¿La
deliberación, la decisión y representación política atañe a lo particular de
los partidos o por el contrario debiera ser asunto colectivo? En todos los
partidos tradicionales, las personas que los conforman, siguen actuando como si
fueran feudos particulares, consideran mayoritariamente que sus problemas les
atañen exclusivamente a ellos, los trapos
sucios se lavan en familia. Claro que, entonces la respuesta lógica será:
¡si son suyos, que se queden con ellos, pero no busquen mi voto esperando que
confíe en quien no lo hace en mí!; la confianza es mutua, no pidan que les
acepten como elegidos, ni siquiera como elegibles, si ustedes no aceptan que
los electores conozcan y participen de sus opiniones y debates en el grupo. Los
electores quieren derechos de ciudadanía, de intervención, saber qué posturas
mantiene cada elegible y por qué, muchos ciudadanos quieren participar en la
construcción de opiniones y decisiones. Este es uno de los asuntos de por qué
estamos aquí, tras el 15-M, y por qué surgió aquel grito, ¡NO NOS REPRESENTAN!
Aquellas
condiciones de funcionamiento de grupos que existían en la clandestinidad, no
son útiles hoy, amén de no ser aceptadas, como tampoco las costumbres
posteriormente practicadas de construir fronteras insalvables entre los
aparatos y militantes, o la militancia y los simpatizantes, la ciudadanía
pretende una relación más participativa y decisoria, que ni siquiera queda
reducida a unas primarias, se pretende una relación electores/elegibles con
mayor democracia, no se conforma con votar y punto, se trata de tener capacidad
de intervención de los representados sobre los representantes, ya no son
entelequias de unos cuantos sujetos sino prácticas sociales de decenas de miles
de personas que se mueven por muchos rincones y que los socialistas no están
consiguiendo aglutinar.
No
se trata solamente de sus errores en el diagnóstico de la crisis, también de
los errores en la gestión y las políticas anti-crisis, se entiende que muchos
de esos errores fueron cometidos como consecuencia del alejamiento de las
élites o aparato socialista de sus bases sociales. Por eso es muy pobre la
información posterior que da el PSOE sobre el reconocimiento de errores
pasados, porque siguen sin enterarse de que la ciudadanía se siente marginada y
no acepta que la marginen. Supuestos representantes, cargos electos y
responsables diversos en todas las instancias de la vida pública, sin
acompañamiento ciudadano, tienen demasiada facilidad para entrar y salir por
las puertas giratorias de poder político y económico.
Una pregunta surge en
torno a los errores cometidos, a la tendencia de nuevos acontecimientos que
surgían sin estar previstos, en torno a la inadaptación a la realidad
cambiante… ¿el PSOE tenía, o podía tener, recursos intelectuales suficientes
para conocer y difundir en su partido que pudieran haber minorado los
desastres?, sin ninguna duda. De no contar con ellos dentro de su estructura,
los podía encontrar a su disposición en empresas y universidades, en la
Administración y sociedad civil…, el problema es que el partido de la etapa
Zapatero no atendía demasiado las valoraciones ajenas. Ni sus dirigentes en los
órganos centrales e intermedios, ni en las agrupaciones locales. No fue cierto
que nadie supiera ni dijera nada de aquella burbuja inmobiliaria y de crédito,
u otros problemas de la crisis española.
La impermeabilidad en
partidos de gobierno es más visible, por las consecuencias, pero igualmente se
produce en los partidos pequeños, con excesivo culto al jefe, el parco
funcionamiento de equipos y la excesiva ideologización de posturas contrapuesta
a racionalizar alternativas concretas a problemas concretos. Este es un
problema generalizado en todos los partidos que llegan a despreciar sugerencias
o estudios que no cuadran con sus posturas previas; conocidas son las actuales
tensiones y fuertes discrepancias del PP con gabinetes de estudios y
fundaciones cualificadas de la derecha en propuestas anticrisis.
La
cuestión no es que hubiera gente soñadora, necesaria en toda colectividad, lo
importante es que los partidos políticos no tenían equipos para funcionar, sino
individualidades, ya no eran o deberían ser órganos colectivos, con puertas y
ventanas abiertas para buscar opiniones distintas que pudieran contextualizar
los sueños y hacerlos posible a tamaño real. Al final lo que importa en la
calle es el resultado de todo ello, -la debacle socialista- pero éste dependerá
mucho del funcionamiento abierto o cerrado, de la democracia interna, de la relación
electores elegidos, de la participación de cada persona militante y
simpatizante.
PD. Lo anterior lo escribí hace mas de tres años en relación a la crisis del PSOE ya muy fuerte con Zapatero. Los hijos de los socialistas votan a Podemos porque el PSOE olvidó y/o despreció muchas cosas que tienen que ver con la indignación.