Nuevamente eramos sólo dos en la Odisea. El “Toyotita”, que tantas alegrías nos había dado, había sido devuelto a sus verdaderos dueños.
Pero eso no marcaba el final de nuestra travesía con Jani, sino que sólo el inicio de nuevas aventuras. Eso sí, ahora con tracción a sangre.
Los que leyeron nuestro primer post sobre italia, habrán visto fabulosos lugares como Pisa, Volterra, Como y los pueblitos más lindos del mundo: Cinque Terre.
Pero hasta el menos informado de los trotamundos (inclúidos los soñadores, los viajeros en potencia), saben que el territorio itálico ofrece aún mucho más que eso.
Habíamos dejado nuestras huellas en la Toscana, quizás la región más emblemática del país, pero habíamos dejado un par de lugares obligados para después, sin visitar.
Así que tras despedirnos de nuestro querido bólido colorado, aquel que nos permitió surcar los majestuosos Alpes y las calles del circuito de Mónaco, partimos nuevamente hacia el corazón de Italia.
"David" de Miguel Angel - Galleria dell'Accademia, Florencia
Apenas empezamos a caminar por nuestro siguiente destino, la archifamosa ciudad de Florencia, la sensación fue indescriptible.
Florencia, o “Firenze” en el idioma local, es de esos lugares que le quitan el aliento a cualquiera que se embarque por sus calles.
Y no es para menos, ya que esta ciudad es la “cuna del renacimiento”, donde la cultura italiana se abrió las puertas al mundo, con las inigualables manos de sus habilidosos pintores y escultores, y claro está, con los bolsillos de sus financistas, los “mecenas”, también.
Un lugar que a pesar de ser muchas veces molestamente super turístico, cualquiera que ande viajando por la zona y no lo incluya en su itinerario, debería ser considerado prácticamente hereje.
Sus calles y museos, dislumbran en cada esquina por el arte de personajes como Michelangelo, Donatello, Leonardo Da Vinci o Rafael, y también de otros como Boticelli, que por su maestría con el pincel podría ser considerado el Splinter del grupo, como para seguir la temática que no hace falta explicar.
Basilica Santa Maria del Fiore - Florencia
No es una ciudad amable al bolsillo de viajeros con presupuestos limitados, para nada. Pero perderse la visita a las fabulosas Galería degli Uffizi o la Galeria Della Accademia, resulta en un precio cultural aún más alto.
Como para que se den una idea, tal como sucede con la Mona Lisa del Louvre, la majestuosidad del David (Michelangelo) o la perfección de pinturas como el Nacimiento de Venus o la Primavera (Boticelli), son sólo las caras conocidas de una enorme colección pictórica y escultórica que estas galerías ofrecen y que nadie se puede perder.
Bellas vistas sobre el Río Arno, el Ponte Vecchio, la Basílica Santa María del Fiore de impactante arquitectura y una puesta de sol onírica sobre la ciudad mientras compartíamos unas refrescantes Coronitas, hicieron de nuestros dos días en Firenze una experiencia inolvidable.
"Rapto de las Sabinas" de Giambologna, Loggia dei Lanzi - Florencia
Pabellón de la Galleria degli Uffizi - Florencia
"Nacimiento de Venus" a la izquierda, "Primavera" a la derecha, de Botticelli, Galleria degli Uffizi
Basilica Santa Maria del Fiore - Florencia
Basilica Santa Maria del Fiore - Florencia
Detalle de la cúpula de la Basilica Santa Maria del Fiore - Florencia
Basilica Santa Maria del Fiore - Florencia
Río Arno a su paso por Florencia
Ponte Vecchio - Florencia
Ponte Vecchio - Florencia
¡El famoso helado italiano!
Atardecer en Florencia
Disfrutando de unas refrescantes "Coronitas" con Jani en Florencia
Atardecer en Florencia
Tras un día en la turísticamente pobre Bologna, corazón de la Emilia-Romagna y concentrador de todo el tráfico del norte de Italia (con esa carta de presentación, sólo deja ver un centro histórico de limitado atractivo y un par de torres en mantenimiento que ni aún impecables llamarían mucho la atención), enfilamos hacia la costa este de la península, a un destino destacablemente llamativo.
Bologna, una ciudad que no ofrece demasiado
Mmm... ese nombre me hace pensar mal del Viccolo - Bologna
Cuando uno piensa en un país, simplemente como concepto abstracto, se imagina por lo menos muchas ciudades, vastos territorios con campos o montañas, mares o ríos con pueblitos de pescadores, diversas fronteras y numerosos puntos de interés.
Pero hay una reducida lista de ellos que no encajan con ninguna de esas descripciones, y si no fuese por motivos meramente históricos, a nadie se le ocurriría pensar que merecerían tener una bandera distinta flameando en su territorio. El Vaticano, Mónaco o Andorra son algunos de esos países que Europa posee.
Muy cerca de la costa del Mar Adriático, existe un pequeñísimo país de similares características. Poco conocido, emplazado solitariamente en la cima del Monte Titano, sería nuestro siguiente objetivo y se convertiría así, aún sin haber sido para nada planeado originalmente, en el sexto y último país que se sumaría a esta “Odisea a dúo”.
La República de San Marino, coronando el Monte Titano
República de San Marino
La pequeñísima República de San Marino es uno de los países de menores dimensiones de Europa, tras el Vaticano y Mónaco. Se encuentra totalmente rodeado por territorio italiano, convirtiéndose en su segundo enclave, tras el Estado Papal en Roma.
Sin embargo, posee una historia única. No está de más decir que es la República democrática más antigua del mundo, y que lleva independiente y en el mismo lugar más de 1200 años.
Su gobierno es todo un ejemplo, con dos seudo-presidentes rotando cada 6 meses según la elección del pueblo. Claro que debido a su tamaño, este tipo de administración es posible, pero no deja de ser interesante y digno de estudio.
Al sólo ser un puñado de pueblos sobre el monte antes mencionado, no tiene demasiado para ofrecerle al visitante, pero estando allí se siente la sensación única de estar visitando uno de las ciudades más seguras y tranquilas que recuerde, con el agregado que es además un país.
Su icono principal y que forma parte del escudo en su bandera, son tres torres fortificadas de hace un milenio, las cuáles pueden ser subidas para tener una fabulosa vista de la ciudad y de toda la planicie italiana que la rodea.
De las puertas del Palacio Presidencial, donde disfrutamos de una pizza al mejor estilo italiano, sus gobernantes entraban y salían con total normalidad, sin casi seguridad y a la vista de todos. Muy curioso.
La República de San Marino, coronando el Monte Titano
La República de San Marino, coronando el Monte Titano
República de San Marino
En una de las torres de la República de San Marino
República de San Marino
La noche no la pasamos en aquel particular Estado, sino que en la ciudad italiana más cercana, Rimini.
También sufre la indiferencia del turismo internacional, aunque tiene bastantes visitantes locales y con motivos más que suficientes.
El mar de poca profundidad y por ende, prácticamente siempre de hermosa temperatura, nos dió un placer infinito al refrescarnos, con el agregado de una puesta de sol única y todo un juego de luces en la costa por los hoteles y parques de diversiones que dan a la playa.
Jani en la playa de Rimini
Al otro día estaríamos llegando al último destino de la “Odisea a dúo”. Y después de una travesía tan impecable, no podía ser ningún lugar simple y común.
Encaramos directamente a la ciudad de los puentes y los canales, a una de las ciudades más románticas de Europa, famosa por sus gondoleros y sus edificios sobre el agua: Venecia.
Las hermosas vistas de Venecia, la ciudad de los canales
Poco hay que decir de este lugar que ya no se sepa. Es una ciudad incomparable, por su belleza, su arquitectura, su historia, su vívida atmósfera y para nosotros, con el agregado especial de que era la última.
Al contrario de lo que los que no hayan ido pueden pensar, es prácticamente peatonal en su totalidad y aún estando plagada de canales, los visitantes la recorren a pie, cansándose de cruzar decenas y decenas de puentes.
El punto central, la Piazza San Marco, está rodeada de edificaciones impactantes: la Catedral con sus techos de oro, el famoso Palazzo Ducal, torres y galerías antiquísimas llenas de negocios de lujo y vendedores de helado.
Las hermosas vistas de Venecia, la ciudad de los canales
Las hermosas vistas de Venecia, la ciudad de los canales
Las hermosas vistas de Venecia, la ciudad de los canales
Las hermosas vistas de Venecia, la ciudad de los canales
Venecia, famosa por su carnaval de máscaras coloridas
Las hermosas vistas de Venecia, la ciudad de los canales
Las hermosas vistas de Venecia, la ciudad de los canales
Hacia la Piazza San Marco - Venecia
Jani con el Duomo y el Palacio Ducal - Venecia
En la Piazza San Marco, con el Palacio Ducal y el Duomo de fondo - Venecia
Duomo de Venecia, recubierto en oro
Los famosos gondoleros, esperando clientes
Las hermosas vistas de Venecia, la ciudad de los canales
Las hermosas vistas de Venecia, la ciudad de los canales
Las hermosas vistas de Venecia, la ciudad de los canales
Un espectacular broche de oro para nuestro viaje.
El final de una impecable "Odisea por el Mundo" a dúo
Era el triste momento de la despedida. Janire debía volver a su Bilbao natal en España para retomar su trabajo.
Y aunque no lo haya mencionado explícitamente en ningún otro post, todos se podrán imaginar que no somos simplemente amigos.
Muchos me han preguntado si dada la soledad típica de cualquier viajero, es mejor viajar sólo o acompañado.
Supongo que la respuesta dependerá de la persona, pero en mi caso, es simplemente un equilibrio entre pros y contras.
Sólo se tiene la facilidad de hacer lo que uno quiere, cuando quiere, de estar más abierto a conocer gente nueva, de tener más tiempo para reflexionar y asimilar todo lo que se aprende viajando.
Acompañado, nunca se siente la soledad, hay alguien al lado para cualquier cosa que pase, se puede compartir cada sentimiento y sensación de lo que se vive, y básicamente, los buenos e inolvidables momentos llenos de anécdotas se multiplican.
Viajar con ella tuvo las mejores cosas de ambas opciones, y eso es lo que lo hizo increíble. Tres semanas que estoy seguro que ninguno de los dos olvidaremos.
Las promesas de volverse a ver no faltaron. Los eternos besos, tampoco.
Y por eso mismo, cierro este post y las historias de la “Odisea a dúo” con una recopilación de esa parte del viaje que no se vió hasta el momento.
¡Lo que no se vió de la "Odisea a dúo"!
¡Lo que no se vió de la "Odisea a dúo"!
¡Lo que no se vió de la "Odisea a dúo"!
¡Lo que no se vió de la "Odisea a dúo"!
¡Lo que no se vió de la "Odisea a dúo"!
¡Lo que no se vió de la "Odisea a dúo"!
¡Lo que no se vió de la "Odisea a dúo"!
¡La "Odisea a Dúo", romance en la ruta!
Ahora, a seguir camino nuevamente en solitario. ¿Hacia donde? No lo sé, pero mis días legalmente como visitante en Europa se agotan, y tengo que “escapar” de la eurozona.
¡En el próximo post, la Odisea sigue, hacia donde la lleve el viento!
¡Saludos a todos!