Revista Cultura y Ocio

La cursilería tecnológica

Por Revistaletralibre
La cursilería tecnológica La cursilería tecnológica

Por Antonio Costa Gómez

Hoy un supermercado estuvo toda la mañana cerrado porque la puerta mecánica no funcionaba. Es para escacharrarse de risa.

Con lo fácil que es empujar una puerta, y ponemos altas tecnologías que a veces funcionan y a veces no. Los que se sentían pecadores en otros tiempos se ponían un cilicio. Creo que fue Terencio el que escribió la obra Heautontimorumenos, el que se atormenta a sí mismo. Nosotros tenemos la técnica. Nos complicamos la vida cada vez más, pero cumplimos con la santurronería de la técnica. Somos curis y tartufos de la técnica. Hay que usar para todo, incluso para las cosas más sencillas, la técnica. Usamos la técnica porque sí, porque está mandado, aunque en muchos casos no mejore nada.

Abres una puerta rápido con las manos. Pero un día te ponen un sistema mecánico para abrirla, con una célula fotoeléctrica para abrirla, o como cojones se llame, y a veces se abre y a veces no, y a veces se vuelve catatónica, y debes esperar tontamente sus caprichos. ¿Y eso tiene alguna ventaja? Alguien sacará dinero en alguna parte.

Vas declarar a Hacienda ante una persona y acabas en cinco minutos. Pero un día te mandan a internet, debes buscar la página, debes buscar el programa, debes buscar una circunstancia o la otra, debes buscar unos cuantos datos, y si fallas en una coma como el mecanismo es imbécil te dice: error, error, y al final te pasan a preguntas frecuentes, y como en preguntas frecuentes no está tu pregunta, la vida es imprevisible, te mandan al inicio, y empiezas otra vez, y te mandan otra vez a preguntas frecuentes, y ningún ser vivo con verdadera inteligencia viva te atiende, y tardas horas, tal vez días. ¿Y eso qué ventaja tiene? Supongo que alguien se enriquece en alguna parte.

Estás en una cola para subir a un tren y vas a entregar tu billete en papel y lo mirarán en cinco segundos. Pero el que va delante es un moderno papanatas, y lleva el billete en el teléfono móvil, y debe encenderlo, y luego debe encontrar el programa, y luego debe encontrar el billete, y luego el programa del tren debe encontrar el programa del móvil, y esperas minutos y minutos, pero es tan moderno. ¿Y eso qué ventajas tiene? Supongo que alguien se enriquece en alguna parte.

Vas a entrar a un monumento, crees que compras un billete en papel y entras. Pero internet se ha caído, no funciona, el tipo debe reiniciar, buscar el programa, buscar el billete, poner los datos, hacer esto y lo otro. Y la cola se alarga y esperas y esperas. ¿Y eso qué ventajas tiene? Supongo que alguien se enriquece en alguna parte. Yo no.

Pero cumplimos los mandamientos de la técnica, la usamos para todo. Incluso para estornudad. Y así somos santos y cursis de la técnica y nos mandará al cielo de la técnica, lleno de circuitos y algoritmos.

Y también es la cursilería de nuestra época. Compras otra máquina y otra máquina igual que sigues la moda, igual que sigues a todo el mundo sin criterio propio. Igual que te agujereas los pantalones porque está de moda y te pondrás láminas de mierda en las sienes si se pone de moda. Igual que en el siglo XVIII la gente se ponía pelucas, igual que en el XIX los petimetres se empolvaban el pelo. Igual que hace un siglo se volvían fascistas y rompían tiendas de judíos.

Compras otra máquina y otra máquina sin aliento, sin pararte a pensar o vivir, lo principal es comprar y comprar. Y estar en la onda y hacer como todo el mundo. Y seguir la cursilería de usar máquinas para todo. No te bajes los pantalones, deja que una máquina lo haga por ti. No llames a tu madre, deja que una “inteligencia artificial” (me da tanta risa esa expresión) la llame a horas fijas. Mecanízalo todo, rutinízalo todo. Deja que las cosas más sencillas te las haga una máquina de manera rebuscada y complicada. No comas, deja que una máquina te triture los alimentos y te los meta en el esófago. Si así no te saben a nada, si te pierdes el sabor de la vida, da igual. Lo importante es comprar máquinas sin aliento, y hacerlo todo con ellas, y estar in, estar chic, estar a la moda, estar a la última. Cuidado, a la de ahora mismo, no a la de hace media hora.

Compra otra máquina y otra máquina como un pasmón sin criterio, sin personalidad, sin vida. No se te ocurra leer un libro, hablar en persona con alguien, sentir el viento (de verdad, no diseñado) en la cara. En realidad tener cara también está pasado de moda, lo mejor es tener un diseño. Compra y compra y haz ricos y ricos a los que te exprimen y exprimen. Sigue la cursilería de la época y ni se te ocurra ponerte las gafas tú mismo, ya hay máquinas para eso. Todo debe ser mecánico y muerto, lo demás está pasado de moda. Te dirán que pongas bosta de vaca en la nariz y lo harás pues está de moda.

Con lo fácil que es empujar una puerta, y ponemos puertas de cierre automático, con células fotoeléctricas y otras sublimidades, que funcionan como quieren. Pero somos tan cursis que estamos contentos de usar tecnología para cualquier cosa, incluso para rascarse la nariz.

Hoy un supermercado estuvo toda la mañana cerrado porque la puerta mecánica no funcionaba. Es para escacharrarse de risa.


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