Revista Libros
José Antonio Marina. Álvaro Pombo.La creatividad literaria.Generación creativa. Ariel. Barcelona, 2013.
Un poeta metido a novelista, Álvaro Pombo, y un filósofo metido a pedagogo, José Antonio Marina, mantienen un largo y profundo diálogo sobre la creatividad y el oficio en La creatividad literaria, un volumen que publica Ariel en una nueva colección, Generación creativa, coordinada por José Antonio Marina.
Un diálogo vivo e intenso en el que se cruzan dos perspectivas para abordar la creatividad literaria: como excepcional revelación misteriosa (Pombo) o como método que se puede aprender (Marina). Dos perspectivas que coinciden en una común fascinación por el lenguaje como eje de la creatividad literaria natural o aprendida, inspirada o trabajada.
En ese intercambio se hace una anatomía de la creatividad como búsqueda y un elogio del entrenamiento o se intenta entender cómo funciona el mecanismo que controla el misterio de un texto como este de Álvaro Pombo en Variaciones:
Yo no soy de esta ciudad ni de ninguna
he venido por casualidad y me iré por la noche
aquí no tengo primos ni fantasmas.
Ahora veré los árboles despacio
la calle entre dos casas neutras
que conduce a un parque vacío.
He visto ya en otros sitios cómo el viento
hace huir un papel de periódico
y sé que la lluvia será hermosa desde esta taberna
de provincia desierta.
Cenaré temprano y antes de que salgan del cine las parejas de novios
habré dejado de ser en la mirada enumerativa
de la estanquera.
Y habrán fregado ya mi taza de café
y mi tenedor y mi cuchillo y mi plato
en la Fonda sustituible
Escrito con una voluntad creativa que elige una tercera voz narrativa que no es la de ninguno de los dos interlocutores –Llamadme Ismael, en homenaje a Melville- para enhebrar y comentar estas conversaciones, el punto de partida del diálogo es una pregunta elemental: “¿Se puede aprender la creatividad literaria?”
Entre el elogio pindárico del talento y la confianza en el trabajo, entre el desdén por el esfuerzo del poeta inspirado y tocado por el don de las revelaciones y la propuesta de un hábito creativo, parece que se puede encontrar un punto intermedio que admita que se puede aprender a escribir con un aceptable nivel de corrección expresiva.
Pero la pregunta siguiente, la nuclear, es esta: “¿Se puede aprender la excelencia literaria?”
Y en el caso improbable de que se pueda, ¿cuál es el procedimiento?
A partir de ahí, de esa pregunta incontestable, la perspectiva del libro se abre a temas más amplios en un recorrido lleno de afluentes y sugerencias: la ética y la estética de la creación a partir de dos situaciones igual de escandalosas: que con buenos sentimientos se haga pésima literatura y lo contrario: que con malos pensamientos pueda hacerse buena literatura.
La escritura como forma de conocimiento (Escribir es ir descubriendo lo que se quiere decir, decía Max Aub), la bi-biografía lectora de Pombo y Marina, un repaso por su propia obra y por las de aquellos autores que les han marcado un camino a la creación o a la reflexión: Rilke, Eliot, Kant, Rimbaud, Juan Ramón, Thomas Mann...
Es posible que crear sea un hábito. Es mucho menos probable que el talento sea el resultado de un largo entrenamiento. Que el lector piense lo que quiera a la vista de estos dos versos - ¿inspiración o trabajo?- con los que Álvaro Pombo abría sus Protocolos:
Aña hice caca
Nene de nobis ipsis silemus.
Santos Domínguez