Much@s hemos oído el refrán"donde hay confianza, da asco";o lo que es lo mismo: cuando nos encontramos en situaciones o con personas con las tenemos mucha familiaridad, trato o confianza, perdemos la forma y la consideración mínimas debidas.
Foto: muyinteresante.es Y en la gestión de personas caemos muchas veces en este pecado. ¿Os suena el llamado"castigo al bueno"?. Es decir, cuando tendemos a cargar de tareas a una persona porque pensamos que lo va a hacer mejor o más rápido o con menos quejas que la persona verdaderamente responsable de su ejecución.
Pues bien, si los castigos - por definición- no suelen ser buenos, aún es peor cuando ese castigo lo convertimos enun abuso, traspasando esa delgada línea roja que existe entre la colaboración y el sacrificio, entre arrimar el hombro y cargar las espaldas.
Y, desgraciadamente, hoy cruzamos con mucha frecuencia esa línea roja invisible por distintas razones y de distintas formas.
i.- En las reestructuraciones de plantilla, despedimos personal pero no cerramos líneas de producción; pretendemos que ese trabajo que antes hacían diez personas ahora lo hagan entre siete. Y aunque nos demos cuenta de esa carga de funciones, cerramos los ojos y nos limitamos a pedir paciencia"hasta que la cosa mejore". Pero olvidamos que si seguimos con estas prácticas al final veremos comoel talento que tenemos nos abandonará porque "polivalente no equivale a omnipotente".
ii.- El síndrome de la imprescindibilidad.A tod@s nos gusta sentirnos los reyes/las reinas del mambo, apreciad@s, valorad@s, únic@s e indispensables.Y eso puede ser por una mera cuestión de orgullo personal o profesional o, lo que es peor, por una sensación de miedo.
Miedo aperder el estatusque hemos alcanzado,a que nos supere quien estaba por debajo de nosotr@s,a que se noten nuestras carencias,...... Y tambiénmiedo a perder el empleo que hemos conservado u obtenido en una situación de crisis.
Ese miedo hace que nunca digamos"NO"a nada;que arrimemos el hombro y nos carguemos las espaldas, sin pensarlo ni cuestionarlo; que asumamos todos los"castigos al bueno"que nos impongan. Y, además,......hasta agradecidos.
Quienes sufren estas situaciones no suelen quejarse, sea por una lealtad mal entendida, sea por miedo a dejar de ser imprescindibles o a perder su puesto.......Y con ello, se hunden más en una espiral casi sin salida.
Hasta que llega un momento en que estallan y PRETENDENfrenar. Sí,PRETENDEN,porque cuando lo intentan se encuentran con la incomprensión y perplejidad de su entorno: "¿qué bicho le ha picado?; estará cansad@;tendrá problemas en casa; cógete unos días de vacaciones y cuando vuelvas ya veremos".......Estas son algunas de las respuestas que reciben a sus quejas. Ah, y mi favorita:"pues todo esto es culpa tuya: tienes que aprender a priorizar y a delegar". Y nos quedamos tan a gusto. Pues no.La culpa (o, al menos,la mayor parte de la culpa) la tenemos l@s responsables de las políticas de personal. No debemos tolerar jamás que se traspase esa línea roja, so pena de quemar/perder el talento.
Tenemos que asumir que la expresión "RECURSOS HUMANOS" tiene dos términos, y que el segundo habla de "PERSONAS".