Lo poco que sabemos sobre los constructores primitivos de Irlanda se lo debemos a la Arqueología. Las técnicas de datación del Carbono-14 han permitido fechar con exactitud sus vestigios culturales.
Los museos de Dublín (National Museum of Ireland), Mell y Rockmarshal exponen maravillosos tesoros de esta tierra. Delicadas piezas de oro, mazas pulidas, empuñaduras con remaches, puntas de flecha de sílex y una elegante cerámica que contrasta con los grandes martillos de Stonehenge, huesos artísticos y una corta esperanza de vida.
Mazas y hachas pulidas fechadas en el 2.500 a. C. talladas en piedras semipreciosas, delicados vasos campaniformes de cerámica (2.300 a. C.), puntas de flecha primorosamente talladas y hachas ceremoniales con una exquisita decoración (2.000 a. C.) ponen de manifiesto una cultura en la que las prioridades funcionales estuvieron equiparadas con la habilidad artística.
La gente de esta cultura no era precisamente salvaje. Vale la pena imaginar cómo lograron equipar, alimentar y organizar a los trabajadores que construyeron Newgrange o Stonehenge, su más refinada manifestación, para lo que según estimaciones del Dr. Gerald Hawkins emplearon doce millones de horas de trabajo humano.