Revista Comunicación
Es el 3 de julio de 1936 y en la Asamblea General de la Liga de las Naciones (la predecesora de la ONU) se dispone escuchar, con el desgano que la caracteriza, a un periodista, escritor y artista checoslovaco.
El hombre se llama Stefan Lux, nació en Malacky, entonces una ciudad de Hungría, hoy una ciudad de Eslovaquia. Si Lux hubiera nacido en un tiempo normal, se hubiera dedicado al teatro, su gran pasión. Pero apareció la Primera Guerra Mundial y Lux recibió una bala en el frente bélico que quedó alojada en sus pulmones, como una amenaza latente.
Tras la guerra, como ciudadano de Checoslovaquia, Lux vio el ascenso del antisemitismo y el racismo. Decidió no quedarse callado. En 1919, fundó una productora de cine y filmó “Justicia”, una película que era un alegato contra el antisemitismo. Con un importante elenco, “Justicia” se iba a estrenar en marzo de 1920. Pero no tuvo suerte: en esa semana se produjo un intento de golpe militar en la República de Weimar, el encabezado por el derechista Wolfgang Kapp. El golpe fracasó; también, la película. Uno de los financistas del filme, decidió retirarla y “Justicia” jamás se vio.
Fue un augurio para Lux que escribió artículos, libros, obras de teatro, sin demasiada suerte. Su voz, sus argumentos contra el racismo, luchaban contra una muralla de indiferencia.
Por eso, intenta el último llamado de atención: como periodista, dirigir un discurso a la Asamblea General de la Liga de las Naciones y denunciar los crímenes del régimen nazi y alertar sobre el rumbo que tomarían las cosas.
El 30 de junio de 1936, había subido al estrado de la Liga, el emperador etíope Haile Selassie reclamando por la invasión fascista italiana que había sufrido su país. Stefan Lux fue testigo de la indiferencia burocrática de los diplomáticos de la Liga de las Naciones quienes nada hicieron con el reclamo.
Lux comprendió que su discurso caería en el mismo pozo de indiferencia. Y que si quería agitar la modorra de los políticos de la época, debía hacer un acto que los conmoviera, que los sacudiera lo suficiente para reaccionar.
Stefan Lux subió al estrado, frente a la Asamblea, ese 3 de julio de 1936 y se pegó un tiro en el pecho. “Es el último tiro” dijo antes de suicidarse.
Los diplomáticos de la Liga de las Naciones abandonan sus asientos y salen presurosos de la sala. Lux agoniza durante unas horas, antes de morir al día siguiente. Llega a decir:“Tengo que morir para que mi sacrificio dé sus frutos”.
La Liga de las Naciones retomó sus actividades, la prensa se ocupó apenas del caso, antes de dar vuelta la hoja y el gesto de Stefan Lux se olvidó rápidamente, como la acción de un fanático judío, mentalmente inestable.
El mundo había desoído la advertencia de Stefan Lux.
Pocos años después, pagaría su precio en sangre por esa indiferencia.
FUENTES:
http://culturacolectiva.com/el-hombre-que-se-mato-frente-a-los-ojos-del-mundo-para-advertir-de-los-peligros-del-nazismo-y-nadie-quiso-escuchar/
https://en.wikipedia.org/wiki/Stefan_Lux
http://www.spiegel.de/einestages/stefan-lux-beim-voelkerbund-wollte-mit-seinem-selbstmord-hitler-stoppen-a-1099973.html