Hoy nos toca explicar el desarrollo de cada elemento citado en el post anterior del proceso creativo y, además, les damos algunas ideas en cuanto a qué otras formas de expresión interesantes existen con el objetivo de que elaboren logradas coreografías.
Innovación coreográfica, cómo crear bailes
Las fases del proceso de creación coreográfico son, por ejemplo, el descubrimiento, cuya fase se caracteriza por localizarse con la música adecuada y delante de un espejo (en la medida de lo posible). Se trata de moverse de forma natural, dejando que nuestro cuerpo se exprese como quiera. En este primer paso iremos descubriendo nuevas formas de movimiento con el cuerpo (posiciones, transiciones…) y fijaremos la atención en aquéllas que nos gusten más.
La experimentación. Una vez hayamos encontrado movimientos de nuestro agrado (descubrimiento), es el momento de experimentar con éstos, de probar diferentes combinaciones y de tratar de crear un movimiento nuevo y sugerente a partir de las diferentes formas descubiertas.
La movilización segmentaria o aislamiento. Tras haber creado un movimiento nuevo, esta fase se dedica al análisis del mismo, el cual pasa de realizarse de forma global (participación de diferentes segmentos corporales al mismo tiempo de ejecución), a realizarse de forma segmentada, es decir, primero movemos los brazos, luego las piernas, la cabeza, las manos…
Disociación o globalización. Tras haber analizado y estudiado bien el movimiento global de forma segmentada, es el momento de realizarlo globalmente, pero ya siendo conscientes de las partes implicadas en el movimiento y de cómo es su correcta ejecución. Ésta es la habilidad de disociar, al ser muy importante para obtener un producto coreográfico claro y espectacular.
Para que una coreografía sea sorprendente, aquí describimos algunos recursos útiles a todos los niveles:
- Alternancia entre bajo y alto impacto.
- Movimientos enérgicos combinados con otros más sueltos (movimientos de flow; aquellos que no bloquean el cuerpo).
- Variaciones de estilo: flamenco, jazz, latino, claqué…
- Representación de acciones cotidianas.
- Colocación de las manos, sin otorgarles demasiada importancia técnica.
- Combinación de diferentes posibilidades articulares: flexión, extensión, rotación, traslación y circunducción.
- Expresiones faciales (sorpresa, miedo, agrado…).
En resumen, cuando iniciemos el proceso de elaboración de una coreografía habrá en primer lugar, que revisar los movimientos básicos a partir de los cuales podremos adaptar los pasos básicos de la Old School o atrevernos con nuevas propuestas motrices.
Si quiere saber cómo preparar una buena coreografía de exhibición, no se pierda la próxima publicación, donde hablaremos sobre la interpretación, la coreografía como fin, los elementos que la componen y daremos algunas ideas útiles para llevarla a cabo de forma original, variada e innovadora.