La mayoría de los seres humanos vive en sociedades sometidas a dogmas religiosos y políticos. Todos somos supersticiosos y creemos en mitos que nos protegen de nuestros fantasmas. El problema se produce cuando algunos quieren imponer sus mitos a toda la población para perpetuarse en el poder. La realidad es incierta y es arbitrario negar la posibilidad de que se produzcan cambios en cualquier campo y en cualquier momento. La democracia funciona cuando reemplazamos las verdades eternas con hipótesis que están simepre expuestas al escrutiniio y a la posibilidad de ser desbaratada cuando contradicen la realidad. La democracia supone también promover la alternabilidad para que distintos grupos y personas, con sus diferentes verdades, puedan turnarse en el ejercicio del poder.
JAIME DURÁN BARBA y SANTIAGO NIETO
“La política en el Siglo XXI. Arte, mito o ciencia”