Revista Coaching

La creencia invisible que dirige tu vida

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

La creencia invisible que dirige tu vida

En VAM hablo a menudo de la importancia de no vivir en piloto automático.

De hacer las cosas por un motivo claro que tú has elegido, y no "porque sí" o "porque lo hace todo el mundo".

Y aunque pienso que después de estos años he llegado a un punto en el que tomo la mayoría de mis decisiones de manera consciente y razonada, a veces sigo cayendo en el error de dejarme llevar.

Por ejemplo, en 2017 tuve varias etapas en las que estuve persiguiendo objetivos que ni yo había elegido ni me iban a hacer feliz.

Me pasé meses enteros pensando en cómo reorganizar Vivir al Máximo para poder tener un equipo más grande e ir más rápido, diseñando un lanzamiento por todo lo alto para vender cientos de cursos, o tratando de encontrar una vía de escalada que me permitiese meter decenas de miles de nuevos subscriptores al mes.

Pero claro, como eran proyectos que creía que había elegido yo, no me paré a analizar si realmente estaba haciendo lo correcto hasta que llevaba varias semanas recorriendo el camino equivocado.

Últimamente he estado reflexionado mucho sobre esos "despistes".

Preguntándome por qué ocurrieron y buscando la raíz del problema.

Y después de darle muchas vueltas al tema, creo que la he encontrado.

Se trata de una creencia invisible que todos tenemos instalada en mayor o menor medida en nuestro cerebro, y que tiene un impacto inmenso en nuestras decisiones.

Una creencia que abunda en nuestra sociedad y que solemos dar por cierta... cuando en el fondo no lo es.

En este post quiero explicarte de qué creencia se trata, cuáles son sus riesgos, y cómo sustituirla por una alternativa mucho más sana y acertada.

Estoy convencido de que lo que te voy a contar va a ayudarte a tomar mejores decisiones y ser más feliz, así que te animo a que sigas leyendo .

La trampa de más

Piensa por un momento en las siguientes afirmaciones sobre el mundo profesional:

  • Tener un puesto más alto en la empresa es mejor
  • Conseguir más clientes que contraten tus servicios es mejor
  • Vender más cursos es mejor
  • Contratar a más personas es síntoma de que tu negocio está creciendo y es mejor

Tanto si eres empleado, como freelance, como si tienes tu propio negocio, lo más seguro es que estés de acuerdo con todas ellas. ¿Me equivoco?

Ahora considera estas otras frases:

En este caso, puede que no estés de acuerdo al 100% con todos los puntos anteriores (sobre todo si eres lector habitual de VAM), pero es probable que sí que lo estés con algunos de ellos o con otros similares.

Si te fijas, todas estas creencias que te acabo de presentar tienen su origen en una "creencia madre" que en nuestra cultura damos por cierta:

La creencia de que más es mejor.

Esta creencia, que a primera vista puede parecer inocente, te influye más de lo que crees, llegando incluso a definir tu comportamiento o cómo te sientes.

Cuando asumes que más es sinónimo de mejor, todos los objetivos que te marcas -especialmente a nivel profesional- van enfocados en esa dirección: conseguir el ascenso, escalar el negocio, ahorrar para la casa de 3 plantas con jardín...

De igual manera, consideras más exitoso al que tiene más (un puesto más alto, una empresa con más empleados que factura más, un móvil más moderno) o al que hace más (liga más, viaja más, gana más).

E incluso a veces, mides tu propia valía en función de cuánto tienes o cuánto haces, y envidias a aquel que tiene o hace más que tú.

Personalmente, creo que no hay nada de malo en ser ambicioso y querer más.

Es legítimo el querer tener una empresa con miles de empleados, ganar 100 millones de euros al año y vivir en una mansión.

El problema está en asumir automáticamente que más es mejor en todos los casos, y que siempre te va a hacer más feliz.

Eso ni es cierto ni es bueno, y a continuación voy a explicarte por qué.

Por qué más no siempre es mejor

Vivimos en un mundo complejo e interconectado, donde un cambio nunca tiene una única consecuencia.

Siempre hay múltiples consecuencias, que a su vez generan otras consecuencias, que a su vez generan otras consecuencias... y así en varios niveles.

El problema de la creencia "más siempre es mejor" es que ignora esta complejidad inherente a la realidad y únicamente tiene en cuenta una parte de la película: la parte buena.

Asume que "más" sólo tiene consecuencias positivas, que son las más inmediatas y las más fáciles de ver, pero se olvida de todas las demás, que también son importantes.

Esto te puede llevar a tomar decisiones equivocadas, en las que acabas perjudicándote a ti mismo creyendo que estás haciendo lo correcto.

Déjame ponerte algunos ejemplos para que entiendas mejor lo que quiero decir, incluida una historia personal.

¿Es siempre mejor un puesto más alto?

Imagínate que estás trabajando como programador en España, escribiendo código, y que estás contento con tu situación: te gusta lo que haces, te pagan bien y te llevas fenomenal con tus compañeros.

Un buen día, tu jefe te dice vayas a su despacho porque tiene que decirte algo importante.

Te explica que ha decidido dejar la empresa, y que quiere que tú ocupes su lugar como manager del equipo.

El ascenso vendrá acompañado de un aumento de sueldo y de un bonus en acciones.

Acto seguido, se levanta de la silla para darte la enhorabuena y felicitarte con un apretón de manos y unos golpecitos en la espalda.

A primera vista, el ascenso parece una noticia fantástica.

Las consecuencias inmediatas son un salario más alto y más acciones, que a todas luces son cosas deseables y positivas.

De ahí que la tendencia natural sea pensar que "un ascenso siempre es bueno" y aceptarlo con los ojos cerrados.

El error está en no darse cuenta de que además de ganar más dinero, el que te asciendan tiene otras consecuencias importantes, entre ellas...

  • Más responsabilidad
  • Tareas diferentes
  • Un nuevo jefe
  • Una nueva relación con tus compañeros
  • Etc.

Y, te guste o no, todas esas consecuencias van a tener un impacto directo en tu día a día y en tu felicidad.

Por ejemplo, el asumir más responsabilidad puede ser algo positivo, que te permita tener más impacto en la empresa y sentirte más realizado, pero también puede traducirse en más presión, más estrés y horas extras.

De igual manera, el pasar de programador a manager significa asumir tareas totalmente diferentes a las que hacías antes, que puede ser una bendición si te gusta y se te da bien dirigir, o una maldición si lo que te apasiona es programar y no gestionar equipos.

Ídem con la relación con tus antiguos compañeros. Cuando eres jefe, la gente se comporta contigo de manera diferente a cuando eres "uno más del equipo", y puede que esas amistades que te hacían tan feliz dejen de ser lo que eran de la noche a la mañana.

Lo que quiero que veas es que conseguir un puesto más alto y prestigioso puede ser mejor... pero también puede ser peor.

Porque no sólo implica un mejor salario, sino otros muchos cambios y consecuencias.

¿Es siempre mejor una casa más grande?

Imagínate ahora que estás buscando casa para mudarte con tu pareja, con la que te acabas de casar, y que has encontrado dos opciones que te gustan: un pisito de 1 dormitorio y 60 m2 y un ático de 4 dormitorios con dos plantas y una terraza espectacular.

Las dos viviendas se encuentran en una buena zona de la ciudad, están bien de precio (aunque la más grande es más cara, como es lógico), y en ambos casos el banco te daría un préstamo lo suficientemente grande para permitírtelas.

¿Cuál deberías comprar?

La reacción automática, consecuencia del "más es siempre mejor", sería elegir el piso grande.

Al fin y al cabo, cuanto más grande más espacio, más comodidad y más posibilidades.

Y si encima te lo puedes permitir... ¿por qué no?

El problema, de nuevo, es que "más" es un pack indivisible que trae consigo otras implicaciones además de las obvias.

En este caso, un piso más grande suele significar...

  • Más dinero en muebles
  • Más dinero en reformas
  • Más mantenimiento
  • Más hipoteca
  • Más comunidad

Date cuenta de que ninguna de estas cosas es negativa de por sí.

Puede que tengas mucho dinero, que no te importe dedicar varias horas todas las semanas a limpiar (o contratar a alguien que lo haga por ti), y que gastarte 10.000€ en muebles y pagar una hipoteca alta todos los meses no suponga ningún riesgo para tu economía.

Sin embargo, también puede ser que el meterte en un piso como ese signifique quedarte sin ahorros, endeudarte de por vida, y vivir durante años al borde de la bancarrota, con el estrés que eso conlleva.

¡Incluso puede que vivir en un piso tan grande sólo con otra persona te haga sentirte solo e incómodo, quién sabe!

De nuevo, la conclusión es la misma: que más no es necesariamente mejor.

Habrá para quien sí lo sea... pero también habrá para quien no.

¿Es siempre mejor un lanzamiento con más ventas?

Por último, déjame compartir contigo una situación real que he vivido hace poco y cómo lo gestioné.

El próximo mes de abril, justo después de Semana Santa, voy a lanzar la segunda edición de Encuentra tu Camino, mi curso para ayudarte a descubrir qué hacer con tu vida.

Mi idea inicial era hacer un lanzamiento por todo lo alto, con varios freelancers trabajando conmigo, 3 vídeos y un webinar, posts y e-mails promocionales, anuncios en Facebook, afiliados...

Vamos, todo lo necesario para meter el máximo número posible de gente en el programa.

El plan ya estaba definido, y hace unos días, para organizarme mejor, decidí hacer una lista de las semanas que me quedaban hasta abril y anotar las tareas que tendría que hacer durante cada semana para cumplir los plazos que tenía en mente.

Así tendría una vista de alto nivel de todo el proceso.

Pues bien, nada más ver la lista completa me di cuenta de que tenía bastante trabajo por delante.

Iba a tener que trabajar muy duro durante casi 3 meses, reducir el tiempo que le dedico al checo o al Crossfit, y cancelar algún plan que tenía en mente como la visita de mi amigo Marco a Praga, pero sabía que sería capaz y que al final todos esos sacrificios merecerían la pena porque lo iba a petar y vender cientos de cursos.

A parte de eso, había otro pequeño problema...

Al ser Encuentra tu Camino un programa con seguimiento personalizado, en el que todos los alumnos cuentan con un tutor que revisa personalmente sus ejercicios, les da feedback y responde sus dudas, el tener más inscritos iba a significar buscar, contratar y formar a más tutores. Y luego coordinarlos durante las 10 semanas que dura el programa, claro.

Pero bueno, nada que no se pudiese resolver.

Me iba a llevar algo más de tiempo, y quizá algunos días de agobio buscando tutores de última hora si se apuntaban más alumnos de lo previsto, pero soy un currante y seguro que podía con ello.

Ya estaba a punto de escribir a los freelancers para darles el ok al presupuesto que me había mandado, cuando me di cuenta de que me estaba equivocando.

Desde el primer momento había partido inconscientemente de la idea de que tenía que hacer el lanzamiento lo más grande posible.

De la creencia de que cuantos más programas vendiese, mejor.

Pero... ¿realmente era eso cierto? ¿Era eso lo que yo quería? ¿Era eso lo que me iba a hacer más feliz?

Para averiguarlo, me imaginé a mí mismo después de haber hecho un súper-lanzamiento de 300.000€.

Todos mis amigos marketers felicitándome, mi ego por las nubes... pero por dentro sintiéndome agotado por la paliza que me acababa de pegar, y preocupado por encontrar a nuevos tutores y establecer los sistemas necesarios para que todas esas personas que me habían pagado tuviesen una buena experiencia formativa.

Además, traté de imaginarme las semanas previas, y me vi trabajando 10 horas al día, y desatendiendo otros aspectos importantes de mi vida como el ejercicio, el checo o las relaciones personales.

Entonces me hice una pregunta muy sencilla:

¿Qué es más importante para mí?

¿Tener 200.000€ extra en la cuenta de la empresa, que la gente piense que soy el p*** amo de los lanzamientos y atender a mis alumnos como buenamente pueda?

¿O estar tranquilo, seguir aprendiendo checo y yendo a Crossfit, que Marco venga a visitarme a Praga, y ofrecer una experiencia top a mis alumnos que les ayude a conseguir resultados?

¿Qué me va a hacer más feliz?

No tuve ninguna duda de cuál era la respuesta.

Esos 200.000€ extra me darían un buen chute de ego que duraría unos días, pero no iban a tener ningún impacto en mi vida. No iban a cambiar nada.

Sin embargo, el poder vivir sin estrés, dedicando tiempo a mis amigos, a mi novia y a otras actividades que son importantes para mí, y el dormir tranquilo sabiendo que mis alumnos están recibiendo por mi parte la mejor experiencia que puedo ofrecerles... eso sí que iba a marcar la diferencia.

Saqué el móvil del bolsillo, busqué el número de Javi Pastor, que es quien me va a ayudar con este tema, y le mandé un mensaje de voz:

"Oye Javi, he decidido que voy a limitar las inscripciones a la próxima edición de Encuentra tu Camino a 150 plazas, así que creo que podemos hacer un lanzamiento mucho más sencillo que nos lleve menos tiempo y trabajo. ¿Cómo lo ves?"

Me respondió poco después para decirme que estaba de acuerdo, y tuvimos una reunión en la que cambiamos por completo el plan y simplificamos el lanzamiento.

Al final, decidí elegir menos.

Decidí elegir suficiente.

No porque fuese la mejor opción, sino porque que era la mejor opción para mí. Y eso es lo importante.

Conclusión: mejor es mejor

Si has llegado hasta aquí, espero haberte convencido de que más no siempre es mejor.

Más es simplemente... diferente.

Habrá veces que será mejor y veces que será peor, y habrá personas para quienes será mejor y personas para quienes será peor.

Por ese motivo, no tiene sentido el querer "más" ciegamente, envidiar a los que tienen más que tú, ni medir tu valía por lo más o menos que tengas o seas.

En vez de eso, te propongo que adoptes una creencia diferente:

La de mejor es mejor.

En este caso, mejor puede significar alineado con tu propósito, coherente con tus valores, divertido... o lo que a ti te haga feliz.

Pero en última instancia, el significado de mejor lo decides .

Hay para quien será crecer, escalar o acelerar, porque realmente es lo que les llena y les motiva.

Y habrá para quien será encontrar su lugar y quedarse ahí.

Ambas alternativas son igual de buenas.

Lo importante es que te des permiso para elegir la tuya, y que seas consciente de que no estás obligado a escoger "más" (ni tampoco menos, ¡ojo! - el que se hace minimalista sólo porque está de moda está cometiendo el mismo error).

Al final, el objetivo es dejar de jugar al juego de otros y crear el tuyo propio.

Sólo así dejarás de compararte con los demás, te quitarás la presión de tener que ser quien no eres, y podrás llevar una vida auténtica, coherente y fiel a ti mismo.

Fuente: https://viviralmaximo.net/mas/

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