Revista Cine

La crisis de fe se apodera del cine

Publicado el 07 abril 2017 por Enprimerafila
La festividad de Semana Santa suele ser una excusa perfecta para programar en televisiones y cines películas que de una u otra forma se acercan a la celebración cristiana. Aunque las parrillas se modifican en Jueves Santo y Viernes Santo, las televisiones cada vez huyen más de la "programación religiosa" y se acercan más a la "programación familiar". Y este año incluso la cartelera cinematográfica no tiene previsto ningún estreno que haga referencia a la festividad cristiana. ¿Estamos por tanto ante una crisis de fe frente al impulso que hace años algunas iglesias dieron al cine religioso participando incluso en la financiación de determinadas películas? En realidad, títulos destacados de estreno reciente como Silencio (Martin Scorsese, 2016) o Hasta el último hombre (Mel Gibson, 2016) siguen apostando por un trasfondo espiritual, y su carácter religioso marca también su propio mensaje final. Pero la aparente eclosión de un cine apostólico parece haber quedado en poco, y en el habitual vaivén temático de las producciones cinematográficas, ahora la mirada está puesta en historias que de un modo u otro nos enfrentan a la crisis de fe. Estas son algunas de ellas:
La crisis de fe se apodera del cineÚltimos días en el desierto (EE.UU., 2015)Rodrigo García

Posiblemente sea ésta una de las películas más laicas en torno a la fe cristiana que se han visto en el cine. El director colombiano sitúa la acción de su última incursión en la psicología humana, en uno de los momentos más simbólicos de la narrativa cristiana, la travesía de Jesús por el desierto. Pero la propuesta pasa por dejar el efecto religioso en un esqueleto visceral de fe y de reconocimiento del propio personaje. De hecho, no se menciona en ningún momento a Jesús, al Demonio o a Dios (se habla del padre y el hijo), y solo basta con la puesta en escena para atraer los símbolos religiosos a nuestra memoria. Últimos días en el desierto no es una película fácil de asimilar, porque nos ofrece una transición desnuda y sin elementos decorativos, y se centra específicamente en un viaje físico y también interior en el que la representación del fenómeno demoníaco está también presente en la figura del propio protagonista. En este sentido, ese desdoblamiento del personaje que interpreta Ewan McGregor se entiende como la crisis de fe en estado puro, las dos caras de la representación cristiana en torno al bien y el mal. Rodrigo García consigue, por tanto, una película minimalista sobre el hecho religioso que funciona como reflexión en torno a la futilidad del dogma como principio ideológico.  


La crisis de fe se apodera del cineBokeh (Islandia-EE.UU., 2017)
Geoffrey Orthwein, Andrew Sullivan

También plantean una travesía por el desierto los debutantes Geoffrey Orthwein y Andrew Sullivan en su primer largometraje, pero en este caso se trata de una pareja de turistas norteamericanos en Islandia que, de la noche a la mañana (literalmente) descubren que el resto del mundo ha desaparecido y ellos parecen ser los únicos seres humanos sobre la Tierra. Esta premisa, que no es novedosa, nos propone, eso sí, un mundo que se desvanece sin sobresaltos, y en cierto modo, este "desvanecimiento" prematuro y también pacífico nos hace pensar en una especie de intervención divina, aunque los guionistas no nos dan ningún tipo de explicación. No es casual, en todo caso, que uno de los primeros lugares que visite la pareja protagonista sea una iglesia construida en el siglo XVII, cuando, en palabras del propio sacerdote, las historias eran más sencillas. Como lo es esta pequeña película, producida en 2014 pero estrenada hace unas semanas en Estados Unidos tras recaudar el presupuesto para la postproducción a través del micro-mecenazgo. Podría parecer una historia excesivamente plana y en ocasiones hueca de contenido, pero es más interesante lo que no vemos, el debate que nos despierta, que lo que se ve en pantalla. Una reflexión existencialista que no evita zambullirse en las creencias religiosas, pero que sobre todo propone un final amargo: ¿en un mundo que ha sido "desconectado", merece la pena intentar ponerlo de nuevo en funcionamiento?


La crisis de fe se apodera del cine
Hostage to the devil (Irlanda-Gran Bretaña-Italia-EE.UU., 2016)
Marty Stalker

Especialmente interesante es el debate que nos propone este documental en torno a una de las figuras más polémicas del ejercicio eclesiástico: el padre Malachi Martin, un sacerdote que abandonó la Iglesia en los años sesenta con un supuesto permiso del Vaticano para practicar exorcismos, y que acabó convirtiendo en su forma de vida, siendo uno de los pioneros en hablar públicamente de estas prácticas, y el autor del libro que da título al documental, que escribió como respuesta a la película El exorcista (William Friedkin, 1973), que según él estaba carente de veracidad alguna. De hecho, el escritor de la novela original, William Peter Blatty, fue uno de sus principales detractores. En realidad, la controvertida figura del sacerdote "liberado", que aún hoy día tiene defensores apasionados y quienes le acusan de ser un estafador, plantea precisamente una profunda reflexión sobre las continuas contradicciones de la iglesia, en especial en torno a la figura del demonio. En efecto, la doctrina oficial en los años sesenta negaba la existencia del Diablo como una figura física que podía personalizarse a través de las posesiones, y la práctica del exorcismo siempre ha sido uno de los temas de discusión más trascendentales dentro de la curia, aunque en la actualidad parece reconocido por el Vaticano incluso a través de cursos "oficiales". Lo que plantea Marty Stalker a través de la figura del padre Malachi es todo un ejercicio de fe, enfrentando las opiniones de quienes reconocen la labor del jesuita y aquellos que consideran un fraude sus prácticas y sus publicaciones.


La crisis de fe se apodera del cine
Verfehlung (Alemania, 2015)
Gerd Schneider

En las últimas décadas la fe católica se ha enfrentado a dos momentos importantes de pérdida de fieles: por un lado los años 50, que acabó provocando la celebración del Concilio Vaticano II en 1959 para tratar de promover una renovación de la moral cristiana, especialmente a través de la protección de jóvenes sacerdotes; y por otro lado, en a lo largo de estas últimas décadas, con una pérdida anual del 1% de fieles que todavía continúa, como consecuencia, apuntaba el propio Benedicto XVI, de la secularización que provocó el Concilio. Pero otra de las razones que ha provocado el cada vez mayor laicismo de las sociedades habitualmente católicas ha sido la posición de la curia frente a sus propios problemas internos, especialmente las innumerables denuncias de abusos sexuales que llevaron al Vaticano a reconocer en 2012 la existencia de 4.000 casos de abusos a menores. Esta posición de ocultación y complicidad lo muestra con especial acierto esta producción alemana que nos habla de la impotencia que experimenta un sacerdote cuando descubre que uno de sus mejores amigos, también sacerdote, ha sido acusado de abusos. Y sobre todo cuando se enfrenta a la obstinada política eclesiástica de evitar ser parte de la denuncia de las víctimas para convertirse en cómplice del acusado. O lo que es lo mismo, importa menos investigar la verdad que evitar la trascendencia pública. En este caso, la crisis de fe del sacerdote protagonista no se dirige hacia la propia doctrina cristiana, sino a la representación de la misma en quienes deberían hacerla valer.


No abusarás (Argentina, 2017)
Julián Maradeo, Daniel Satur

Esta posición de la iglesia frente a los abusos sexuales y su política de investigación interna y traslado de los abusadores sin llevarlos ante la justicia es la que también denuncia el reportaje que recientemente estrenó el periódico argentino La Izquierda Diario en su canal de Youtube. Se trata de un interesante documento de poco más de media hora que nos acerca a las incongruencias que ha protagonizado el Vaticano en torno a este tema a lo largo de los últimos años, con reconocimientos oficiales motivados en buena parte por la oleada de denuncias y la trascedencia mediática, pero al mismo tiempo con un persistentemente inamovible posicionamiento de ocultación. Y se enfoca sobre todo, al tratarse de una producción argentina, en la figura del Papa Francisco, que trasladaba, tras la renuncia de Benedicto XVI (algunos apuntan que en parte debida a su gestión de estos escándalos) una aparente imagen renovadora de la iglesia, pero que finalmente se ha mostrado como un jerarca conservador que, al margen de declaraciones públicas más o menos constrictivas, pocos movimientos ha realizado para modificar esta posición oficial. En este sentido, la crisis de fe que vive la iglesia cristiana en los últimos años es una crisis autoinfligida, que llama la atención por su inflexible postura de obstrucción de la justicia.


La crisis de fe se apodera del cine

La crisis de fe se apodera del cine
Indignation (EE.UU.-China, 2016)
James Schamus
La adaptación al cine de la novela de Philip Roth, uno de los autores que más veces ha sido llevado a la gran pantalla, en títulos como Elegy (Isabel Coixet, 2008) y más recientemente American Pastoral (Ewan McGregor, 2016), nos presenta precisamente un historia que tiene que ver con la crisis de fe, o más bien dicho con la pérdida de la fe. El protagonista, un joven estudiante judío que comienza sus estudios en la universidad a principios de los años cincuenta, tiene sus primeros descubrimientos sexuales, pero al mismo tiempo desarrolla su incipiente ateísmo. Y es en los enfrentamientos verbales que tiene con el decano de la Universidad en los que la novela (y la película, en una escena memorable) desgrana sus principales valores. La reflexión sobre la pérdida de la fe nos presenta un interesante planteamiento existencial, con referencias a la obra Por qué no soy Cristiano (Bertrand Russell, 1957), que contiene algunos de los más interesantes ensayos sobre las religiones que se han escrito, con una visión radical en torno a las mismas. En su Prefacio, Bertrand Russell afirmaba: "Yo estoy tan firmemente convencido de que las religiones hacen daño, como lo estoy de que son falsas". La película, excelente en su visión de la post-adolescencia, se sostiene especialmente en la letra de Philip Roth para construir una clásica estructura cinematográfica que resulta atractiva y absorbente.   
La crisis de fe se apodera del cine
(M)uchenik (Rusia, 2016)
Kirill Serebrennikov
La crisis de fe puede producirse por las dudas que genera ésta, pero también por una obsesión desmedida. Eso es lo que le ocurre al protagonista de esta producción rusa que se presentó en la Sección Un Certain Regard del Festival de Cannes y ganó el Premio Europeo a la Mejor Música, excelente trabajo para cuerdas y piano del joven compositor Ilya Demutsky. Aquí es de nuevo un estudiante (el título internacional de la película es The student) el que sufre una crisis personal que le lleva a convertir el dogma ortodoxo en el principal apoyo de su vida, que se sostiene sobre salmos y profecías en torno a la destrucción del planeta. En su obsesión religiosa, y frente a la supuesta amoralidad que le rodea (reflejo de la propia obsesión moralista que se vive en Rusia), acaba convencido de que el diablo ha logrado una importante victoria, y que la condenación está cerca. El director, Kirill Serebrennikov, responsable de la interesante Traición (Kirill Serebrennikov, 2012), no toma partido frente a la obsesión de su protagonista, pero sí la utiliza para mostrarnos los entresijos de una sociedad rusa envuelta en cierto misticismo que acaba por degradarla. Y en ese sentido, esta crisis existencial revela algunas de las inquietudes que han provocado el retroceso en los derechos humanos de Rusia.  
La crisis de fe se apodera del cine
The path (2016-)
Jessica Goldberg para Hulu
La línea divisoria entre religiones y sectas no está muy clara. Se calcula que en el mundo se practican actualmente más de 4.000 religiones y resulta difícil establecer las diferencias entre lo que se denominan sectas y lo que se consideran movimientos religiosos. La serie que ha desarrollado Jessica Goldberg para Hulu (a punto de concluir su segunda temporada), se centra precisamente en una de estas creencias (una ficción en la que sin embargo se pueden ver pinceladas de algunas sectas conocidas), y nos acerca a los meyerianos, seguidores de un misterioso gurú que supuestamente busca en las tradiciones ancestrales mayas, y en los aparentes efectos sanadores de la ayahuasca, una droga amazónica, el estado de consciencia que lleva al camino de la salvación. Pero en The path se nos presenta también una crisis de fe: en una escena del primer capítulo, el líder al que da vida Hugh Dancy cuenta la alegoría de la caverna que servía a Platón para explicar la grandeza del conocimiento, en la que un hombre liberado descubre que lo que han considerado como verdad hasta el momento en realidad es un reflejo de la realidad, pero no la realidad en sí. Este descubrimiento es el que hace el protagonista, interpretado por Aaron Paul, frente al dogma que practica, basado en mentiras. Y es esta crisis de la identidad propia la que se convierte en el principal elemento de fricción con la comunidad que le rodea, sometida al dogma y la fe ciega. The path es posiblemente una de las mejores ficciones que ha puesto su mirada en el mundo de las sectas, y en buena medida también representa el propio sentido de colectividad doctrinal que podemos ver en las grandes religiones reconocidas.  
No abusarás se estrenó el 26 de marzo en La Izquierda Diario
Últimos días en el desierto se estrenó en cines el 31 de marzo
Hostage to the devil se puede ver en Netflix España
The Path se puede ver en Amazon Prime Video España
Por qué no soy cristiano está editado en España por Edhasa (2000)

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