Revista Psicología
“Un paciente con una enfermedad en el lóbulo frontal conservará la capacidad de moverse, utilizar el lenguaje, reconocer objetos e incluso memorizar información. Pero igual que en un ejército sin líder, la cognición se desintegra y finalmente colapsa con la pérdida de los lóbulos frontales.” Elkhonon Goldberg, El Cerebro Ejecutivo
Los lóbulos frontales constituyen la sede neuroanatómica de procesos cognitivos altamente especializados en nuestra especie. Puede decirse que el propio surgimiento de la consciencia humana resulta inseparable de la aparición de estas estructuras cerebrales. Constituyen en su conjunto lo que ha sido denominado por algunos autores como el cerebro ejecutivo La capacidad que presentan los lóbulos frontales para la planificación y supervisión de los procesos psicológicos más complejos del ser humano, hace que estos representen un verdadero "centro ejecutivo" del cerebro.
En uno de los artículos de este blog, se analiza con detalle el caso de Phineas Gage un hombre joven, que ve como su vida y personalidad se transforman a raiz de un accidente laboral (una barra de hierro le destruye parte del lóbulo frontal), remito al lector interesado a esta parte del blog (enlace directo):
Personalidad y Daño Cerebral (El Caso Gage)
El conocimiento de la neuropsicología del lóbulo frontal se inicia con el investigador ruso Luria (1973), que atribuirá al lóbulo frontal una clara implicación en los procesos de planificación y coordinación de la conducta. Este verdadero padre de la neuropsicología moderna, llegará a establecer la necesidad de que las denominadas áreas prefrontales se encuentren preservadas para el adecuado funcionamiento de las funciones ejecutivas, que son las encargadas de iniciar, supervisar, controlar la conducta.
Esta zona neuroanatómica, representa la parte del cerebro que se sitúa por delante del surco central, constituyendo casi un 30% de la masa cortical. Es la región cerebral con un desarrollo filogenético y ontogenético más reciente, y la parte del ser humano que de manera más significativa nos diferencia de otros seres vivos y que mejor refleja nuestra especificidad. Diversos investigadores asignan a esta región el asiento de la inteligencia y su relación con las formas de actividad mental superior, de forma que la corteza prefrontal participaría en lo que se ha denominado como “arquitecturas neuronales de la razón” y que caracterizarían lo más específico de la especie del homosapiens.
Los lóbulos frontales están implicados en funciones cognitivas de alta jerarquía (metacognitivas), como lo son la propia conducta abstracta, la síntesis intelectual o la misma conducta ética. También se sabe que su destrucción no afecta de forma directa a las funciones básicas cognitivas (percepción, memoria, atención refleja, etc.). Estas estructuras de nuestro cerebro pueden ser dañadas por una multiplicidad de factores (lesiones, traumatismos craneoencefálicos, tumores cerebrales, etc.) pero nos detendremos aquí en un trastorno de tipo neurodegenerativo denominado demencia frontal, que como el propio término indica es un tipo especial de demencia que afectará de forma específica a los lóbulos frontales. Resultará conveniente realizar una introducción de carácter general al propio término de demencia:
En el año 1793, se reconoce por vez primera la demencia senil como una entidad médica, pero no es hasta el siglo XIX en el que el término demencia se utiliza para referirse de forma específica a un daño cognitivo de carácter global y adquirido. Puede definirse la demencia como un síndrome que se caracteriza por la pérdida adquirida de las habilidades cognoscitivas y emocionales, en un grado tal, que interfieren negativamente en el correcto desempeño de la vida cotidiana y afectando gravemente la propia autonomía personal. El concepto de demencia no indica una causa específica, ya que más de 55 entidades clínicas pueden ocasionarla, y algunas de ellas de carácter no progresivo. La prevalencia de la demencia es del 1% en la población general a la edad de 60 años y se duplica cada 5 años hasta alcanzar del 30% al 50% a los 85 años de edad.
En la demencia de tipo frontalse produce una neurodegeneración selectiva de los lóbulos frontales. Este síndrome se caracteriza por francas alteraciones de la personalidad y del comportamiento. En términos generales, el término de demencia del lóbulo frontal se ha venido utilizando para denominar a un síndrome clínico caracterizado por la presencia de conducta desinhibida y grave alteración de las denominadas funciones ejecutivas. Las funciones ejecutivas constituyen un tipo especial de operaciones mentales involucradas en la capacidad de adaptación del ser humano a situaciones novedosas, organizando acciones simples en comportamientos de carácter más complejo y dirigidos a una meta (proactivos). Todas estas funciones resultan primordiales en cualquier tipo de comportamiento necesario para el mantenimiento de una óptima autonomía personal, constituyendo la base neurofuncional de constructos psicológicos como el de la propia personalidad o la misma conciencia.
Los pacientes afectados por esta demencia presentan un deterioro progresivo de su creatividad, intuición, ven afectados su control de impulsos y desarrollan conductas socialmente inaceptables. Demandan gratificación inmediata, no tienen en cuentas las normas sociales y no se ven limitados por miedo al castigo o a las sanciones sociales, perdiendo el control sobre su propia capacidad de tomar decisiones.
La demencia frontal en definitiva, se define como una demencia de tipo comportamental pues altera de forma precoz el comportamiento, especialmente el de tipo social. Generalmente estos trastornos del comportamiento, repercuten en que el paciente se torne despreocupado y menos eficiente en el desempeño de sus funciones laborales. La mayoría de los pacientes no reconocen estos cambios y niegan enfáticamente que tengan algún problema (anosognosia). La apatía se presenta en muchos de los pacientes y puede ser difícil diferenciarla de un cuadro depresivo.
A pesar de estar considerada como el tercer tipo de demencia más frecuente, no ha alcanzado aún la relevancia social que parece corresponderle, dado que el particular patrón clínico que presenta la hace totalmente diferenciable de otras demencias. Representa uno de cada cinco casos de demencia de comienzo presenil (antes de los 65 años) y es responsable del 10% de los casos del total de demencias. La enfermedad parece afectar por igual a ambos sexos. Suele comenzar antes de los 60 años, es decir, es una demencia típicamente presenil. La enfermedad suele comenzar de una forma imprecisa, (en ocasiones en forma de una depresión enmascarada). El promedio de duración de esta enfermedad fluctúa entre 2 y más de 10 años. El curso del proceso es progresivo y la muerte sobreviene, como media, ocho años después de las primeras manifestaciones.
Los principales síntomas son: el embotamiento emocional, la pérdida de insight (o conciencia del propio yo), cambios en la conducta sexual (hiposexualidad o hipersexualidad) y en los hábitos alimenticios con presencia de ingesta compulsiva de alimentos (hiperoralidad), junto con una conducta estereotipada y perseverativa. Estos síntomas pueden estar asociados a la presencia de apatía y pérdida de la voluntad, junto con el descontrol de los impulsos y el descuido personal (higiene). El cambio de personalidad es una de las descripciones más comunes en un paciente con lesión frontal, trastorno que se manifestará en forma de diversos problemas, casi todos relativos a los fallos del enfermo para interaccionar de forma efectiva con su entorno social y familiar.
Vista de un Cerebro con Atrofia en Lóbulos Frontales
En definitiva, los pacientes con atrofia cortical frontal tienden a mostrarse hostiles, con mal carácter, susceptibles y agresivos, características que inciden muy negativamente en la figura del cuidador de estos enfermos (de forma habitual un familiar de primer grado), en la que suelen presentarse cuadros de ansiedad y depresión, dada la alta dependencia del enfermo y su dificultad en la modulación de la propia conducta. Además existe una pérdida de la inhibición comportamental que desemboca en conductas impulsivas e inapropiadas. La progresión de la enfermedad conduce a una disminución en el juicio que termina por afectar de forma muy severa las competencias sociales e interpersonales del enfermo. Los pacientes suelen volverse desconsiderados, groseros y pueden llegar a cometer indiscreciones sexuales (por ejemplo, masturbación en lugares públicos).
Atrofia Cortical Frontal (Resonancia Magnética) Es conveniente destacar, la ausencia de las manifestaciones típicas de la Enfermedad de Alzheimer, pues la memoria suele estar preservada, el paciente puede utilizar el transporte público, no se pierde y reconoce los lugares, capacidades precozmente afectadas en la demencia tipo Alzheimer.
Respecto al tratamiento psicofarmacológico de este trastorno, en la actualidad todavía no existe uno capaz de detener o enlentecer el curso de la demencia frontal, si bien, dado que en este tipo de demencia se constata una reducción de la ligazón a los receptores de serotonina en los lóbulos frontales, temporales e hipotálamo y que puede intervenir en el origen de los trastornos manifestados (depresivos, de desinhibición, hiperoralidad y otras compulsiones), se ha aconsejado tratar todos estos síntomas con "inhibidores de la recaptación de serotonina" (véase: sertralina, paroxetina y fluoxetina).
Es esta un subtipo de demencia que me ha resultado de especial interés (como psicólogo) abordar en este blog, dadas las peculiares características de afectación psicológica y conductual que presenta, así como por la gravedad de sus síntomas neuropsiquiátricos, con una afectación profunda y negativa de la personalidad del paciente. Las personas que sufren esta patología, ven seriamente comprometido su comportamiento social y personal, cuya etiología u origen de los síntomas es debida al severo daño neurológico en las estructuras del lóbulo frontal.
Conocer mejor las características clínicas y psicológicas de este tipo de demencia, se hace muy necesario comunitariamente, dada la gran dosis de sufrimiento, angustia y desconcierto que se genera en la familia y el entorno de este grupo de enfermos.
Por todo lo anterior, es conveniente recordar que existen un conjunto de importantes medidas de tipo conductual que se pueden utilizar en el necesario asesoramiento psicológico de los familiares afectados. Comprender los 'extraños' comportamientos del enfermo, su origen y sobre todo la forma de abordarlos, será enormemente positivo para mejorar la calidad de vida de los cuidadores y de las propias personas dementes.
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