La cultura del éxito

El éxito nos pervierte emocionalmente. El éxito tiene un precio. Y uno no se da ni cuenta hasta estar en una gran encrucijada. Avanzar se hace difícil con tantas paranoias emocionales que se nos van inculcando y se van creando bajo el axioma irrefutable del éxito a toda costa. En EE.UU inlcuso hay un vocablo para las personas que son consideradas mediocres o fracasados a ojos del concepto de éxito basado en el estúpido "sueño americano". Y pongo estúpido porque no es que cualquiera pueda llegar a conseguir cualquier cosa, sino que ese algo es púramente a criterio del trabajo materialista y la posición social. Un triunfador es el "hombre" que consigue llegar a condearse con lo más alto de la jerarquía capitalista desde la nada, pasando y pisando a quien sea, y a eso se le llama trabajo. Y para uno que lo consigue, millones han trabajado casi como esclavos. El éxito es la idea sobre la que subyace la esclavitud de los países desarrollados. Los escrúpulos morales se cotizan en divisas y cuantos más divisas menos escrúpulos. El trabajo dignifica, sin duda. Y las ideas se cotizan. Pero el éxito es un recurso efímero para ilusos. El esfuerzo de muchos casi siempre es acaparado por indecorosos  inútiles e inmorales que acechan desde su posición privilegiada y puestos a dedo. Todos queremos tener éxito porque no lo conocemos de cerca y creemos, que igual que cuando vamos conduciendo nunca vamos a tener un accidente hagamos lo que hagamos -¿yo? ¡jamás!-, que lo dominaremos fácilmente. Y este último adverbio es una trampa mortal. Hay quién lo lleva bien, pero intuyo que es por tener una buena maceta bien plantada en la cabeza y una educación esmerada.