Revista Educación

La Democracia Moderna

Por Siempreenmedio @Siempreblog
La Democracia Moderna

" No hay democracia sin determinación", frase de Julio Anguita. Y no hay determinación si no estás borracho de idealismo. Y no estás borracho de idealismo si no eres un flipado. Y si eres un flipado es que eres un estúpido. Y si eres un estúpido no tienes razón.

Bueno, pues esa es la gente que vota. Los partidos políticos se aprovechan de estos flipados y radicalizan sus discursos para atraerlos. La derecha, tradicionalmente, ha usado temas como el terrorismo, Venezuela, la unidad de España, la inmigración. Esos son los caladeros donde pesca la derecha. No es malo luchar contra el terrorismo, pero si radicalizas y utilizas esta lucha, caes en el ridículo. Recurren al Cid, el origen de España, el "caballero español". La izquierda no se queda atrás. La izquierda utiliza el feminismo, el ecologismo, la corrección política. No está mal luchar contra el machismo, pero si llevas eso a un radicalismo, con la intención de enfervorizar a posibles votantes y aprovechar la situación haces el ridículo. La corrección política ha llevado a prohibir a Platón en algunas universidades americanas por racista, y la lucha contra el machismo ha prohibido la minifalda en el golf estadounidense. No está mal luchar contra el terrorismo, no está mal luchar contra el machismo, pero si radicalizas el discurso para ganar votos, caes en el ridículo. La democracia es postureo y eso no es malo. Somos así y no nos merecemos nada mejor. Hay que aceptar que el ser humano es así y llegamos hasta donde llegamos. No damos para más. El estado natural del ser humano es mearse fuera del tiesto. La democracia es el proceso que garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos.

Esta declaración no es mía. Este pequeño gran discurso lo pronunció hace unos días Ignatius Farray, álter ego de Juan Ignacio Delgado Alemany (Granadilla de Abona, 1973), en el programa de la Cadena SER "La vida moderna", enfundado en una camiseta con el lema ESA RATA QUIÉN LA MATA y enarbolando una espada romana de plástico.

Ignatius Farray también es Mr. Vomit, con su pistola de agua en forma de pene, el superhéroe melancólico siempre listo para provocarse a sí mismo la arcada. Y el autoproclamado Mencey en el exilio y líder de los Canarios Arios, promotor de las emboscadas en los barrancos. Ignatius Farray recibió en su programa a la diputada catalana del PP Andrea Levy al grito de ¡Fascismo del bueno! Ignatius se dejó en su día el bigote de Hitler para dar voz a todos esos nazis que además son gays y venezolanos. Ignatius chupa pezones (mayoritariamente masculinos) en sus actuaciones.

Pues bien, esta declaración me parece la más honesta, calmada, sensata y clarividente que he oído en los últimos tiempos acerca de los últimos tiempos. Entre el imperio de la ley y el imperio del pueblo, el vacío de la soledad y el paraíso del autogobierno, la inactividad y los monstruos de unos y la hiperactividad y los duendes beatíficos de otros, las declaraciones grandilocuentes y mentirosas y la compra y utilización de sentimientos de ambos está el tufo general de que importa más lo que se está ocultando que lo que se muestra y se activa y se impulsa y se dice. Ruido, huidas, vías de escape, miedo, inacción, desgana. Las porras, los cascos y todas las entrevistas decepcionantes del mundo. Dialogar sin dialogar, desobedecer sin desobedecer, salir sin salir, odiar sin odiar, querer sin amar. Cualquier cosa antes que sentarse a pensar, a transigir o consensuar. Mucho mejor la excusa del "Hasta aquí podíamos llegar". Puro postureo. Pesca en caladeros de votantes. Pasar a la Historia o ganar las próximas elecciones (o las dos cosas). Y nosotros, los votantes, entre el ansia, el miedo y el hastío. Fantaseando con que, quizá, alguna vez, nos representará alguien que valga la pena.

A lo mejor estoy viviendo un hecho histórico. Pero, francamente, los imaginaba más divertidos. Por eso recurro a la coMMedia y puede que mañana me pasee por las calles en pantalón corto de deporte, con un sombrero graciosero, y me pare cada tanto a hacer un grito sordo. En mis auriculares, sin embargo, es bastante probable que suene ¡Viva!, esa canción de Los Punsetes que dice:

Viva el terrorismo, viva la guerra
viva tener todo y echarlo por tierra
viva el presidente, viva el gobierno
gracias a vosotros van a ser eternos


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