Revista Comunicación

La delgada línea entre rigor y fundamentalismo

Publicado el 26 marzo 2021 por Jmbolivar @jmbolivar

La delgada línea entre rigor y fundamentalismo oculta las profundas diferencias entre dos actitudes de gran impacto en tu aprendizaje.

El riesgo está en que son dos actitudes tan próximas que, a veces, la diferencia entre ellas puede pasar desapercibida para el ojo poco entrenado.

Sin embargo, se trata de dos actitudes radicalmente opuestas, al igual que los efectos que producen en la persona que quiere aprender.

El rigor te será de gran ayuda para avanzar, porque te aporta claridad.

El fundamentalismo, por el contrario, dificultará enormemente tu proceso de aprendizaje, ya que te arrastrará a la sobrecomplicación.

Por eso, si realmente te has comprometido a mejorar tu efectividad, te será clave saber distinguir estas dos actitudes.

Detectar rápidamente la delgada línea entre rigor y fundamentalismo te permitirá elegir mejor las fuentes de las que aprender.

El diablo está en los matices

Aunque el dicho original es «el diablo está en los detalles», en este caso podemos decir sin problema que también está en los matices.

Cuando estudiaba Ciencias Políticas y Sociología, un gran profesor que tuve ya nos alertaba sobre la importancia de las palabras.

En concreto, él se refería al uso de las palabras «determinar» frente a «condicionar» al referirse a hechos sociales.

Decir que algo determina algo implica que las personas involucradas son meros objetos carentes de capacidad de elección.

Por el contrario, decir que algo condiciona algo implica que existe una influencia —que puede ser mayor o menor—, pero que las personas mantienen su capacidad de elección.

Dicho de otro modo, determinar nos habla de relaciones de causalidad, mientras que condicionar nos habla de relaciones de probabilidad o influencia.

Como puedes comprobar, parece sólo un matiz pero la diferencia entre las implicaciones de usar una palabra u otra es total.

El rigor expresa conocimiento

Para poder comunicar con rigor es indispensable dominar la materia sobre la que se está comunicando.

Esto es así porque una cosa en el conocimiento generalista y otra es el conocimiento profundo, al cual pertenecen los detalles y matices.

Por su parte, el conocimiento profundo sobre cualquier materia requiere de una inversión de tiempo y dedicación considerables.

Yo soy un completo ignorante en casi todos los campos y poseo un conocimiento generalista en otros pocos, en unos más y en otros menos.

Del mismo modo, creo poseer un conocimiento profundo en efectividad, el campo concreto al que dedico mi vida profesional desde hace décadas.

Eso me permite comunicar sobre efectividad con rigor, algo que me resultaría difícil hacer en el resto de campos.

El fundamentalismo expresa inseguridad

Cuando se sabe más que la mayoría sobre un tema, pero sin dominarlo, la reacción natural es el fundamentalismo.

A mí también me pasó cuando comenzaba a recorrer el camino de la efectividad. Los contenidos de los primeros años de este blog son prueba de ello.

En tu fuero interno reconoces que sabes menos de lo que los demás creen que sabes, así que tu reacción lógica es hacer todo lo posible para que no se den cuenta de ello.

El problema es que a las personas afectadas por tu fundamentalismo les estás haciendo un flaco favor.

La inseguridad que provoca ser consciente de tu propia ignorancia te lleva a extremar tus afirmaciones, lo que hace que sobrecompliques las cosas.

Sientes incomodidad ante expresiones aparentemente vagas, por perfectamente precisas que sean en realidad.

Prefieres las afirmaciones taxativas y explicas las opciones en términos de blanco o negro, porque los grises —es decir, los matices que ignoras— te dan vértigo.

La David Allen Academy contra el fundamentalismo

Dominar GTD® es un camino y la David Allen Academy es plenamente consciente de ello. Precisamente por esta razón, no exige la perfección para conseguir la certificación como trainer

Se deja a criterio del GTD® Certified Master Trainer hacer una valoración global del nivel competencial de cada persona, con sus luces y sus sombras, y siempre sabiendo que —como el buen vino— mejorará con el tiempo.

Hay sin embargo un punto que sí es incompatible con la certificación: el fundamentalismo.

La David Allen Company sabe que el fundamentalismo es tremendamente dañino para la formación: lleva a sobrecomplicar la metodología, hace que se perciba como compleja y desmotiva su aprendizaje.

Lo bueno es que, al menos cuando se trata de GTD, distinguir el rigor del fundamentalismo es muy fácil.

Cuando alguien te diga «tienes que» o «esto es o se hace así», te recomiendo que desconfíes. Es lo que yo haría si estuviera empezando a aprender GTD.

Las buenas prácticas que GTD propone tienen como objetivo ofrecerte un universo seguro de posibilidades y enfoques. Recuerda que GTD es libertad.

De hecho, la única misión de estas buenas prácticas es precisamente esa: acotar los límites de este gran universo de opciones para que seas libre de personalizar GTD con seguridad y confianza.

Conclusiones

Si buscas rigor, la buena práctica es huir de las afirmaciones categóricas carentes de una justificación razonada.

En lugar de decirte cómo hacer las cosas, una persona que de verdad sabe GTD te dirá cuáles son las buenas prácticas relacionadas y —lo más importante—sabrá explicarte por qué lo son.

Ten en cuenta que, al igual que el rigor es la expresión del conocimiento, el fundamentalismo es la sobrecompensación de la inseguridad provocada por la ignorancia.

Recuerda que el rigor facilitará tu aprendizaje, mientras que el fundamentalismo lo dificultará.

Así que la buena práctica al seleccionar tus fuentes de aprendizaje es quedarte sólo con las que de verdad te van a ser útiles.

A fin de cuentas, mejorar la efectividad es un camino —tu camino— y tú, mejor que nadie, decides en qué compañía recorrerlo.

La entrada La delgada línea entre rigor y fundamentalismo se publicó primero en Óptima Infinito.


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