber inhibiciones,miedos...Hay que permitirse cierta libertad, dejarse penetrar por la creación para producir, abrirse a ella. Todos somos otra cosa cuando creamos, hemos de ser un espacio en blanco. El psicoanálisis te abre las puertas para la transformación partiendo de la idea de trabajo, constancia, donde no hay edad para aprender. Picasso ya dijo que, por si acaso, que la inspiración le llegara trabajando. Supone el transformar la vida y la condición del hombre, cerrar la puerta a la razón y a la moral para expresarse en libertad logrando la realización artística. En definitiva, transformarse en sujeto deseante más allá de la genitalidad porque en cada hombre hay un poeta y sólo con el último hombre morirá el poeta.
Laura López psicóloga-psicoanalistaTelf 610865355www.psicoanalistaenmalaga.com
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