Revista Cultura y Ocio

La Cripta de los Capuchinos

Publicado el 03 febrero 2012 por Icíar

Escritor: Joseph Roth
La Cripta de los Capuchinos  

Me gusta mucho Joseph Roth para situarme en la época del desmembramiento del imperio austro-húngaro, tras la I Guerra Mundial. De hecho, cuando pienso en esa época, me viene a la mente este escritor.

La novela comienza justo antes de esta guerra, en Viena, en los escenarios donde se desenvuelve una joven aristocracia decadente e inútil. Entre sus adjetivos escojo los de: “frivolidad escéptica, melancólica petulancia, negligencia enfermiza y ascetismo altivo”. Todo muy 'elevado' y 'exquisito', muy de pose, y más vacío aún de contenido. Una forma muy estética e infantil de auto afirmación, que rechaza valores, pensamientos, y actitudes, no por reflexión, sino como una forma de diferenciarse del otro. De forma graciosa cuenta el narrador, que es uno de estos jóvenes aristócratas,  de nombre Trotta,  que él “vivía intensamente la vida, en realidad lo que hacía era vivir intensamente la noche y durante el día dormía también intensamente”.

Después de la guerra con una monarquía caída, sin privilegios, tienen que ir adaptándose a los nuevos tiempos, y no sólo de sustento, sino también de pensamientos.

La descripción de la nueva sociedad es muy gráfica, con esa mezcla de lo nuevo y lo antiguo, como ejemplo, entre otros muchos, la nueva mujer emprendedora y “fumadora”, que asiste a conferencias de esterilización, con una pose de natural naturalidad que el protagonista encontraba tan estudiada. El cambio en el gusto estético, que tanto espanta al aristócrata, “esas cosas horribles hechas ahora con materiales sin valor” porque “mal está cuando se engaña, pero hacer del engaño un mérito ….”

Me gusta Roth, sabe transmitir muy bien el pensamiento de la clase social alta de la época. Hay evolución y crítica en el personaje, aunque sigue añorando el orden anterior, y en esa nostalgia, (al menos ya no es una “melancólica petulancia”), de vez en cuando visita la Cripta de los Capuchinos, que es donde están enterrados todos los emperadores del imperio, símbolo del mundo ya desaparecido.

Un último cambio, que me apetece recordar, ya al final de la novela: el anuncio del nuevo gobierno del Tercer Reich. “los alemanes del Tercer Reich que amaban a los perros lobos, a los pastores alemanes, ¡pobres ovejas!, me dije”, es que Roth resulta divertido y  supongo que esto quedará ya para otra novela ...

NOTAS:

  1. Visitar además de la Cripta de los Capuchinos, el cementerio de Hietzinger, en Viena. Además de estar allí enterrado, en la ficción, el padre de este Trotta, también están enterrados personajes de nuestro mundo real como Gustav Klimt, Otto Wagner, Alban Berg … 
  2. El conde de Chojnicki, otro tipo de aristócrata, el único que respeta Trotta en este libro, bien pudiera ser un prototipo del protagonista del otro libro de Roth: “El busto del emperador”.
  3. Cosa curiosa el tema de los prejuicios. El hecho de que esta alta clase social se considerara a sí misma, como una clase  sin prejuicios, es más, tener prejuicios era un signo de mal gusto. Sin embargo, desde fuera, una de las características que das a esta clase,  es precisamente la del prejuicio, porque rechazar todo lo que está de moda, para diferenciarse del resto, me parece la madre de todos los prejuicios.

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