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La dama del armiño

Publicado el 08 junio 2011 por Jordiguzman
La dama del armiño

La dama del armiño (La dama con l'ermellino) Leonardo da Vinci, 1488-1490

Cecilia Gallerati nació a comienzos de 1473, su familia era de buena posición, su padre había sido embajador de Milán en Florencia y en Lucca y su madre era hija de un famoso abogado, era inteligente, culta – más tarde protegió al escritor Mateo Bandello – y que tenía una gran belleza como se pone de manifiesto en este cuadro de Leonardo da Vinci llamado la LaDama del armiño.

Se sabe casi con certeza absoluta que fue la amante de Ludovico Sforza, llamado el Moro, el cual en 1494 se convertiría en duque de Milán. Hay tres datos que indican el interés del futuro duque por la joven: en 1487 – cuando ella solo contaba 14 años – hay constancia en un documento de la liberación de un compromiso matrimonial contraído desde su infancia con Giovanni Stefano Visconti, es muy posible que el interés de Ludovico fuese el motivo de esta ruptura. En 1489 Cecilia ya no vivía con su familia sino en una propiedad no especificada  en la parroquia de Nuovo Monasterio. En ese mismo año, su hermano Sigerio mató a un hombre en el curso de una pelea y escapó a la justicia gracias a la in­tervención personal de Ludovico. Si nos basamos en estas pruebas cir­cunstanciales, parece que Cecilia se convirtió en amante de Ludovico en 1487, aunque no encontramos la prueba incontrovertible de su relación, en la forma habitual de un embarazo, hasta 1490.

Aunque los planes de matrimonio de Cecilia se podían cancelarse los de Ludovico eran otro tema. Desde 1480 estaba comprometido, por sólidas razones políticas, con la hija del duque de Ferrara, Beatrice d’ Este, y se acercaba ya el momento de solemnizar el matrimonio: una importan­te alianza dinástica que había de festejarse con un extraordinario des­pliegue de la capacidad de los milaneses para la celebración de grandes fiestas. En noviembre de 1490 el duque de Ferrara recibió de su embajador en Milán un inquietante y desconcertante despacho en los que le decía que las intenciones de Ludovico con Beatriz no estaban claras y que estaba enamorado de quella sua innamorataLa tie­ne con él en el castillo, la lleva a todas partes y quiere regalarle todo. Está embarazada y tan bella como una flor, y él a veces me lleva a visitarla

La boda se celebró finalmente en enero de 1491 aunque Beatrice, conocedora perfectamente de los amores del ahora su esposo y del embarazo de Cecilia, se negó a acostarse con Ludovico mientras este mantuviera la relación con la joven milanesa.

Finalmente Cecilia abandona la ciudad y da a luz un niño en mayo de 1491 al que ponen el nombre de Cesare Sforza Visconti. Por entonces le debemos al poeta Bernardo Bellincioni, amigo de Cecilia, la primera descripción  - que se sepa – del  cuadro que nos ocupa:

Oh, Naturaleza, cómo envidias a Vinci, que ha pintado a una de tus estrellas, la hermosa Cecilia, cuyos bellos ojos la luz del sol convierten en oscura sombra.

Pues piensa: cuanto más vivaz y hermosa sea mayor gloria tendrás en los tiempos futuros. Da gracias, pues, a Ludovico y al genio y a la mano de Leonardo, que quieren compartirla con la posteridad.

Este es el trasfondo que tiene este cuadro: intrigas, sexo, política y poesía en la corte milanesa. Quizá me he excedido un poco en su extensión, pero creo que es bueno, al analizar una pintura en profundidad, conocer los personajes y la situación  implicados en ella.

Leonardo da Vinci recibe el encargo de pintar un retrato de Celicia por parte de Ludovico hacia 1488, fue el primer encargo que recibió el toscano por parte del futuro duque desde que se desplazó desde Florencia a Milán y en su ejecución tardó unos dos años.

La dama del armiño es un oleo sobre tabla de 54,8 cm. de alto y 40,3 cm de ancho en donde podemos ver a Cecilia con varios complementos – como se dría ahora – que podrías sugerir la condición de mujer sometida, de concubina: la banda de oro de la frente, la cinta negra, el velo o el collar. El animal que tiene en sus brazos la joven aporta a la obra toda una se­rie de asociaciones simbólicas y folclóricas. Se trata de un armiño (Mustela erminea) de la variedad septentrional, o de invierno, caracterizado por la blancura de su piel (aunque en el cuadro está coloreada por el barniz y parece de un marrón amarillento).

Da Vinci estaba fascinado por los juegos de palabras y asociaciones de simbología con nombres y apellidos. El termino griego para armiño y comadreja es galé el cual coincidiría con el apellido de Cecilia, Gallerani.

Aparte de constituir la base de estas asociaciones, el armiño ofrecía un significado más específico. Era una alusión emblemática al propio Ludovico, a quien en 1488 Ferrán de Aragón, rey de Nápoles  había investido con la condecoración de la Orden del Armiño (L’Ermellino).

La dama del armiño

La dama del armiño (detalle)

El animal que vemos en los brazos de Cecilia es, por lo tanto, un emble­ma del hombre al que está unida social y sexualmente; observamos su mirada vigilante, su fuerte pata musculosa y sus garras extendidas sobre la manga roja de la joven. Como hace con frecuencia, Leonardo repre­senta con tanta fuerza lo emblemático que esto revierte sobre lo real, de forma que vemos al armiño como un depredador, lo que es en la natu­raleza y lo que era Ludovico. Es muy posible que Leonardo lo pintara del natural. Tanto los armiños como sus parientes (comadrejas, martas, hurones, etcétera) se utilizaban como mascotas decorativas, de forma que el retrato, considerado en su totalidad, no es fantástico: consigue una especial resonancia con su imagen de un rea­lismo casi fotográfico, bellamente iluminada sobre un telón de fondo negro.

Ludovico le concedió unas tierras al norte de Milán y en 1492 Cecilia se casó con el conde Lodovico Bergamini. En 1498 la hermana de Beatriz d’Este, Isabella, una conocida coleccionista de arte – estuvo años pidiéndole (sin éxito) un retrato suyo a Leonardo – le envió una carta a Cecilia solicitándole el cuadro a lo que esta última accedió. El cuadro permaneció por lo menos hasta el siglo XVIII en Milán, en la colección de los marqueses de Bonasana.

Hacia 1800, el cuadro fue comprado por un príncipe polaco, Adam Jerzy Czartoryski, quien se lo regaló a su madre Isabella, que lo col­gó en su galería de pintura, llamada la Casa Gótica, en la propiedad fa­miliar de Pulawy, cerca de Cracovia. Por entonces fue cuando se añadió a la obra, en el ángulo superior izquierdo, una inscripción errónea:

LA BELE FERONIERE

LEONARDD’AWINCI

Una nota de Isabella Czartoryski explica que la obra «se supone que es el retrato de la amante de Francisco I, rey de Francia. La llamaban La Belle Ferronnière porque la creían esposa de un herrero». (La idea de que Leonardo pintó a esta francesa semilegendaria ha resultado ser te­naz, y ahora se da el mismo título —igualmente erróneo— a otro de sus retratos milaneses).

En 1842, la familia Czartoryski vivía en el exilio en París y conservaba el cuadro, que permaneció durante treinta años en esta ciudad, en la re­sidencia familiar del Hôtel Lambert, aunque, al parecer, en los círculos artísticos franceses no se tenía noticia de él. El exhaustivo catálogo de Arsène Houssaye, fechado en 1869, da la pintura por perdida. Tras la guerra franco-prusiana, la familia regresó a Polonia, y en 1876 la Dama del armiño fue expuesta, por primera vez, en el Museo Czartoryski de Cra­covia. A comienzos del siglo xx, el cuadro ya había sido reconocido y elo­giado como un auténtico Leonardo, e identificado como el retrato de Cecilia Gallerani documentado por Bellincioni y otros autores.

Durante la Segunda Guerra Mundial corrió una última aventura. En 1939, poco antes de la invasión de Polonia, fue escondido en Sieniawa jun­to con otros tesoros de la colección Czartoryski —un paisaje de Rembrandt y un retrato de Rafael—, pero fue descubierto. Fue expuesto brevemente en el Kaiser Friedrich Muséum de Berlín y reservado después para el mu­seo privado de Hitler (el Führerauftrag) en Linz. Finalmente fue a parar a la colección particular del gobernador nazi de Polonia, Hans Frank, en cuya villa de Baviera fue descubierto en 1945 por el Comité polaco-americano. Así los avatares del amor y la guerra han marcado esta pequeña tabla de nogal que salió del estudio de Leonardo da Vinci hacia 1489.

Los que vivís en Madrid o visitéis la ciudad podéis contemplar esta absoluta obra maestra de renacimiento en la exposición La edad de oro de Polonia en el Palacio Real desde el 3 de junio hasta el 4 de septiembre de 2011. No os la perdáis. Artículo de El País.

Fuente: Leonardo El vuelo de la Mente. Charles Nicholl. Ed. Taurus 2005.

Más sobre Leonardo da Vinci en Pasa la vida.


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