La vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) se indica en una franja de la vida en la inmensa mayoría de las niñas que la reciben están sanas o en buen estado de salud, como era el caso de Andrea, la joven que murió hace un año en Asturias tras ponerle esta vacuna. Estas niñas son sometidas al riesgo de una posible reacción adversa grave (incluida la muerte) sin que, como destacan muchos expertos y abundante bibliografía, haya motivos suficientes que justifiquen su beneficio potencial.
Éste es la hipotética prevención de un cáncer de cuello de útero, cuya aparición ocurrirá cuando las ahora niñas tengan más de 50 años, debido a que es una enfermedad que no afecte a las adolescentes, sino que su desarrollo es muy lento, con una edad media de presentación del cáncer de 58 años.
Es decir, la información científica disponible sobre la administración de la vacuna, nos permite afirmar, con los argumentos que a continuación se exponen, que presenta una relación coste-beneficio desfavorable, lo que, en estos momentos, debería contraindicar su utilización, al menos de manera masiva (así, la Asociación de Afectadas por la Vacuna del Papiloma (AAVP) lleva tiempo solicitando una moratoria en la aplicación de esta vacuna).
La gran mayoría de las infecciones por VPH se resuelven sin tratamiento, en más del 90% de los casos desaparecen espontáneamente de manera natural en el transcurso de dos años sin causar daño alguno en el organismo, incluidas muchas lesiones precancerosas.
20 millones de mujeres mayores de 15 años de las 195 millones censadas en la Unión Europea tienen, en un momento determinado, una afección genital, clínica o subclínica, atribuible a infecciones por VPH o alguna de sus secuelas neoplásicas. Hasta el momento NO existe ningún estudio científico que demuestre que las vacunas del VPH hayan prevenido un solo caso de cáncer.
La vacuna no es efectiva contra todos los serotipos cancerígenos del virus. Según la Agencia Española del Medicamento la vacuna del VPH – Gardasil, fabricada por Sanofi Pasteur, Merck Sharp & Dohme -, está indicada para prevenir la displasia cervical de alto grado y el carcinoma de cérvix inducidos por los VPH 16 y 18, pero no sobre otros serotipos cancerígenos.Hay más de 100 tipos de virus del papiloma humano (VPH), de ellos, alrededor de 40 tipos de VPH se transmite sexualmente y 15 de estos tipos están asociados con el cáncer de cuello uterino y las verrugas genitales en hombres y mujeres.
En los ensayos clínicos se ha podido demostrar que las vacunas contra el VPH pueden prevenir algunas de las lesiones pre-cancerosas asociadas con el VPH-16 y VPH-18, una fracción importante de las cuales se resolverían espontáneamente independientemente del estado de vacunación. Por ejemplo, en mujeres adolescentes de entre 13 y 24 años, el 38% se resuelven después de un año, el 63% después de dos y 68% después de tres años.
Hay que considerar, por otra parte, que la incidencia de cáncer de cuello de útero es muy baja en España, uno de los países con más baja frecuencia y mortalidad por este tipo de cáncer (menos del 0,5% del total de la mortalidad anual en mujeres). Así mismo, la prevalencia en España de los virus 16 y 18 asociados al cáncer de cuello de útero es del 56%, es decir, más baja de lo que se describe en los estudios internacionales, por lo que la supuesta capacidad de prevención deja sin cobertura a cerca de la mitad de las niñas vacunadas.
Hay que reseñar que se desconoce el tiempo de inmunidad que confiere la vacuna por lo que hoy la consideración de efectividad para la prevención de tales afectaciones no es más que una extrapolación o suposición, ya que debido a la historia natural de la enfermedad, que tarda de 20 a 30 años en desarrollarse, todavía NO se ha podido demostrar su capacidad para la prevención.
Por consiguiente, en la actualidad, no hay datos significativos que muestran que Gardasil o bien Cervarix, de GlaxoSmithKline, pueden evitar cualquier tipo de cáncer de cuello uterino, como ocurre con los estudios previos de Merck, en donde el período de prueba empleado fue demasiado corto para evaluar a largo plazo los beneficios de la vacunación contra el VPH.La autorización para la comercialización de la vacuna se realizó tan sólo con estudios de las propias empresas farmacéuticas, por lo que resulta evidente que habría que aportar también estudios independientes, con expertos que no tuvieran mediación de conflicto de intereses.
Aún en el supuesto de que nos situemos en la hipótesis de una supuesta efectividad, habría que tener estimar los siguientes condicionantes:
1. La fiabilidad de los marcadores utilizados, es decir, si se puede medir con precisión lo que se pretende medir
2. La eficacia de las vacunas contra las cepas oncogénicas de VPH no cubiertas por la vacuna
3. La posibilidad de aumento de la frecuencia de las infecciones por otros serotipos de VPH
4. La eficacia de las vacunas en mujeres que adquieren múltiples tipos de VPH
5. Los efectos de las vacunas en las mujeres con lesiones ya existentes.
Existe, además, un método de prevención alternativo que es la citología por la prueba de Papanicolau cuya práctica clínica está bien establecida y que sigue siendo necesaria para la prevención para la detección cáncer de cuello uterino, aun cuando se administre la vacuna, que no conlleva riesgo porque no hay efectos adversos reseñables, que es eficaz y de muy bajo coste.
Conclusión: Gardasil y Cervarix deben considerarse vacunas experimentales dado que NO hay pruebas científicas que hayan demostrado su capacidad para prevenir el cáncer de cuello de útero, pese a que están siendo promovidas como vacunas contra dicha enfermedad.
Hay razones muy consistentes que cuestionan su necesidad: la mayoría de las mujeres infectadas con el VPH eliminan espontáneamente la infección sin secuelas y son pocos los casos que evolucionan hacia el cáncer en España.
De igual forma, la mortalidad por esta enfermedad es bajísima en nuestro país, en donde ya existe, como práctica rutinaria del Sistema Nacional de Salud, un método alternativo (Papanicolau) eficaz, sin riesgo y de bajo coste para la prevención del cáncer de cuello de útero.