Revista Cómics

La critica habla de Chiqui ¡Bang! ¡Bang! (Migoya, Carpio, Rondón)

Publicado el 19 enero 2011 por Lanuez
El albúm de las aventuras de "CChiqui ¡Bang! ¡Bang!" de Hernán Migoya, César Carpio y Diego Rondón, presentada a finales del año pasado ha cosechado comentraios bastante buenos, realmente es un trabajo notable, hemos tenido oportunidad ya de leerlo (prestadito nomas) y independiente de la amistad que guardo con los autores me parecio magnífico. Pero como seguro tomaran mi dicho como de parte aquí les dejo una critica especializada aparecida en el blog "Libro de notas" escrita por Carlos Acevedo. Ya verán lo que opina...
La critica habla de Chiqui ¡Bang! ¡Bang! (Migoya, Carpio, Rondón)El gran espectáculo de la rebeldía ha comenzado
En el exacto meridiano que dibujan la fábula erótica al uso y el cine de acción más libertario y dado al despiporre estético está Chiqui ¡Bang! ¡Bang!, el último cómic que ha parido Hernán Migoya y que hace nada ha editado Glénat para disfrute del lector dispuesto a sumergirse en un relato donde lo que no se solventa con ultraviolencia hardboiled se resuelve con la fibrada e impactante figura de Chiqui Martí, Reina del Strip Art ©, y eje de una historia cuyo único horizonte, al menos a priori, es lo dionisiaco.
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Ocurre en este relato que todas las claves descansan en la ausencia absoluta de gravedad, disponiendo todos los elementos para que el ritmo infatigable de los lápices de César Carpioy el color de Diego Rondón haga de las suyas y lleve al lector a sitios prácticamente inexplorados en estos tiempos de miserias mundanas, lomos inasumibles y etiquetas sospechosas. Minucias de las que escapan éstas páginas cuando invitan al lector a descansarse en un submundo de conspiraciones, violencia a mansalva, desnudos frontales, strip art de categoría, aeropuertos en llamas, malevos con espada y/o bigote, explosiones, desnudos frontales, abusos de poder, príncipes nudistas, conferencias entre mandatarios, desnudos frontales, disparos a bocajarro y más de algún retruécano narrativo que recuerda tanto al Tarantino de Kill Bill como al deDeath Proof, y no sólo por la venganza femenina y la querencia irresponsable por la violencia sino, además, porque aquí todo huele a pertenencia visceral, a tributo honesto, a glorificación de las formas y perspectivas que, mientras se avanza en la lectura, permiten inmiscuirse en una compleja montaña rusa del placer, puntuada de curvas, escaladas y tensos remansos.
Critica completa AQUÍ

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