La cuesta de enero (por Isa)

El gran Forges sí que sabe de qué va esto...

Hoy empieza todo. O más bien continúa. Después de más de dos semanas de semi-vacaciones y jornadas laborales escuetas o, como mínimo más relajadas de lo habitual, hoy vuelve la normalidad. Y hay gente a la que le gusta. Lo que confima que hay gente para todo. Yo, en cambio, estoy fastidiada como hacía mucho tiempo que no lo estaba.
Ya ayer por la tarde mi sistema nervioso decidió realizar una concentración silenciosa en mi estómago. Mis nervios quisieron mostrar su oposición a la vuelta al estrés laboral, a las prisas, a las reuniones, a la diplomacia impuesta, a los horarios encorsetados... pero no les sirvió de nada y solo consiguieron que me doliese la tripa como me pasaba los domingos cuando era pequeña.
La vuelta a la rutina siempre me genera una sensación de hastío y desazón intensa, ya sea en septiembre o de regreso de algún puente, pero sin duda la más dura es la de enero. Se junta todo: la abrupta resaca tras un periodo de excesos gastronómicos, etílicos y sobre todo emocionales, que te dejan los sentimientos a flor de piel, demasiado expuestos para lidiar con lo de siempre; los malditos propósitos de enmienda para el año nuevo, que añaden aún más presión, la economía malherida tras el aumento de los gastos navideños, y el invierno... esa oscuridad matinal, ese frío glacial al salir de la cama aún de noche.
En fin, trataré de remontar como pueda la cuesta arriba de este mes que siempre empieza rebosante de magia para abandonarte después, desorientada, a merced de la cotidaniedad más prosaica... menos mal que nos quedan las rebajas de enero, y como dice el maestro Sabina en el tema que lleva ese título: "emociones fuertes buscadlas en otra canción".