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La dama de hierro

Publicado el 11 abril 2012 por Angel Esteban

   Margaret no solamente tenía esta voz aguda que la hacía sonar chillona sino que también hablaba con el acento  típico de Lincolnshire (difícil de entender para otros británicos) la cual la hacía objeto de burla de sus colegas parlamentarios. Hasta los comentaristas de televisión se mofaban de ella. Nacida en una familia de clase media, su padre Alfred Roberts era dueño de dos abastos (en los cuales ella trabajó duramente desde pequeña) y de quien Margaret aprendió mucho de oratoria, política y disciplina gracias a la educación metodista inculcada por su padre. Roberts ocupó posiciones en la política local y fue también predicador metodista. Margaret se graduó en Oxford en la especialidad de Química, y es aquí donde desarrolla sus ideas políticas conservadoras. La joven de entonces, tuvo que enfrentarse al dominio de una sociedad machista que no le daba cabida a sus ideas políticas, simplemente porque era mujer, aunque esto no fue óbice para que la mujer luchara a brazo partido por darse un puesto en la política local. Margaret Roberts luego se casaría con Dennis Thatcher, un acaudalado hombre de negocios.

   Así es la antesala del filme La Dama de Hierro (The Iron Lady), título que le fuese dado a Thatcher por un diario soviético en respuesta a sus constantes ataques al comunismo soviético. Es la historia de dos mujeres para mí, la de Margaret, la primera mujer parlamentaria del Reino Unido, primera lideresa de la oposición con el Partido Conservador,  la primera mujer en ostentar el cargo de primer ministro (ministra). Pero también es la actuación genial de Meryl Streep, la mejor actriz de mundo si se quiere, y también es su película e historia, porque la hace propia, a desplegar toda su madurez histriónica adquirida ya con tantos años de experiencia. La dama de hierro lo es todo con Meryl Steep, y no sería nada sin ella, logrando interpretar a una Margaret de diferentes edades: joven, luego una mujer madura, y después en la vejez padeciendo de demencia, y superándose con el pasar de la cinta. Así mismo como la propia Margaret Thatcher superaría todos los obstáculos puestos por sus adversarios políticos, sufriendo derrotas electorales que le servirían de entrenamientos para su sólida carrera política, cuyo legado permitió levantar al Reino Unido de la depresión económica, sentó las bases de un sano liberalismo económico que hasta hoy día se mantiene.   Aquella voz chillona de acento del shire, daría paso, luego de entrenamientos de oratoria y lenguaje al más alto nivel en Teatro Nacional, a la voz grave y sólida de la dama de hierro que pondría al Reino Unido en el primer plano ámbito de las potencias mundiales, lucharía a lado de Ronald Reagan en contra del comunismo soviético, no cedería ante en paneuropeísmo y recuperaría las Islas Malvinas  (Islas Falklands) de manos de los argentinos.

La dama de hierro

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