La cumbre de la OEA en Panamá representa el cambio que se está produciendo en la geopolítica de América.
Tradicionalmente EEUU ha chocado con problemas para posicionarse en su propio continente. Cuando la nación estadounidense se convirtió en una potencia entre finales de S. XIX y principios del XX se encontró con los cambios políticos internos que se producían en muchos países latinos y posteriormente la Guerra Fría.
La historia de América siempre ha estado ligada a la confrontación ideológica y por ende la inestabilidad en sus naciones y en la geopolítica regional.
En el marco que se abrió tras la caída del muro de Berlín la etapa ideológica no concluyó en América consiguiendo sobrevivir el régimen castrista sin reforma alguna ni siquiera en el plano económico, y casi con el nuevo milenio alcanzó Hugo Chávez el poder en Venezuela. El avance de Caracas hacia el socialismo fue entrando en una contestación a EEUU que se vio reforzada con la creación del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), sumándose a esa organización varios países (Bolivia, Ecuador y Nicaragua entre los más importantes) conforme se fue expandiendo el modelo iniciado en la nación venezolana.
Las acciones de Washington, que a raíz de la doctrina Monroe trato de hacer frente a la presencia e influencia de las naciones europeas en América y establecer influencia en su continente, consistieron en la creación de un órgano que aglutinase a las naciones americanas naciendo de ello la Unión Internacional de las Repúblicas Americanas en 1.890 que tiempo después daría origen a la actual OEA y desde el final de la II Guerra Mundial a contrarrestar la expansión del comunismo. Sin embargo pese a que paso a quedar como la gran potencia en la zona al terminarse el colonialismo (no solo el físico sino también en forma de injerencias) y acabar ganando la pugna con la URSS no logro crear influencia política ni el área de libre comercio, gran objetivo estadounidense.
Ahora las cosas están cambiando.
El principal mérito de Obama en política exterior, a falta de la ratificación y cumplimiento del acuerdo nuclear con Irán, ha sido que ha logrado cambiar la geopolítica de América. Con un solo movimiento ha eliminado de un plumazo el clima de animadversión y dejado en fuera de juego a Rusia y a la UE, quienes mandaron corriendo a sus representantes de exteriores a La Habana, Serguei Lavrov y Federica
Mogherini respectivamente, para tratar de salvar su influencia hasta entonces mayor que la de EEUU en Cuba.
El dominio del discurso y de la imagen que caracteriza a Obama en América ha sido determinante, pues ha desarticulado el lenguaje de la confrontación en que cómodamente estaban instalados los opositores a Washington. El paso hacia delante fue dado con la reapertura de relaciones diplomáticas con Cuba, el acto necesario para que se produjese el cambio en la geopolítica.
La América que se abre paso en estos momentos, coincidiendo que EEUU ha fijado su atención en América así como en Asia-Pacífico reajustando sus prioridades que le están llevando a no implicarse como antaño en otras zonas como Oriente Medio, es una donde se ha instalado la confianza necesaria para la cooperación y la estabilidad que sin duda beneficiará a todos los países del continente.
Sin embargo dista mucho para que EEUU consiga sus máximos objetivos, algo que sólo logrará si da continuidad al multilateralismo en la zona y se convierte en un socio imprescindible que suponga gran beneficio para la mayoría y no sólo para algunos Estados como hasta ahora, aunque su pretensión de desarticular el Alba si se ha cumplido.