No señor. La cosa según el tal Rosell está clara. La salida de la crisis pasa por acabar con los funcionarios “prepotentes” y con los parados “porquesí”. Ahí están las dos claves. Hay funcionarios incumplidores y prepotentes y parados voluntarios que hay que echar al patio de los leones. Sin embargo, todos los empresarios son cojonudos. ¡Viva la autocrítica!
Se baja el impuesto de sociedades, se da dinero a mansalva a los bancos para que pueda fluir el crédito, se quita el subsidio del parado de larga duración, se rebaja el sueldo a los funcionarios, se facilita el despido y, a todo esto, las grandes empresas siguen teniendo unos beneficios desorbitados. Pues bien, ya lo saben, la culpa de que no salgamos de la crisis es de funcionarios y parados.
¿Y qué pasa con los empresarios especuladores? Que va a pasar: nada. Esos son buena gente. Gente a la que Rosell representa y que siguen con sus negocios turbios y sus paraísos fiscales. Gente que no crea empleo sino que sólo vive para el dinero. Buena, muy buena gente.
¿Y qué ocurre con los empresarios negados? Esos que crean imperios con pies de barro y que cuando caen se llevan por delante cientos o miles de trabajadores y ellos se van de rositas. Recordemos a Ruiz Mateos, o sin ir tan lejos, al anterior presidente de la CEOE, el tal Cuevas. Gente sin escrúpulos que deja en la calle a los trabajadores, condenando a sus familias a la miseria, mientras ellos siguen viviendo a cuerpo de rey. Y es que estos también son buena gente.
El mundo está lleno de buena gente, emprendedores que se sacrifican por los demás, pero claro, luego llegan los funcionarios y los parados y lo joden todo.
Salud y República