Llega a España el famoso cuadro de Leonardo da Vinci dentro de la exposición “Polonia, Tesoros y Colecciones Artísticas”. Por ello queremos contaros un poco los aspectos más importantes del cuadro que se tratan más en profundidad en la audioguía que tenemos disponible en la web.
Esta exposición ha sido posible por la colaboración con la Fundación Banco Santander, Acción Cultural Española, y el Ministerio de Cultura de Polonia.
Con esta exposición el príncipe Czartoryski parece saldar una cuenta con el país que acogió a sus padres, declarando: “Se lo prometí al rey”.
Se compone de un total de 195 obras que realizan un recorrido por la historia de Polonia, desde el medievo tardío hasta el siglo XVIII.
La exposición se puede ver del 3 de junio al 4 de septiembre en el Palacio Real de Madrid, excepto la obra de Da Vinci que permanecerá solo hasta el 18 de agosto para seguir viaje a Alemania.
Pasemos ahora a contar la historia de este cuadro.
Su historia
La historia del cuadro. Fue pintado alrededor del año 1490 por Leonardo da Vinci para su protector el duque de Milán.
La obra pasó a manos del rey de Francia, admirador de Leonardo y conquistador de Milán. Durante la Revolución Francesa su destino fue el príncipe polaco Czartoryska, en cuya colección se mantiene hasta nuestros días.
Podemos conocer la historia de esta pintura desde finales del siglo XVIII, cuando aún no estaba atribuida a Leonardo da Vinci.
Después de estar escondido en los subterráneos de un castillo, el cuadro fue encontrado en 1939 y requisado por los soldados nazis que habían invadido Polonia. Después fue enviado al museo del Kaiser Friedrich en Berlín.
En 1940 Hans Frank, general del gobierno de Polonia, pidió que se devolviera a Cracovia, donde estuvo colgada en una de sus oficinas. Al final de la segunda guerra mundial, las tropas aliadas descubrieron la pintura en la mansión de Frank en Baviera. Cuando fue recuperado tenía en un ángulo la huella de un talón. Fue devuelto a Polonia y actualmente es expuesto en el Museo Czartoryski de Cracovia.
Cecilia
Los investigadores creen que la obra representa a Cecilia Gallerani, amante de Ludovico Sforza, duque de Milán. La pintura es uno de los cuatro retratos de mujer pintados por Leonardo, siendo los otros tres la Mona Lisa, el retrato de Ginevra de' Benci y el de la Belle Ferronière.
Leonardo pudo conocer a Cecilia Gallerani en Milán en 1484 puesto que ambos habitaban el Castillo Sforzesco, el palacio de Ludovico Sforza. Era la amante del duque; joven y bella, contando sólo con 17 años. Las amantes de los grandes nobles eran toleradas y se entendía este hecho más como un símbolo de virilidad que como algo negativo.
Sabemos que Cecilia interpretaba música y escribía poesía. Por ello sus virtudes no eran sólo las de su belleza sino también las de ser muy inteligente.
El animal, ¿un armiño?
El animal. Cecilia sostiene y acaricia con sus manos lo que normalmente se ha considerado un armiño, representado con mucha precisión y vivacidad.
Se han dado numerosas interpretaciones a la presencia de este animal. Los armiños se asociaban con la aristocracia, y la relación de Cecilia con este símbolo puede haber sido hecho con intención.
Se ha entendido como símbolo de pureza por su pelo blanco. En los bestiarios medievales, el armiño representaba algunas virtudes como el equilibrio y la tranquilidad, de manera que Leonardo estaría transfiriendo esas virtudes a Cecilia Gallerani, gracias también a la actitud prácticamente idéntica de la dama y del animal.
Igualmente puede entenderse como alusión al duque Ludovico, en cuyo emblema había un pequeño armiño. Alternativamente, puede interpretarse retorcidamente sobre su nombre en griego, ya que armiño es galé, lo que evocaría al apellido de Cecilia Gallerani.
Para muchos expertos el animal tampoco es un armiño, sino más bien un hurón blanco. El hurón es uno de los animales favoritos en la Edad Media debido a su utilización en la caza. Esta es la conclusión a la que han llegado diversos etólogos que han examinado la pintura prestando particular atención a la fisonomía del animal.
Además esta interpretación podría encajar ya que el armiño es un animal salvaje, difícilmente amaestrable, por lo que sería muy difícil haberlo podido utilizar como modelo. Leonardo da Vinci era muy lento y reflexivo a la hora de pintar. Por el contrario, el hurón puede ser domesticado casi como un perro. Además era un animal relativamente fácil de encontrar en la campiña lombarda de la época a diferencia del armiño que prefiere climas más fríos.
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