Revista Salud y Bienestar
La criptorquidia afecta al 3% de los niños al nacer. Los testículos no descienden a la bolsa escrotal, sino que permanecen en el abdomen o en la zona inguinal. De no ser tratado a tiempo puede desembocar en un tumor en la edad adulta.
Están escondidos, y no precisamente por vergüenza. Aunque no existe un responsable concreto al que señalar con el dedo, se baraja que semejante timidez afecta al tres por ciento de los niños al nacer (en prematuros hasta un 30 por ciento) y se estima que la incidencia en adultos puede rondar el uno por ciento. Se llama criptorquidia, o lo que es lo mismo, los testículos no descienden hasta la bolsa escrotal, sino que se quedan en el mismo lugar en el que se forman, el abdomen, o bien a medio camino en su descenso, en la zona inguinal
Para Juan Carlos Ruiz de la Roja, director del Instituto Urológico Madrileño, este trastorno «puede afectar a uno de los testículos o a ambos, aunque en la mayoría de casos suele ser unilateral». De hecho, según los estudios, la afectación de los dos testículos representa entre el 10 y el 25 por ciento de los casos. No obstante, «en el 80 por ciento terminan por bajar durante los seis primeros meses del nacimiento», matiza.
-El por qué
Pese a que no está claro el origen de este trastorno, hace unos meses un grupo de investigadores publicó un trabajo que evidencia que los analgésicos que las féminas tomaron durante el embarazo podrían ser los responsables. La explicación se basa en que estos fármacos alteran la producción de estrógenos y, en consecuencia, generan menos hormonas masculinas (testosterona) algo crucial en el periodo de formación de los genitales de los varones, señala Henrik Leffers, del Rigshospitalet, de Copenhague. En el texto, publicado en «Human Reproduction Today», los científicos daneses, franceses y holandeses analizaron a más de 2.000 gestantes y determinaron que las que tomaban más de un analgésico tenían un mayor riesgo de dar a luz a varones con criptorquidia.
Y eso no es todo, ya que también, dicen los autores, aumenta el riesgo de sufrir un tumor en la edad adulta. Algo que corrobora Ruiz de la Roja: «Si permanecen en el abdomen y no terminan de descender, es necesario extirparlos, ya que existe un 10 por ciento de posibilidades de que desarrollen cáncer de testículos en el futuro». En el mismo estudio, el segundo trimestre se mostró como un periodo particularmente sensible. El uso de ibuprofeno o aspirina en esta fase cuadruplicaba el riesgo de malformación de los bebés, mientras que el paracetamol lo duplicaba. Y combinados podrían multiplicar el peligro por 16. Otras consecuencias si no se trata a tiempo son «la esterilidad y la posibilidad de que los testículos se torsionen y haya que operar de urgencia», aclara el urólogo. «Tuve un paciente de 80 años que no había sido tratado y además de disfunción eréctil también tenía hipogonadismo».
-«Desatascarlo»
Por lo general, el testículo desciende al escroto sin intervención alguna durante el primer año de vida, sobre todo cuando se ha quedado «atascado» en la zona inguinal. De no ser así, se pueden administrar inyecciones hormonales para intentar estimular el movimiento hacia el escroto. Si falla lo anterior, la cirugía (orquiopexia) es la solución. Consiste en «bajar el testículo de la zona inguinal y fijarlo al escroto», explica el experto.
**Publicado en "LA RAZON"
Están escondidos, y no precisamente por vergüenza. Aunque no existe un responsable concreto al que señalar con el dedo, se baraja que semejante timidez afecta al tres por ciento de los niños al nacer (en prematuros hasta un 30 por ciento) y se estima que la incidencia en adultos puede rondar el uno por ciento. Se llama criptorquidia, o lo que es lo mismo, los testículos no descienden hasta la bolsa escrotal, sino que se quedan en el mismo lugar en el que se forman, el abdomen, o bien a medio camino en su descenso, en la zona inguinal
Para Juan Carlos Ruiz de la Roja, director del Instituto Urológico Madrileño, este trastorno «puede afectar a uno de los testículos o a ambos, aunque en la mayoría de casos suele ser unilateral». De hecho, según los estudios, la afectación de los dos testículos representa entre el 10 y el 25 por ciento de los casos. No obstante, «en el 80 por ciento terminan por bajar durante los seis primeros meses del nacimiento», matiza.
-El por qué
Pese a que no está claro el origen de este trastorno, hace unos meses un grupo de investigadores publicó un trabajo que evidencia que los analgésicos que las féminas tomaron durante el embarazo podrían ser los responsables. La explicación se basa en que estos fármacos alteran la producción de estrógenos y, en consecuencia, generan menos hormonas masculinas (testosterona) algo crucial en el periodo de formación de los genitales de los varones, señala Henrik Leffers, del Rigshospitalet, de Copenhague. En el texto, publicado en «Human Reproduction Today», los científicos daneses, franceses y holandeses analizaron a más de 2.000 gestantes y determinaron que las que tomaban más de un analgésico tenían un mayor riesgo de dar a luz a varones con criptorquidia.
Y eso no es todo, ya que también, dicen los autores, aumenta el riesgo de sufrir un tumor en la edad adulta. Algo que corrobora Ruiz de la Roja: «Si permanecen en el abdomen y no terminan de descender, es necesario extirparlos, ya que existe un 10 por ciento de posibilidades de que desarrollen cáncer de testículos en el futuro». En el mismo estudio, el segundo trimestre se mostró como un periodo particularmente sensible. El uso de ibuprofeno o aspirina en esta fase cuadruplicaba el riesgo de malformación de los bebés, mientras que el paracetamol lo duplicaba. Y combinados podrían multiplicar el peligro por 16. Otras consecuencias si no se trata a tiempo son «la esterilidad y la posibilidad de que los testículos se torsionen y haya que operar de urgencia», aclara el urólogo. «Tuve un paciente de 80 años que no había sido tratado y además de disfunción eréctil también tenía hipogonadismo».
-«Desatascarlo»
Por lo general, el testículo desciende al escroto sin intervención alguna durante el primer año de vida, sobre todo cuando se ha quedado «atascado» en la zona inguinal. De no ser así, se pueden administrar inyecciones hormonales para intentar estimular el movimiento hacia el escroto. Si falla lo anterior, la cirugía (orquiopexia) es la solución. Consiste en «bajar el testículo de la zona inguinal y fijarlo al escroto», explica el experto.
**Publicado en "LA RAZON"
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