Revista Cultura y Ocio

La cuenta atrás – @Macon_inMotion

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

Un enorme mojito coronado con una sombrilla de papel y una amplia camisa con motivos hawaianos. Aquello era suficiente para adivinar que su portador estaba de vacaciones. El ambiente en el crucero, bautizado pomposamente como Reina de los mares II, era festivo. La gente reía y lo pasaba bien en cubierta. El hombre del mojito dio otro sorbo y con gesto mecánico, se miró la muñeca esperando ver en su reloj de pulsera qué hora era. Sonrió. Su mujer le había hecho prometer que no se lo pondría en todo el viaje. Alzó la vista y observó como ella trataba de nadar en la atestada piscina del barco. No era su idea de vacaciones ideales pero a decir verdad, tenía que reconocer que aquello no estaba mal del todo. Demasiado alboroto, quizás, pero se reconoció a sí mismo que necesitaba desconectar. Solo una cosa le sacaba de quicio. Un malhumorado matrimonio de ancianos con acento inglés que dormían en el camarote de al lado y que precisamente ahora cruzaban la cubierta discutiendo a gritos. Con ochenta años aún deben de quedar ganas de discutir. Pensó. Dio media vuelta ignorando a aquellos desagradables viejos, apuró el mojito y le hizo un gesto al camarero, un joven con rasgos samoanos o de alguna otra isla del Pacífico, pidiendo otra consumición.
Definitivamente, podría acostumbrarse a aquello. La esposa del hombre salió de la piscina escurriéndose el pelo con las manos. El bikini rojo le sentaba francamente bien. —Cariño, ¿podrías traerme el sombrero de paja?— dijo mientras se acercaba. —Mientras yo me pido una caipirinha y me pongo a tu nivel de alcoholismo.— continuó entre risas.
El hombre rió y de buena gana bajó a su camarote no sin antes despedirse con un beso.

Dentro del enorme barco el calor y la humedad eran aún mayores que en la cubierta y antes de llegar al camarote ya estaba sudando. Iba a abrir la puerta cuando oyó un grito proveniente de la habitación contigua. Una pequeña mujer con el uniforme de servicio salió corriendo despavorida mientras tiraba por los aires un enorme montón de toallas blancas. El hombre se acercó con una mezcla de cautela y curiosidad a la puerta, que había quedado abierta de par en par y tuvo que reprimir un par de arcadas ante lo que vio. Los dos ancianos odiosos de acento inglés habían sido asesinados. Yacían completamente desnudos en el suelo de la habitación y tenían los rostros completamente desfigurados, convertidos en una masa sanguinolenta. La habitación estaba intacta y no se apreciaban signos de lucha. ¿Los habían matado en otro sitio, quizás? El hombre entró y observó detenidamente el pecho del viejo. Le habían escrito a navaja “LA CUENTA ATRÁS”. Unos pasos apresurados precedieron la llegada de tres hombres de la seguridad del crucero y se quedaron estupefactos ante aquella situación. Un hombre con bermudas y camisa hawaiana y dos ancianos asesinados. Antes de que los miembros de seguridad dijeran nada, el hombre habló primero. —Soy asesor de investigación, trabajo para la policía. Quiero hablar con el capitán, con la mujer que les ha avisado y una relación completa de pasajeros y tripulación del maldito crucero.
A su mujer no le iba a gustar, se habían terminado las vacaciones.

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