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El caso del gigantesco buque carguero que se quedó varado en el Canal de Suez de Egipto y paralizó parte del comercio mundial ha puesto nuevamente en el tapete la fragilidad de las cadenas de suministro globales. Pero podría hacer que más empresas multinacionales de Estados Unidos quieran trasladar sus fábricas más cerca de su mercado, y convertirse en una bendición para América Latina.
Varios expertos en comercio dicen que el accidente del buque Ever Given, que fue liberado por una flotilla de remolcadores el 29 de marzo después de obstruir el Canal de Suez durante casi una semana, llevará a muchas empresas multinacionales a intentar diversificar sus cadenas de suministro.
En lugar de traer prácticamente todos sus componentes desde China, muchas empresas estadounidenses buscarán proveedores alternativos más cercanos, dicen.
Esta tendencia, que los economistas llaman “nearshoring”, podría ser la mejor oportunidad en décadas para que los países latinoamericanos se conviertan en exportadores mucho más grandes. La gran pregunta, por supuesto, es si aprovecharán esta oportunidad.
América Latina podría ganar $70,000 millones adicionales al año en exportaciones si tan solo lograra reemplazar el 10% de las exportaciones de China a Estados Unidos, según el Banco Interamericano de Desarrollo. Es una meta factible, porque muchas de las exportaciones de China, incluidos automóviles, televisores y productos textiles, son bienes que también América Latina ha estado produciendo y exportando durante años, dice el banco.
“Esta es una oportunidad única en una generación para que la región finalmente alcance su potencial integrándose a las cadenas de valor globales’‘, me dijo Mauricio Claver-Carone, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, en una entrevista. “Es posible que no haya otro chance como esta en nuestras vidas”.
Los temores por las interrupciones de las cadenas de suministro mundiales han aumentado en los últimos años.
Una encuesta de 260 empresas globales realizada por la consultora Gartner el año pasado encontró que el 33% de las empresas ya habían trasladado fábricas fuera de China, o planeaban hacerlo antes del 2023.
La preocupación por la dependencia excesiva de Estados Unidos de las exportaciones chinas comenzaron cuando Estados Unidos y China intensificaron sus amenazas mutuas de una guerra comercial a principios del gobierno de Donald Trump. Más recientemente, aumentaron durante la pandemia de COVID-19, cuando los estadounidenses se encontraron sin máscaras faciales y equipos médicos fabricados en China.
El accidente del carguero Ever Given puso aún más nerviosas a las empresas. Entre el 12% y el 15% del comercio mundial pasa por el Canal de Suez.
Los expertos en comercio internacional me dicen que algunos países latinoamericanos, como Colombia, Costa Rica, Uruguay, Panamá y República Dominicana, están tratando activamente de atraer a empresas estadounidenses que buscan sitios de “nearshoring”.
Pero, desafortunadamente, México, de lejos el mayor exportador de productos manufacturados de América Latina al mercado estadounidense, está perdiendo el tren. México podría ser el mayor beneficiario regional de la tendencia “nearshoring”, pero el presidente populista Andrés Manuel López Obrador a menudo suena como si estuviera tratando de ahuyentar, en lugar de atraer, a los inversores extranjeros.
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, está en la misma liga, aferrado a ideas anticapitalistas obsoletas que incluso la China comunista ha abandonado hace mucho tiempo.
Por supuesto, hay muchas cosas que América Latina debe hacer para atraer empresas manufactureras extranjeras, incluyendo la reducción de la burocracia, el combate a la corrupción, el fortalecimiento del estado de derecho y la mejora de sus puertos, aeropuertos y conexiones de internet.
Muchas empresas multinacionales se abstienen de montar fábricas en América Latina por sus escandalosos costos de transporte.
Mover una carga de soja desde el norte de Argentina hasta el puerto de Rosario en el centro del país a menudo es más costoso que enviar esa misma carga desde Rosario a China, según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Pero América Latina tiene una oportunidad de oro de salir de su recesión económica atrayendo empresas que están pensando en irse de China. El hecho de que los países más grandes de la región la estén desaprovechando es escandaloso.
Vía: El Nuevo Herald / Andrés Oppenheimer
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