La Dama Desaparece
"El tiempo pasaba demasiado rápido, porque Iris temía alcanzar el límite que se había marcado. Si la señorita Froy no regresaba, tendría que tomar una decisión, pero no sabía que hacer. Por supuesto, se dijo, aquel asunto no era en absoluto de su incumbencia; sin embargo, su intranquilidad aumentaba con cada intervalo de cinco minutos de gracia."
Fragmento de La dama desaparece de Ethel Lina White
Una noche echaban en la 2 una película super antigua de Alfred Hitchcock titulada Alarma en el expreso. Recuerdo que vi una escena en el interior de un tren, en la que una mujer mayor escribía con vaho su nombre en el cristal del vagón. Esto me hizo rememorar una película mucho más moderna que había visto recientemente, Plan de vuelo: Desaparecida con Jodie Foster, no sé si la recordaréis. Hay una escena en que la protagonista respira sin darse cuenta sobre la ventanilla y el vaho de su aliento revela el corazón dibujado por su hija en el cristal. Fue entonces cuando me di cuenta de que esta película era un remake de la de Hitchcock. Pasaron muchos años y no volví a pensar en ello.
Cuando vi en Alba Editorial que entre sus novedades estaba un libro titulado La dama desaparece de Ethel Lina White, ese recuerdo volvió a mi memoria.
La dama desaparece nos cuenta la historia de Iris Carr, una joven adinerada y sin familia que viaja con un grupo de amigos al este de Europa. Tras unas placenteras vacaciones que terminan con un desencuentro entre Iris y sus amigos, ésta decide quedarse allí sola unos días más. El comportamiento del grupo ha sido bastante molesto para el resto de huéspedes británicos del hotel. Notando su antipatía, Iris decide adelantar su marcha y tomar el tren del día siguiente. Por culpa de un percance, Iris está a punto de perder el tren pero finalmente llega a tiempo y se ve compartiendo un abarrotado compartimento con la señorita Froy, una institutriz solterona quien también vuelve a su hogar en Inglaterra. Iris echa una cabezada y al despertar la señorita Froy se ha esfumado. Cuando pregunta por ella nadie recuerda a la institutriz y niegan que una mujer de tales características haya siquiera subido al tren. Iris vivirá uno de los peores viajes de su vida, luchando por demostrar la existencia de la señorita Froy y descubrir el misterio de su desaparición.
Me ha encantado leer este libro, que como bien apunta la editorial en su sinopsis, puede considerarse como uno de los primeros thrillers psicológicos del género. Es angustioso vivir con Iris la negativa del resto de pasajeros a creerla y la insistencia de muchos de que todo es fruto de su imaginación fatigada. Me daba verdadera rabia y sentía su misma frustración. Os podéis hacer una idea de lo bien escrita que está, manteniendo la tensión y el interés hasta el final.
Tiene un inicio algo lento, que después comprendemos que es más que necesario para hacernos una idea del carácter de Iris. Es una joven caprichosa y egoísta, que con su comportamiento inmaduro y desconsiderado oculta a una mujer perdida y muy solitaria que, en el fondo, añora una familia y una vida más estable. El percance que sufre, antes de subir al tren, la hace sentirse muy desvalida y, aunque la señorita Froy la aburre una barbaridad, es la primera cara amiga con la que se topa de regreso a casa. Iris sin pretenderlo y en contra de su propia naturaleza, empatiza con la institutriz y siente que es su deber rescatarla, pues considera que la señorita Froy habría hecho lo mismo por ella. Además, el tiempo corre en su contra, aún queda una parada antes de llegar a su destino y tiene la terrible impresión de que la señorita Froy desaparecerá para siempre en cuanto lleguen a esa última parada.
Por casualidades de la vida, el resto de huéspedes del hotel han tomado el mismo tren. Cuando los lugareños de habla extraña la desdeñan, recurre a sus compatriotas en busca de apoyo, pero todos parecen haberse confabulado en su contra. Encuentra ayuda en un joven ingeniero, Max Hare, y en el mejor amigo de éste, un profesor universitario bastante rígido. Ambos hombres le conceden el beneficio de la duda. El primero, porque queda prendado de ella y el segundo, por cuestión de educación. Sin embargo, también ellos tienen serias dudas acerca de su cordura.
Asistimos a los pensamientos de algunos de sus huéspedes y vamos conociendo las razones de su viaje al extranjero y sus motivaciones que, en apariencia insignificantes, se vuelven determinantes para desentrañar la misteriosa desaparición de la señorita Froy.
En su época, La dama desaparece fue todo un bombazo y no me extraña. La autora es conocida por otras novelas de gran calado literario como La escalera de caracol, también llevada al cine en dos ocasiones. Inevitablemente, hay cierto tufillo machista en el relato muy propio de la época. A veces, Max me llegó a caer bastante mal por cómo trata a Iris. Se pone bastante agresivo, sobre todo, en los momento en que Iris parece estar montando una escena sin motivo. Al ser mujer y viajar sola, Iris se encuentra bastante vendida, rodeada de hombres que la ven molesta, que la tratan con un molesto paternalismo o que buscan hacerse los héroes a sus ojos.
Muchos diálogos son bastante divertidos y la autora demuestra, en más de una ocasión, su fino sentido del humor y su ingenio. El final es algo abrupto, pero me encantó igualmente, así como las alusiones a la vida de la señorita Froy, que fruto o no de la imaginación de Iris, tiene más protagonismo en el relato que en las adaptaciones cinematográficas.
He disfrutado muchísimo con la lectura de La dama desaparece de Ethel Lina White, de la que quiero descubrir más libros. Es una obra muy buena y os la recomiendo, por su gran calidad y por lo geniales que son todos estos clásicos del misterio. ¡Mil gracias a Alba Editorial por el libro (que por cierto tiene una portada muy atrayente y una edición muy cuidada)!
Título: La dama desapareceAutor: Ethel Lina WhiteGénero: Novela negra, ThrillerEditorial: AlbaFormato: PapelPáginas: 312Precio: 19,50 € (Papel)ISBN: 97884-90652794
Argumento: Después de unas vacaciones bulliciosas en un hotel de montaña de un país sin nombre del este de Europa, Iris Carr –una joven y bella favorita de la Fortuna− coge el tren expreso a Trieste. En un vagón repleto, la única persona que no parece serle hostil es una institutriz inglesa, la señorita Froy, con la que entabla conversación. Poco después se queda dormida y, al despertar, el lugar de su nueva amiga está vacío. La señorita Froy parece haberse volatilizado: nadie en el tren recuerda haberla visto, Iris parece no estar en sus cabales e incluso el joven y desenvuelto ingeniero que la escucha solícitamente, pese a ayudarla a aclarar lo que puede o no haber ocurrido, nunca llega a creerla. La dama desaparece (1936), que sería llevada al cine por Alfred Hitchock en 1938, es un clásico de la novela de misterio británica y recrea una situación de ansiedad extrema que la acerca al thriller psicológico. Su autora, Ethel Lina White, fue en la década de 1930 tan famosa en la novela policiaca y de misterio como sus contemporáneas Dorothy Sayers y Agatha Christie y en sus obras recupera la tradición romántica de la mujer sola atrapada en unas circunstancias que pondrán a prueba su lucidez y su «sentido de la seguridad».
No hay muchos libros que puedan ser leídos al cabo de más de medio siglo, pero este conserva intacta su frescura gracias a un estilo de alto nivel. H. R. F. Keating