Revista Cultura y Ocio

La cuenta atrás – @sor_furcia

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

Hola, Carmen

No sé cómo empezar… es larga pero léela porfa.

Estoy muy mal… muy mal. Peor que nunca. Sé que no debemos hablar delante de la niña y tienes razón.

Pero no puedo aguantar más, necesito soltar el agobio que llevo dentro…

He obrado mal, sin pensar, impulsivamente. Como actúo siempre y me arrepiento.

No debí hacerlo y me mata recordar el domingo (sin duda el peor día de mi vida). Por eso una vez más te pido perdón consciente de que no lo merezco.

Sé que te sientes engañada, humillada, desplazada… sé que no he sido el  marido perfecto y sé que lo podría haber hecho mejor… pero no soy perfecto y con esto no justifico ninguna lágrima, disgusto o mal rato que te haya podido producir desde que te conozco.

Pero, solo quiero que sepas que nunca lo hice por joderte. Soy consciente de mis miserias y mi personalidad y tú no te mereces ese trato. Siempre lo he sabido. Pero, no he sabido controlarme (tampoco me justifico). Porque, ante todo, sí soy consciente de quién eres tú, muy buena persona y la mujer que me ha aguantado estas miserias y lo que hice no estaba bien ni justificado.

Qué puedo hacer ¿Desaparecer de tu vida? ¿Intentar enamorarte de nuevo? ¿Llevarnos bien aunque sea como amigos? No sé…

No puedo pensar…

Carmen, estas palabras no son desesperadas. Te quiero de verdad y no soporto la idea de separarme. Pero no desde el punto de vista sicopático de marido desesperado que no quiere estar solo sino porque de verdad quiero esta familia. A ti, a la niña, incluso al perro y pasear juntos y hacer cosas juntos.

DE VERDAD QUE NO TE LO DIGO POR DESESPERACIÓN.

Sé que tu vida no ha sido fácil pero piensa también en los momentos buenos, si es que los has tenido…

Carmen, qué más te puedo decir… para mí el domingo fue un momento de consciencia interna, un bofetón que me di a mí mismo como diciéndome ¡¡qué coño te pasa!! y repito que estoy mal, se me fue la olla mucho…

Carmen, no sé hacia donde van tus sentimientos. Un día te enamoraste, luego solo me querías, más tarde solo me apreciabas, recientemente ya no me querías y creo que has empezado a no soportarme… no quiero que llegues a odiarme…

Por lo tanto no sé qué hacer para rehacer lo que sin duda he colaborado en crear…

Pero estoy dispuesto a hacerlo y a luchar por ello, ya sé que tarde y que probablemente no hay vuelta atrás, pero te pido me dejes intentarlo. Por lo menos llegar a que me quieras y quieras vivir conmigo…

Sé que jamás lograré que te vuelvas a enamorar… lo sé…

Es la última vez que te hablo de mis sentimientos porque tampoco quiero agobiarte y no ser plasta… ni patético.

Estoy a tu disposición y a cumplir con lo que mandes o acordemos. Lo digo de corazón.

Solo pido una oportunidad. Que volvamos a ser felices, como los primeros años juntos. Creo que se puede, estoy por la labor…

Como verás, he obviado a la niña de esto, porque de todo lo que se refiere a ella me da hasta vergüenza decirlo, solo sé que no me voy a perdonar nunca el daño que la hago…

Te pido que reflexiones y acataré tu decisión incluso el que te separes, y te autorizo con esta carta a que la uses como prueba de que si quieres separarte será de mutuo acuerdo y no habrá culpables… pero dame la oportunidad de redimirme.

Adiós.

PERDÓN POR MIS FALTAS DE ORTOGRAFÍA… PASA UN BUEN DÍA.

Juan

………………………..

Le temblaban las manos cuando me entregó la carta.

“Me da vergüenza que la leas”, me dijo.

Pero la leímos.

Juntas.

Y nos reímos.

Ahora ya podemos reírnos.

También nos cabreamos.

Eso nunca hemos dejado de hacerlo.

“¿Qué pasó para que te escribiera esta mierda?”, le pregunté.

“No lo recuerdo, pudieron ser tantas cosas…”.

Pudieron ser tantas veces…

Demasiadas.

Ninguna de las palabras que en ella había escritas eran sinceras.

No hicieron que nada cambiara.

No más de unos días, contados con los dedos de la mano.

Suficientes para que ella decidiera perdonarle.

Que consiguieron hacerle sentir lástima de su agresor.

No abandonarle.

Otra vez.

Esa vez.

Seguir siendo infeliz a su lado.

Pero dos años después de recibirla consiguió separarse.

Se armó de valor y le arrancó de su vida.

¿Y sabéis qué es lo peor?

Que esta carta no tiene nada de especial.

Es una de tantas cartas que reciben tantas mujeres…

Mujeres que están siendo maltratadas.

A diario.

Cuando la terminamos me confesó “La guardé por si algún día la necesitaba… en un juicio o algo”.

No le hizo falta, por suerte.

“¿Lo pasaste muy mal tras la ruptura?”, le pregunté.

“Poco, nada en comparación con todo el tiempo que ya llevaba sufriendo”.

Solo fue una cuenta atrás…

Una cuenta atrás para volver a ser feliz.

Para reencontrarse consigo misma.

Para empezar una nueva vida.

Para recuperar su tranquilidad.

Y para saber que nunca jamás dejará que nadie vuelva a arrebatársela.

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